'Save the chiringuito'
La amenaza a los bares playeros para que cumplan la Ley de Costas ha sublevado a la sociedad andaluza - Sus defensores los valoran como se?a de identidad y expresi¨®n de la cultura mediterr¨¢nea
Todas las voces p¨²blicas de Andaluc¨ªa han interrumpido esta primavera su habitual guirigay y han sonado como si las dirigiera el mism¨ªsimo Zubin Mehta. El PSOE, el PP, IU, la patronal, los sindicatos, las asociaciones de vecinos, los medios de comunicaci¨®n... tocan la partitura titulada Los chiringuitos no se tocan. Hac¨ªa mucho tiempo que una causa no recababa tantas y tan dispares adhesiones en la regi¨®n como la defensa de estos restaurantes a pie de mar, que han sido elevados a la categor¨ªa de "se?a de identidad" de la cultura y el modo de vida mediterr¨¢neos.
Para despertar a Fuenteovejuna ha hecho falta que el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino se planteara no renovar las concesiones administrativas de los chiringuitos por 15 a?os m¨¢s, y sugerir que el destino de estos negocios es salir de la arena, como ya sucedi¨® en Catalu?a y la Comunidad Valenciana, tras la entrada en vigor de la Ley de Costas, en 1988.
Medio Ambiente dice que es "falso" que quiera eliminar estos negocios
"Los chiringuitos son un modo de vida de la cultura mediterr¨¢nea"
Todo el litoral, desde Ayamonte al cabo de Gata, ha protestado contra la posible supresi¨®n de los chiringuitos. M¨¢s all¨¢ de las razones econ¨®micas o tur¨ªsticas -los chiringuitos andaluces generan anualmente 500 millones de euros y dan empleo a 40.000 personas-, a la defensa de estos reinos de la cerveza fr¨ªa y el pescado a la ca?a se le ha dado un llamativo enfoque cultural.
El Parlamento de Andaluc¨ªa aprob¨® el 18 de marzo una proposici¨®n no de ley del PP en la que se le¨ªa que los chiringuitos representan un "modo de vida" de la "cultura mediterr¨¢nea" y se instaba a la Junta a "buscar los medios legales que permitan su protecci¨®n (...) como valor cultural en el capital simb¨®lico de Andaluc¨ªa". El diputado auton¨®mico del PP Antonio Garrido lleg¨® a asegurar que el derribo de los chiringuitos supondr¨ªa "un aut¨¦ntico atentado cultural".
En la pol¨¦mica, que recuerda a la que deriv¨® en el indulto de los toros de Osborne, ha terciado incluso Mariano Rajoy. El l¨ªder popular asegur¨® que estos negocios "forman parte de la tradici¨®n espa?ola" y "dan alegr¨ªa a mucha gente". Los socialistas tambi¨¦n apelaron, en otra iniciativa en el Parlamento andaluz, a la preservaci¨®n "de toda una forma de vida, patrimonio social y cultural" de la comunidad.
Estos argumentos cercanos a la antropolog¨ªa pueden resultar chocantes fuera de Andaluc¨ªa, pero en esta comunidad son totalmente naturales. Antonio Morales, presidente del Ateneo de M¨¢laga, afirma que "la cultura andaluza est¨¢ influida por el clima y el mar, por la convivencia al aire libre con la familia y los amigos; y en ello, los chiringuitos tienen un atractivo impresionante no s¨®lo para el turista, sino para el andaluz". No obstante, Morales, que adem¨¢s de atene¨ªsta es fiscal jefe, recuerda que "las leyes no son caprichosas y hay que respetarlas".
En Andaluc¨ªa existen aproximadamente 2.000 chiringuitos, de los cuales unos 800 est¨¢n situados directamente sobre la arena, y el resto a lo largo de los paseos mar¨ªtimos. Esto supone un negocio playero cada 500 metros de costa, incluyendo las ¨¢reas protegidas. Al menos 192 de los cerca de 800 restaurantes playeros situados dentro del dominio p¨²blico mar¨ªtimo-terrestre est¨¢n pendientes de que Medio Ambiente les otorgue la concesi¨®n para ocupar el suelo p¨²blico, o de renovar la concesi¨®n por 15 a?os de que disfrutaban y que ha caducado, seg¨²n los datos del ministerio que dirige Elena Espinosa.
