Uno adelante, dos atr¨¢s
El paso es cansino y vacilante. Y nunca hay que descartar el retroceso. Un paso adelante, cierto; pero no tardar¨¢n en llegar otros dos m¨¢s, pero hacia atr¨¢s. Ayer en Praga el Senado checo dio por fin su luz verde al Tratado de Lisboa. Puede haber todav¨ªa un recurso a su consejo constitucional y hay que descontar la dilaci¨®n segura que ya ha anunciado su presidente Vaclav Klaus, el negacionista del calentamiento global que ha osado comparar el Kremlin con Bruselas y la Uni¨®n Europea con la Sovi¨¦tica, y cuya firma es imprescindible para que termine este tormento moravo. Obtener de los checos la aprobaci¨®n de este Tratado ya rebajado es como arrancarles una muela. Su presidencia en plena interinidad gubernamental sit¨²a, adem¨¢s, al caudillo euroesc¨¦ptico checo al mando de la nave europea: si Sarkozy apret¨® el acelerador para ponerla de nuevo a velocidad crucero, este presidente en ejercicio puede dar un volantazo en cualquier momento con el malvado prop¨®sito de que naufrague de una vez y se hunda. Todav¨ªa no se puede descartar, porque el Consejo Europeo de junio es el que debe hacer las acomodaciones del Tratado de Lisboa que faciliten las cosas a los irlandeses en su peculiar pelea con ellos mismos: si Klaus quiere que Irlanda no convoque o retrase el refer¨¦ndum de ratificaci¨®n que corrija la negativa de 2008, no tiene m¨¢s que dedicarse a boicotearlo todo. Sabe hacerlo.
?Extra?a a alguien, visto el barroquismo de la UE, que los ciudadanos se sientan poco motivados?
La aplicaci¨®n del Tratado no ser¨¢ tampoco un camino de rosas. De ah¨ª que el sendero que se abre a partir de ahora se bifurque en dos direcciones: si ahora Lisboa encalla de nuevo, no hay refer¨¦ndum irland¨¦s o ¨¦ste da resultado negativo, el de Niza deber¨¢ seguir rigiendo a pesar de sus evidentes insuficiencias; mientras que si todo funciona, lo m¨¢s probable es que en enero pueda entrar en vigor el nuevo tratado y sus nuevas reglas. El primer camino, el de la definitiva muerte de Lisboa se producir¨ªa con toda probabilidad en caso de un mero aplazamiento de la consulta irlandesa al pr¨®ximo a?o. A la vista del mal estado en que se encuentra la imagen del primer ministro Gordon Brown, para la primavera de 2010 en Londres se espera que David Cameron llegue finalmente a Downing Street, con la promesa bajo el brazo de celebrar un refer¨¦ndum derogatorio de Lisboa en caso de que el Tratado no est¨¦ todav¨ªa aprobado. A un a?o vista puede producirse el hundimiento, que ser¨ªa incluso un tsunami europeo, porque el rechazo deber¨ªa interpretarse como una aut¨¦ntica despedida de la Uni¨®n Europea desde el otro lado del canal.
?ste es el camino normal de los negocios pol¨ªticos europeos en los pr¨®ximos meses. Lleno de anfractuosidades, pero a fin de cuentas sujeto a un c¨¢lculo, por complejo que sea. Es decir, sin contar crisis o accidentes inesperados. Navegamos, pues, lentamente, con rumbo ahora fijo, pero sin seguridad alguna de que no terminemos dando en los escollos que se dibujan no muy lejos en el horizonte. Y en estas condiciones (malas) se celebrar¨¢n las elecciones al Parlamento Europeo y se elegir¨¢ la nueva Comisi¨®n que deber¨¢ conducir los asuntos europeos en los pr¨®ximos cinco a?os.
?Extra?a a alguien, visto el barroquismo de las instituciones europeas, que los ciudadanos se sientan poco motivados? Estamos hablando, a pesar de todo, de la instituci¨®n mejor valorada por los ciudadanos seg¨²n el Eurobar¨®metro. La labor que ha realizado en esta legislatura presenta un balance desigual, pero no negativo: s¨®lo en vigilancia sobre derechos y libertades (los vuelos y las c¨¢rceles secretas de la CIA), en control del urbanismo salvaje y denuncia de la burbuja inmobiliaria espa?ola, o preservaci¨®n de la Europa social (rechazo de la semana de 65 horas y suavizaci¨®n de la directiva de servicios o Bolkestein) se ha ganado el sustento. No lo ha hecho con la directiva del retorno de los inmigrantes y menos todav¨ªa en su incapacidad para independizarse de las ¨®rdenes que imparten los gobiernos respectivos, se?ores de una Europa renacionalizada y tutores inflexibles que impiden su crecimiento. La prueba ¨²ltima: que Dur?o Barroso, presidente salido del consenso neocon alrededor de Bush, siga como presidente de la Comisi¨®n a propuesta de tres primeros ministros socialistas. Un paso, adelante, dos atr¨¢s.
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