Aflicci¨®n y resurrecci¨®n

El tercero de la tarde le present¨® pelea en buena lid a Tejela, y el torero se limit¨® a tener con ¨¦l unas palabritas. Y, claro, gan¨® el toro. Toda la vida esperando un animal encastado, vibrante, codicioso y noble, le toca el gordo de la loter¨ªa en la mism¨ªsima Maestranza y deja pasar la ocasi¨®n sin pena ni gloria. Mat¨ªas Tejela se coloc¨®, dicho sea con todos los respetos, donde se sit¨²an los honorables hombres que se visten de luces, pero dist¨® mucho de ser un torero de una pieza.

Las palabras pueden ser dolorosas, pero la verdad s¨®lo tiene un camino. Y ese toro, que hizo una deslucida pelea en varas, galop¨® con alegr¨ªa en el tercio de banderillas y lleg¨® a la muleta pidiendo guerra. En el tercio lo cit¨® de largo -era un toro para lucirlo en el centro del anillo-, y raudo acudi¨® el animal detr¨¢s de la muleta con clase y creciente codicia. Mejor¨® su condici¨®n en la siguiente tanda, encastado y fiero, mientras el torero daba la sensaci¨®n de haber perdido el mando y de aguantar las acometidas con m¨¢s voluntad que firmeza. Hubo alg¨²n pasaje lucido, pero, ni de lejos, a la altura de la calidad de su oponente, que desisti¨® de embestir cuando lo cit¨® por la izquierda, aburrido de tanta soser¨ªa torera.

Todo el premio qued¨® reducido a una cari?osa ovaci¨®n cuando Tejela deb¨ªa haber paseado las dos orejas y erigirse en el triunfador de esta alica¨ªda feria. Fue la historia de una aflicci¨®n.

Pero debe tener sangre en las venas este torero, y cuando se encontr¨® al final con un m¨¢s que deslucido animal, encastado y bronco, le plant¨® cara, se jug¨® el tipo, aguant¨® ga?afones y le rob¨® muletazos que llevaban el ay en los vuelos de la muleta. Se encar¨® con su enemigo, hizo un esfuerzo sobrehumano, y pareci¨® que se erig¨ªa en vencedor del combate. Al final, una oreja, un muy escaso premio para un lote que exig¨ªa jugarse la vida sin cuento y salir de Sevilla con la vida resuelta.

Pero, al menos, hab¨ªa llegado la resurrecci¨®n. El caso de Tejela no es ¨²nico. Son muchos los toreros -ah¨ª est¨¢ el caso de Salvador Vega- que nunca acaban de dar el paso definitivo y toda su vida torera es un quiero y no puedo marcada por la impotencia. Ayer, Tejela s¨®lo se la jug¨® a medias. Salvador Vega volvi¨® a evidenciar su fragilidad y que est¨¢ ayuno de voluntad de pelea. Seguir¨¢ en el ostracismo mientras no suene la flauta. Y Ferrera tuvo poca suerte y divirti¨® con las banderillas.

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