Fidel Castro: tres entierros y un funeral
El cad¨¢ver insepulto de Fidel Castro se pasea por las calles de La Habana. Hay quien asegura haberlo visto blandiendo el pu?o en el "bosque de banderas", frente al edificio de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba, o en la Plaza de la Revoluci¨®n, en animada charla con Jos¨¦ Mart¨ª. Y no es extra?o, porque aunque el dictador cubano est¨¦ muerto, los medios oficiales dan fe de su capacidad espectral de aparecerse. El semanario Trabajadores lo explica con el habitual celo evangelizador de la prensa cubana, por "la especie de revelaci¨®n de una moderna Trinidad comunista entre el pueblo, el l¨ªder y el esp¨ªritu revolucionario". Gracias a esa hip¨®stasis, Fidel Castro sigue vivo, atento y vigilante a todo cuanto ocurre en la isla.
Quiz¨¢ el objetivo de Ra¨²l sea el modelo chino: capitalismo de Estado bajo f¨¦rreo control del partido
Tambi¨¦n podr¨ªa optar por 'blanquear' el r¨¦gimen, como en la nueva Rusia
La primera vez que Fidel Castro muri¨® fue en Santiago de Cuba, despu¨¦s del frustrado asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. En el momento de su detenci¨®n, su hermano Ra¨²l asumi¨® la "entera responsabilidad" del ataque porque "supon¨ªa que hab¨ªan matado a Fidel". Pero el ne¨®fito guerrillero logr¨® huir a la Sierra Maestra, donde fue capturado cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, y resucit¨® en un proceso que le sirvi¨® para justificar su acci¨®n armada con el objetivo de "devolver al pueblo la soberan¨ªa y proclamar la Constituci¨®n de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado".
Condenado a 15 a?os de c¨¢rcel, Fidel Castro apenas pas¨® dos en prisi¨®n. Fue amnistiado y parti¨® al exilio hasta su regreso en noviembre de 1956 a bordo del Granma para iniciar una guerra de guerrillas contra el r¨¦gimen de Fulgencio Batista. Los expedicionarios fueron masacrados por el Ej¨¦rcito y Fidel fue dado por muerto, pero resucit¨® de nuevo y en previsi¨®n de que lo mataran de verdad nombr¨® a su hermano Ra¨²l heredero y sucesor.
Cincuenta a?os despu¨¦s, el 31 de julio de 2006, Fidel Castro falleci¨®, esta vez de muerte pol¨ªtica por enfermedad, y rubric¨®, aunque de manera provisional, el derecho sucesorio de su hermano a trav¨¦s de una Proclama al pueblo de Cuba. El traspaso de la "soberan¨ªa popular" a Ra¨²l Castro fue refrendado dos a?os m¨¢s tarde, el 24 de febrero de 2008, por la Asamblea Nacional del Poder Popular despu¨¦s de la renuncia del dictador a ser reelegido jefe de Estado.
En ninguna de las tres muertes de Fidel Castro se pudo realizar el correspondiente funeral porque el dictador reapareci¨® siempre, la ¨²ltima vez amortajado con un ch¨¢ndal de Adidas. Pero despu¨¦s de esa ¨²ltima resurrecci¨®n, Ra¨²l Castro pudo recibir por fin el legado prometido tantas veces tantos a?os atr¨¢s.
Cuba es una aldea Potemkim, una fantasmagor¨ªa escondida detr¨¢s de enormes decorados construidos con palabras, pero tan eficaces y resistentes como los de cart¨®n piedra que mand¨® construir el valido de Catalina II de Rusia para ocultarle la miseria de su pueblo. Como Grigori Alex¨¢ndrovich Potemkim, Fidel Castro supo urdir un fant¨¢stico artificio para disfrazar la verdadera naturaleza de su r¨¦gimen. La lucha contra el "imperio" le dio argumentos para justificarlo todo, la militarizaci¨®n de la sociedad, la falta de libertades, el encarcelamiento de los disidentes, la cartilla de racionamiento, la falta de transporte, la precariedad de la vivienda, los apagones, la prohibici¨®n para salir del pa¨ªs, el veto a Internet... Cuba est¨¢ en guerra y la guerra lo justifica todo.