Juan Carlos Mart¨ªn Fragueiro, secretario general del Mar, y m¨¢ximo responsable de la pol¨ªtica de costas, asegura que "es falso que el ministerio quiera eliminar los chiringuitos de las playas andaluzas", y que su ¨²nico prop¨®sito es "regularizar la situaci¨®n de muchos de ellos que est¨¢n en una posici¨®n de inseguridad jur¨ªdica". A rengl¨®n seguido a?ade: "Tampoco podemos permitir que esto se convierta en un aut¨¦ntico desmadre. No somos ajenos al impacto econ¨®mico que supone en el litoral andaluz la actividad de estos negocios, pero no podemos olvidar que la playa es para el disfrute de todos los ciudadanos y las ocupaciones deben adaptarse a lo que marca la ley".
"En el resto de Espa?a, sin excepci¨®n, podemos decir que ese problema no existe", afirma Mart¨ªn Fragueiro. En el litoral mediterr¨¢neo, los chiringuitos han salido casi completamente de la arena para trasladarse a los paseos mar¨ªtimos. En Catalu?a, la gran mayor¨ªa de los establecimientos, como los de la playa de la Barceloneta, desaparecieron entre la entrada en vigor de la Ley de Costas y los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992. En el norte, los problemas que plantean estas instalaciones de playa son puntuales. "En Galicia y en el Cant¨¢brico est¨¢n las t¨ªpicas autorizaciones temporales para casetas de bebidas y helados durante el verano. Estas instalaciones se desmontan al final de la temporada y no suelen ofrecer mayores problemas", asegura Mart¨ªn Fragueiro.
De modo que el grueso del problema se limita a Andaluc¨ªa. Incluso los grupos ecologistas han aparcado el maximalismo al entrar en este debate. Pilar Marcos, responsable de la campa?a de Costas de Greenpeace, se muestra partidaria de regularizar la situaci¨®n de los chiringuitos "s¨®lo en playas urbanas", aproximadamente el 70% de los casos. Los conservacionistas creen, no obstante, que la pol¨¦mica trata de tapar otras agresiones al litoral como el hotel del Algarrobico, en pleno parque natural del cabo de Gata, o la construcci¨®n de puertos deportivos junto a espacios protegidos en toda la costa espa?ola.
Norberto del Castillo, presidente de la Federaci¨®n Andaluza de Empresarios de Playa y due?o desde 1968 del chiringuito Los N¨¢ufragos, de Fuengirola (M¨¢laga), tiene sobre su mesa un libro lleno de marcas de lectura. Es un compendio de legislaci¨®n sobre costas. "Los empresarios estamos inquietos e indecisos. No sabemos qu¨¦ va a pasar y no nos decidimos a invertir en mejoras en los negocios y en contratar personal de refuerzo para la campa?a de verano", asegura Del Castillo.
La incertidumbre no es nueva para el sector. La entrada en vigor de la Ley de Costas, de 1988, y de su reglamento, aprobado un a?o despu¨¦s, supuso la desaparici¨®n de la mitad de los chiringuitos de toda Espa?a, incapaces de asumir las reformas que exig¨ªa el texto legal para poder seguir la actividad bajo la f¨®rmula de concesi¨®n administrativa. Estas modificaciones consist¨ªan, esencialmente, en convertir en verdaderos restaurantes fijos dotados de aseos y conexi¨®n a la red de saneamiento los antiguos chamizos de madera y brezo, en los que las sardinas -"el mejor pez comestible de todos cuantos vagan por las aguas amargas", seg¨²n el escritor Josep Pla- se asaban en el suelo y los refrescos se guardaban en neveras de camping. "Esto supuso inversiones de entre 400.000 y 600.000 euros en cada chiringuito", recuerda Del Castillo.
Probablemente el mismo t¨¦rmino chiringuito resulte enga?oso. Esta palabra, de etimolog¨ªa incierta, evoca un establecimiento cutre y con cierto punto pirata (de ah¨ª derivados como chiringuito financiero o chiringuito inmobiliario) cuando la realidad actual es bien distinta.
