El arte de la fotograf¨ªa
La respuesta m¨¢s previsible, la respuesta que, sin duda, no dejaremos de escuchar a partir de ahora es: la crisis se ha llevado por delante otros Gobiernos y nada tiene de extra?o, por tanto, que el espa?ol tambi¨¦n empiece a encontrar dificultades, seg¨²n apuntan las encuestas. Pero conformarse con esta explicaci¨®n supondr¨ªa, en realidad, admitir un principio que desmienten los estudios sociol¨®gicos y pol¨ªticos: el principio de que nada se puede hacer para evitar el vuelco electoral en circunstancias econ¨®micas adversas. El propio Partido Socialista se constituy¨® en ejemplo de lo contrario al revalidar la mayor¨ªa en plena crisis del 92.
Para los votantes de izquierda a quienes hace tan s¨®lo un a?o se convoc¨® a las urnas invocando el miedo a los populares como ¨²nico programa, cualquier gui?o al fatalismo electoral ante la crisis tiene un regusto fraudulento. O sea, que cuando las cosas iban bien y el Partido Popular, pese a todo, le pisaba los talones, el Partido Socialista se limitaba a exigir un cheque en blanco, un voto de trinchera. Y cuando las cosas van mal y el Partido Popular, inamovible, sigue pis¨¢ndole los talones, o incluso tom¨¢ndole ventaja, el Partido Socialista se lava las manos y dice: nada que hacer, esto es la crisis. Lo que faltaba cuando el Partido Socialista convoc¨® al voto del miedo en las ¨²ltimas elecciones era decir a sus votantes c¨®mo se propon¨ªa gestionar la bonanza. Lo mismo que lo que falta ahora es que les diga c¨®mo piensa gestionar los tiempos que se avecinan.
La dur¨ªsima realidad econ¨®mica est¨¢ helando los no tan lejanos gestos de euforia
Es verdad que la memoria es corta, y que tal vez no sean muchos los votantes de izquierda que recuerden a¨²n las declaraciones y las iniciativas del Gobierno desde que, en agosto de 2007, estall¨® la crisis de las hipotecas basura, anticipando lo que vendr¨ªa despu¨¦s. Desde La Moncloa se trasladaba el mensaje de que al Gobierno le sobraba el dinero, de que el momento de repartir hab¨ªa llegado, de que el pleno empleo era simple cuesti¨®n de tiempo. La econom¨ªa italiana, se dec¨ªa, hab¨ªa sido superada por la espa?ola y se advert¨ªa, entre risas, el nerviosismo de Sarkozy por la suerte que correr¨ªa la francesa. Y, en medio de esta euforia, comenz¨® el festival de regalos fiscales, con pedreas para los contribuyentes por IRPF, los padres de reci¨¦n nacidos, los j¨®venes en busca de vivienda en alquiler. Cualquier llamamiento a la raz¨®n y la mesura, cualquier llamamiento al buen gobierno y, en concreto, al buen gobierno socialdem¨®crata en medio de este vendaval populista era despachado como derechizaci¨®n, como desafecci¨®n hacia las pol¨ªticas sociales, como insensibilidad hacia los m¨¢s humildes, seg¨²n la expresi¨®n que ahora tanto gusta pasear por los foros nacionales e internacionales.
Tal vez, en efecto, no sean muchos los votantes de izquierda que recuerden todo esto, y mejor que sea as¨ª. A la vista de la evoluci¨®n electoral que apuntan las encuestas, se ahorrar¨¢n sentir lo mismo que sintieron quienes, sin haber variado su compromiso con un Estado de bienestar asentado sobre pol¨ªticas sociales consolidadas y viables en ¨¦pocas de adversidad, con un pa¨ªs que recuperase el camino de conjurar los fantasmas del pasado y la tensi¨®n entre nacionalismos que los Gobiernos del Partido Popular atizaron de manera insensata, con una pol¨ªtica exterior que defendiera con tanta inteligencia como rigor ¨¦tico los leg¨ªtimos intereses de Espa?a y no las grandes palabras que, por grandes, resultan o terribles o vac¨ªas, se encontraron en la tierra de nadie entre un Partido Popular cegado por la crispaci¨®n y un Partido Socialista que confundi¨® el arte de la pol¨ªtica con el de la fotograf¨ªa. Ahora, la dur¨ªsima realidad econ¨®mica est¨¢ helando los no tan lejanos gestos de euforia, por m¨¢s que todav¨ªa se intente seguir con aspavientos tales como poner fechas arbitrarias para el comienzo de la recuperaci¨®n o l¨ªmites a ojo de buen cubero para el crecimiento del d¨¦ficit p¨²blico o el paro.
Lo que falta, con todo, sigue siendo lo mismo que faltaba cuando, hace tan s¨®lo un a?o, el Partido Socialista reclamaba un cheque en blanco, un voto de trinchera, a los votantes de izquierda que hoy le muestran cierta distancia: falta que el Gobierno les explique c¨®mo piensa gestionar los tiempos que se avecinan. La fotograf¨ªa es un gran arte, uno de los m¨¢s grandes del siglo XX. Pero el arte de la pol¨ªtica es el que permite entender el absurdo de que, ahora que las medidas cl¨¢sicas de la socialdemocracia son una esperanza contra la crisis, el Gobierno espa?ol haya empezado a perder cr¨¦dito ante sus votantes.
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