Pero detr¨¢s de los cantos marciales se esconde la miseria de un sistema opresor e incapaz que publicita hasta el cansancio victorias pasadas, sobre todo en materia de salud y educaci¨®n, cuando la isla flotaba en un relativo mar de bonanza gracias al man¨¢ sovi¨¦tico. La desaparici¨®n de la URSS condujo a un "periodo especial" en el que se tuvieron que aplicar "recetas capitalistas" para salir de la crisis, como la reapertura de los mercados agropecuarios y la concesi¨®n de licencias para trabajadores por cuenta propia, adem¨¢s de la despenalizaci¨®n del d¨®lar y la creaci¨®n de empresas mixtas, sobre todo en el sector tur¨ªstico.Aquellos "males necesarios" evitaron que la revoluci¨®n colapsara, pero introdujeron un peligroso factor de desestabilizaci¨®n. En un discurso en la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005, Fidel Castro llam¨® a "refundar la sociedad socialista" porque, seg¨²n ¨¦l, la revoluci¨®n estaba en peligro de desaparecer minada por la corrupci¨®n. "?Cu¨¢ntas formas de robos hay en este pa¨ªs?", pregunt¨® el dictador.
Meses despu¨¦s, en el fragor de la batalla contra el "debilitamiento ideol¨®gico", el defenestrado Carlos Lage, entonces vicepresidente del Consejo de Estado, dijo sin pesta?ear que "la primera tarea de un jefe es que no le roben". El problema es que en Cuba una gran parte de los ciudadanos se ven obligados a robar para poder sobrevivir, pero no lo llaman robar, lo llaman resolver.
Resolver es salir del "mundo feliz" que describen los medios oficiales y entrar en el mundo real donde el salario, en pesos cubanos, impide a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n acceder a los bienes de consumo que el Gobierno vende en pesos convertibles, con un valor 24 veces mayor.
El af¨¢n de los cubanos, uno de sus m¨¢s importantes objetivos, es hacerse con esa moneda a toda costa. Las empresas del Estado son orde?adas sistem¨¢ticamente y los productos vendidos en la bolsa negra para obtener la preciada divisa. Ese empe?o por resolver el d¨ªa a d¨ªa es, parad¨®jicamente, uno de los mayores logros de la revoluci¨®n porque, al condenar a los cubanos a la pura supervivencia, les ha privado de la "funesta man¨ªa de pensar". S¨®lo unos "locos" se han arriesgado a exigir derechos y libertades, pero han sido aplastados sin piedad.
Cuba tiene, en cifras absolutas, el mayor n¨²mero de presos de conciencia del mundo: 205 personas encarceladas por motivos pol¨ªticos o pol¨ªtico-sociales, de los cuales 66 han sido adoptados como prisioneros de conciencia por Amnist¨ªa Internacional.
Fidel Castro deja una triste herencia despu¨¦s de gobernar durante medio siglo. Nunca en la historia del pa¨ªs una sola persona concentr¨® tanto poder durante tanto tiempo. Nunca se produjo en Cuba una sucesi¨®n din¨¢stica. Ahora un Castro sucede a otro Castro y a ¨¦l le toca organizar los funerales por una revoluci¨®n que muri¨® hace mucho tiempo.
Se ha especulado mucho sobre las intenciones de Ra¨²l Castro de importar el modelo chino o vietnamita, un capitalismo de Estado bajo el f¨¦rreo control del Partido Comunista, y quiz¨¢s ¨¦se sea su primer objetivo. Pero su mirada es de m¨¢s largo alcance. La respuesta al envite de Barack Obama podr¨ªa ser el blanqueo de la revoluci¨®n a trav¨¦s de una "democracia" surgida de las entra?as del sistema, como ocurri¨® en la Rusia poscomunista. Bastar¨ªa con alumbrar un partido fuerte nacido de la pira funeraria de la revoluci¨®n despu¨¦s de enterrar definitivamente el cad¨¢ver insepulto de Fidel Castro.
Vicente Bot¨ªn fue corresponsal de TVE en Cuba y es autor del libro Los funerales de Castro, que la editorial Ariel publicar¨¢ a finales de mayo.
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