Muchos de estos negocios son restaurantes con una amplia carta -y precios igualmente amplios- abiertos durante todo el a?o. Si durante el verano ponen cientos de comidas a ritmo fren¨¦tico a turistas en ba?ador y chanclas, durante el invierno, sobre todo los fines de semana, acuden a ellos los aut¨®ctonos y la poblaci¨®n extranjera residente en el litoral. All¨ª disfrutan de algo parecido a lo que Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n llam¨® "la cocina de la memoria mediterr¨¢nea, con tiempo suficiente para llenar nuestro presente y un generoso turno de tertulia de sobremesa para planear las comidas del futuro". Otros se han convertido en discotecas -llamados clubes de playa- o complejos de alquiler de piraguas o material deportivo.
"No se entender¨ªa la costa andaluza sin sus chiringuitos, son un gran valor contra la estacionalidad tur¨ªstica", asegura el consejero andaluz de Turismo, Comercio y Deporte, Luciano Alonso. "Los chiringuitos ofrecen servicios de limpieza, primeros auxilios, puntos de encuentro para menores extraviados, y proporcionan m¨¢s de 4.000 aseos p¨²blicos en las playas. Colaboran a dar una imagen de limpieza y excelencia al segmento tur¨ªstico de sol y playa, que atrae a 15 millones de visitantes cada a?o a Andaluc¨ªa", afirma. El "objetivo prioritario" de Alonso es "la conservaci¨®n de los puestos de trabajo manteniendo el uso ordenado de las playas".
El empresario Norberto del Castillo da otra explicaci¨®n de la fortaleza de los chiringuitos: "Hemos tenido una evoluci¨®n muy favorable: antes ¨¦ramos establecimientos t¨ªpicos y simp¨¢ticos, pero no d¨¢bamos confianza al consumidor. No conserv¨¢bamos bien los productos y ten¨ªamos una imagen descuidada. Ahora hemos mejorado eso y mantenemos nuestros dos pilares: el primero es que a la gente le gusta comer pescado frente al mar. El segundo pilar son los espetos, o sea, el pescado a la ca?a, que queda entre asado y cocido al no quemarse la grasa. Esto no lo hemos inventado nosotros; ya lo hac¨ªan los fenicios", sonr¨ªe.
El secretario general del Mar, organismo que engloba la antigua Direcci¨®n General de Costas, considera que la pol¨¦mica creada esta primavera "no tiene mucha justificaci¨®n". Su departamento est¨¢ analizando caso por caso las distintas concesiones de chiringuitos para dar una soluci¨®n a estos negocios. "Avanzamos de forma significativa. A d¨ªa de hoy, Huelva est¨¢ casi solucionado, m¨¢s de un 60% de acuerdo. En Almer¨ªa vamos tambi¨¦n muy bien. En M¨¢laga ya hay un acuerdo para unos 115 chiringuitos en la Costa del Sol occidental, la capital y Rinc¨®n de la Victoria. En muchos casos, seguir¨¢n en la playa y en otros casos, con acuerdos entre Costas y los empresarios, se reubicar¨¢n en los paseos mar¨ªtimos siempre que haya espacio para ellos", afirma Mart¨ªn Fragueiro.
A mediados de mayo est¨¢ previsto que las demarcaciones de Costas hayan terminado el an¨¢lisis de cada caso. Una vez completado el estudio, el ministerio, la Junta de Andaluc¨ªa y los empresarios de playas se reunir¨¢n en una mesa conjunta para negociar las posibles soluciones. Esta mesa, propuesta por Manuel Chaves en uno de sus ¨²ltimos actos como presidente del Gobierno andaluz, es la gran esperanza de los chiringuiteros.
La negociaci¨®n no se presenta sencilla. "Las playas son p¨²blicas, eso no lo discutimos ni pedimos que sean privadas. Estamos incluso dispuestos a ponernos junto a los paseos mar¨ªtimos, pero necesitaremos siempre un acceso directo desde la playa, ya sea por delante o por detr¨¢s", explica Norberto del Castillo, que antes de establecerse en Fuengirola trabaj¨® en un restaurante de Cadaqu¨¦s, "donde ten¨ªa siempre una mesa reservada Salvador Dal¨ª".
