Poemas para ver y poemas para o¨ªr
Con alguna copa de m¨¢s, e incluso sin alcohol, ?qui¨¦n no se ha cantado una ranchera? ?O no se emocion¨® con los desamores y soledades de un bolero o un tango? Quiz¨¢ por eso mismo las letras de esas canciones, y de la canci¨®n en general, tengan una menor consideraci¨®n que los poemas. M¨¢s de un intelectual tuerce el gesto al o¨ªr el nombre de Bob Dylan como aspirante al Nobel de Literatura o al saber que Joaqu¨ªn Sabina -que dijo que nunca so?¨® con cantar, que siempre so?¨® con escribir- ha publicado con ¨¦xito su libro de sonetos Ciento volando de catorce.
Es la sempiterna divisi¨®n entre poes¨ªa culta y poes¨ªa de canci¨®n, aquella que distingue entre cultura elevada y de rango inferior. En Brasil, parte del problema se super¨® cuando el muy honorable Vinicius de Moraes decidi¨® acercar sus poemas a la canci¨®n y llevarlos de los libros a la calle. Los franceses tambi¨¦n dieron ejemplo: la prestigiosa editora Seghers lanz¨® una serie subtitulada Poes¨ªa y canciones centrada en cantautores. Eran vol¨²menes con el mismo formato e id¨¦ntica presentaci¨®n que los dedicados por Seghers a Baudelaire, Verlaine o Rimbaud. Sus protagonistas: L¨¦o Ferr¨¦, Georges Brassens, Jacques Brel... El poeta Louis Aragon lleg¨® a escribir en L'Humanit¨¦, septiembre de 1961, "habr¨¢ que volver a escribir la historia literaria de forma un poco diferente por culpa de L¨¦o Ferr¨¦". Aunque ni siquiera en Francia estaban todos de acuerdo ante la iniciativa de Seghers. En un Diccionario de la poes¨ªa francesa contempor¨¢nea se aseguraba que "siempre habr¨¢ entre la canci¨®n po¨¦tica y la poes¨ªa la misma distancia que entre el agua y el vino".
Poes¨ªa en la canci¨®n popular latinoamericana
Dar¨ªo Jaramillo Agudelo
Pre-Textos. Valencia, 2008
436 p¨¢ginas. 25 euros
Dar¨ªo Jaramillo Agudelo apunta en su Poes¨ªa en la canci¨®n popular latinoamericana este desprecio que en nombre de la Poes¨ªa y la Cultura -las escribe con may¨²sculas- se ejerce contra la canci¨®n. Y cita a V¨¢zquez Montalb¨¢n: "Las prevenciones que despierta la subcultura son de un elitismo aristocr¨¢tico obscenamente victoriano". Cree el poeta y novelista colombiano que la actitud m¨¢s general con la canci¨®n popular y sus textos, por parte de lo que ¨¦l llama "rep¨²blica literaria", es manifiestamente maniquea. Y afirma que, no sin ciertas dosis de envidia, los poetas desconf¨ªan de la popularidad.
Jaramillo parte del hecho de que, desde principios del siglo XX, y sobre todo a partir de 1930, tangos, boleros, rancheras y otros g¨¦neros musicales, propagados por los discos, la radio y el cine, modelaron la forma de sentir y decir el amor de varias generaciones de latinoamericanos. Una poes¨ªa no reconocida como tal, aunque sin duda emparentada con el canon literario, y forjadora de comportamientos que se esculpieron en el alma de los habitantes de un continente.
?Existe poes¨ªa para ver en la poes¨ªa para o¨ªr? ?Existe poes¨ªa en la canci¨®n latinoamericana? Son las dos grandes preguntas que gu¨ªan el interesante trabajo de Dar¨ªo Jaramillo. Habr¨ªa una poes¨ªa para ver -de la literatura- y una poes¨ªa para o¨ªr, y por lo tanto una poes¨ªa en las canciones distinta de la que es para leer en silencio. Y ¨¦l busca poes¨ªa para ver en esas letras de tangos, boleros o rancheras grabadas en la memoria.
Se trata de encontrar canciones con valor po¨¦tico: versos le¨ªdos a la luz de la sensibilidad de un lector de poes¨ªa, y no de un oidor de poes¨ªa. Con ese esp¨ªritu aborda, en el cancionero que ocupa la segunda parte del libro, una antolog¨ªa comentada de cl¨¢sicos argentinos como Cambalache, Vete de m¨ª, Mano a mano o Sur; cubanos como Dos gardenias, Aquellos ojos verdes y T¨² me acostumbraste, o mexicanos como B¨¦same mucho, Piensa en m¨ª, Perfidia o Sabor a m¨ª.
Establece el poeta sugerentes paralelismos entre poes¨ªa para o¨ªr y para ver. Y explica que, tanto en Cuba como en Argentina o en M¨¦xico, la canci¨®n popular est¨¢ marcada por la est¨¦tica modernista. Que la cronolog¨ªa de la poes¨ªa para leer en Am¨¦rica Latina, y los momentos de nacimiento y auge de la canci¨®n, permitir¨ªan ver la coincidencia entre las varias generaciones de poetas modernistas y la concepci¨®n de las letras de las canciones. Y asegura que la frontera entre la poes¨ªa para ver y la canci¨®n no est¨¢, como alguno pudiera pensar, trazada por la calidad de un lado y la simpleza del otro.
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