Oda a la plaza de Karl Marx
Aqu¨ª el viento es fr¨ªo y las viejas se sujetan el cuello de la rebeca sentadas al sol de un banco. Quiz¨¢s el marxismo sea esto: una plaza que no existe. El redondel de cemento alrededor de nada, para que pasen los coches de largo y circule la historia a la velocidad permitida. El carrusel de autobuses que traen a la gente a las afueras de la ciudad y a las afueras de las condiciones objetivas. Aqu¨ª los surtidores son ¨¢ngeles rojos de herrumbre, que se ahogan en la espuma de la dial¨¦ctica. A un lado, unas estructuras de madera se alzan como ¨¢rboles de historia. Y en un rinc¨®n queda oculto el monumento a V¨ªctor Jara. Una placa en una piedra. Sobre ella, la sombra enorme de los edificios con viejas manchas de lluvia, sucios del humo de los coches, con sus fachadas de pintura desconchada como la boca materialista de los yonquis y con bicicletas en huelga general con las ruedas hacia arriba, guardadas en los balcones. Algunos bloques tienen tejados de pizarra igual que en los cuentos de Heidi. Edificios que se han transformado en un monumento dom¨¦stico a la lucha de clases en el mundo. Y en otro extremo, los bancos orientados de espaldas a la plaza, a ese agujero donde el tr¨¢fico discurre en torno y por debajo. Los bancos encarados hacia el r¨ªo de azulejos del parque central de Nou Barris, para que la gente se siente a hablar de salario, precio y ganancia, o de cualquier otra cosa. En las bocacalles est¨¢n los bares, con propietarios muy viejos que todav¨ªa trabajan y con clientes muy viejos que a¨²n envejecen y que ven telenovelas. El Courrier International de esta semana (del 23 al 29 de abril) est¨¢ dedicado a la Europa contestataria. En Italia se dice que lo que ahora viene es una revuelta moral. En la parada del autob¨²s se ha sentado un hombre para mirar las revueltas de los coches con su perrito atado a una correa. Alguien ha excavado junto a unos ¨¢rboles y huele ligeramente a tierra. La vida es la plusval¨ªa del tiempo, y el nombre de una calle es la plusval¨ªa de la historia. A la plaza van a dar las calles de Federico Garc¨ªa Lorca, de Antonio Machado y de Miguel Hern¨¢ndez, apartadas de esta manera de la ciudad y de la ideolog¨ªa dominante, que es la de la clase dominante. En Machado con Miguel Hern¨¢ndez un bar exhibe sus botellas con etiquetas de la Guardia Civil. Pero ¨¦sta tampoco es la ideolog¨ªa dominante. Andan unas mujeres con calzado deportivo y la cazadora atada a la cintura. Sudan y conversan a la vez de asuntos de peluquer¨ªa y de domingos sin suerte. Dice la prensa internacional que ahora las revueltas se anuncian con los 140 caracteres que permite el Twitter y que as¨ª ha ocurrido en Moldavia, y que en Francia se ha puesto de moda retener a los directivos de las empresas en las huelgas (eso les ha pasado a los de 3M, Scapa, Sony, Caterpillar, Continental, Michelin y Precitum), y que en el Reino Unido lo que se lleva es ocupar las f¨¢bricas, como est¨¢ ocurriendo en Basildon, Belfast y Londres. En la Auvernia, los trabajadores de Precitum han tomado una sucursal del Royal Bank of Scotland para obligar al banco a que conceda un pr¨¦stamo a su patr¨®n, al tiempo que en Inglaterra ese banco ten¨ªa que ser salvado de la ruina por el Gobierno, y el director se retiraba a las g¨¦lidas aguas del c¨¢lculo ego¨ªsta con una pensi¨®n anual de un mill¨®n de euros. Unas marujas con coleta fuman sentadas en un banco de la calle de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Los ni?os juegan. Ellas discuten sobre cu¨¢ndo cae el D¨ªa de la Madre y levantan los pies para ver qui¨¦n los tiene m¨¢s hinchados. En Grecia los mileuristas cobran 700 euros. El redondel de la plaza tiene la medida de la redondez del mundo.
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