"Queremos compatibilizar el uso p¨²blico de las playas con la actividad econ¨®mica de los chiringuitos y permitir que un se?or se tome una cerveza en el chiringuito mientras otro se puede tumbar en la playa en su sitio correspondiente", afirma Mart¨ªn Fragueiro. El reglamento de Costas exige que los chiringuitos tengan una superficie m¨¢xima de 150 metros cuadrados y que entre cada establecimiento haya una separaci¨®n m¨ªnima de 200 metros.
"Si una playa tiene, pongamos, 60 metros de arena entre el paseo mar¨ªtimo y el mar y se ocupan 150 metros cuadrados cada 12.000, no parece un impacto excesivamente agresivo. Adem¨¢s, solemos estar situados en la zona muerta de la playa, lejos del agua, donde no se pone nadie", rebate Del Castillo, que pide a Medio Ambiente que aplique la Ley de Costas con "flexibilidad". El presidente de la patronal de empresarios de playa se confiesa "asustado" por el "enorme apoyo" que la opini¨®n p¨²blica ha brindado a los chiringuitos.
Los empresarios, generalmente antiguos pescadores metidos a hosteleros, pagan cada a?o un canon de unos 12.000 euros de media por la concesi¨®n en funci¨®n con la situaci¨®n y la extensi¨®n del chiringuito, seg¨²n Del Castillo. "Antes de la actual Ley de Costas, las concesiones eran de 99 a?os. Hicimos inversiones muy fuertes pensando en que eran a largo plazo y que las ir¨ªamos amortizando, aun a sabiendas de que no era nuestra propiedad y que no la pod¨ªamos vender. Con la Ley de Costas, la concesi¨®n era de 15 a?os con el compromiso verbal de pr¨®rroga por otros 15. La sorpresa es que cuando se cumplen los primeros 15 a?os nos dicen que no tenemos derecho a renovar. Hay mucha gente que hizo una inversi¨®n muy fuerte y que no ha conseguido amortizarla".
Los empresarios de playas aseguran que cada verano el 70% de sus clientes es gente que conoce el chiringuito de otros a?os. "Servimos para fidelizar el destino tur¨ªstico andaluz y espa?ol", afirma Del Castillo, que aboga por no descuidar el turismo de sol y playa: "Cuando veo que se buscan turistas en Jap¨®n o Estados Unidos me parece un sue?o lejano. ?T¨² has visto a muchos japoneses ba?¨¢ndose en las playas espa?olas? Hay que mirar por el mercado europeo, como nos fallen los ingleses tendremos un problema".
Historia de una canci¨®n
"Si los sacan de las playas, entonces ya no ser¨¢n chiringuitos". En el debate sobre los chiringuitos se echaba en falta una voz autorizada: la del cantante Georgie Dann (Par¨ªs, 1940), cuya canci¨®n El chiringuito ha sonado cada verano desde 1989. Esta canci¨®n 100% festiva tiene un fondo de protesta. "La canci¨®n surgi¨® en el verano de 1989, un d¨ªa que est¨¢bamos de gira en un pueblo de la costa -no me acuerdo de cual- y decid¨ª invitar a mis m¨²sicos y a mis bailarinas a comer a un chiringuito", recuerda Dann. "Cuando llegamos al primero, vimos que estaba cerrado. Fuimos al siguiente, y tambi¨¦n estaba cerrado, y el tercero, igual... No era normal que en plena temporada alta todos estuvieran cerrados. Preguntamos por ah¨ª, y nos dijeron que acababa de salir una ley que obligaba a reformarlos, y que estaban cerrados por eso".
Ese chasco le sirvi¨® al cantante para componer uno de sus temas m¨¢s c¨¦lebres. "A los productores no les gustaba. Dec¨ªan que se me hab¨ªa acabado la inspiraci¨®n, y de hecho quitaron la canci¨®n de la promoci¨®n. Pero luego, de gira por toda Europa, El chiringuito fue un bombazo absoluto. Desde entonces nunca lo he quitado del repertorio".
Para Dann, los chiringuitos "son algo especial, forman parte de la cultura de Andaluc¨ªa". "Cuando comes bien en uno de ellos frente al mar, que se quite el mejor restaurante de cinco tenedores. All¨ª huele a verano y a vacaciones", afirma el m¨²sico. Dann nunca ha pretendido arreglar problemas con sus canciones, pero no descarta dedicar otro tema a los chiringuitos en su pr¨®ximo disco.
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