De 'pervertido' a h¨¦roe
Con 17 a?os de edad fue detenido por cuatro polic¨ªas y pas¨® tres meses en prisi¨®n por ser homosexual. Treinta y tres a?os m¨¢s tarde, Antonio Ruiz ha sido resarcido con 4.000 euros
Vive estos d¨ªas como en una nube, agarrado a su expediente carcelario, el que tantos disgustos le caus¨® hace 33 a?os y tantas satisfacciones le est¨¢ dando, parad¨®jicamente, ahora. Antonio Ruiz, nacido en Xirivella (Valencia) hace 50 a?os, se sabe un s¨ªmbolo. Un ejemplo elocuente del largo camino recorrido por el movimiento gay en Espa?a, desde la marginaci¨®n y la c¨¢rcel, entre 1954 y 1979, hasta el ¨¦xito social de hoy, rubricado por el gesto sin precedentes del Gobierno, que acaba de otorgarle 4.000 euros como indemnizaci¨®n por los tres meses pasados en la prisi¨®n de Badajoz en 1976. "No soy el que m¨¢s ha sufrido. Eso que se lo quite la gente de la cabeza. Pero mi caso ha sido el m¨¢s f¨¢cil de aprobar por la comisi¨®n que se ocupa de nuestro caso", cuenta ante un campari, "porque mi expediente lo ten¨ªan hace mucho. Hay 185 personas en mis circunstancias que tambi¨¦n cobrar¨¢n".
La Ley de Vagos y Maleantes de 1954 trataba de 'limpiar' la calle de supuestos pervertidos
Si ¨¦l ha sido el primero es porque ha pasado los ¨²ltimos a?os -ya con una baja m¨¦dica por el sarcoma de Kaposi que padece- enfrascado en la batalla por ese resarcimiento econ¨®mico a los homosexuales encarcelados durante el franquismo y el posfranquismo. Una batalla que comienza en 1999 y que cobra fuerza tras la creaci¨®n de la Asociaci¨®n de Ex Presos Sociales en 2004. Son casi 10 a?os de idas y venidas al Congreso de los Diputados. De entrevistas con parlamentarios de todos los grupos, incluido el PP, "que nos recibi¨® cuando ya no estaba en el Gobierno", precisa. Claro que ning¨²n apoyo tan s¨®lido como el de Izquierda Unida, la formaci¨®n a la que est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo. Primero hubo un reconocimiento institucional en 2004 y, finalmente, una partida en los Presupuestos del Estado de cuatro millones de euros para saldar lo que ¨¦l considera una deuda pendiente con un colectivo de unas 3.000 o 4.000 personas. "Esa cifra corresponde a los que fueron fichados como homosexuales en aquellos a?os. Los que pasamos por las c¨¢rceles no seremos m¨¢s de 500", puntualiza Antonio Guti¨¦rrez Dorado, vicepresidente de la misma asociaci¨®n, en conversaci¨®n telef¨®nica desde su peluquer¨ªa El Tup¨¦ de M¨¢laga.
Guti¨¦rrez, que pas¨® m¨¢s de seis meses en la Modelo de Barcelona en dos etapas distintas, tiene una historia novelesca a sus espaldas, que incluye una fuga de su casa, a los 17 a?os, y un a?o como postulante en un monasterio de Soria. "Los monjes eran unas personas maravillosas. Todav¨ªa tenemos amistad", cuenta. Y aunque el grueso de los homosexuales con derecho a indemnizaci¨®n fueron los represaliados con la Ley de Vagos y Maleantes de 1954, ¨¦l est¨¢ seguro de una cosa: "Fue mucho m¨¢s dura la represi¨®n con la Ley de Peligrosidad y Rehabilitaci¨®n Social de 1970 a 1979".
Si con la primera se trataba de limpiar la calle de supuestos pervertidos, con la segunda se pretend¨ªa curarles, desde la convicci¨®n de que la homosexualidad era una enfermedad. Espa?a no era un caso aislado. Hasta 1973, la homosexualidad estuvo considerada como un trastorno mental por la Asociaci¨®n Psiqui¨¢trica Americana y la OMS la mantuvo como tal hasta los a?os noventa. "Se nos ha perseguido en todas partes, eso es cierto", admite Antonio Ruiz S¨¢ez, "y en ning¨²n pa¨ªs se han aprobado indemnizaciones como la que me han dado a m¨ª". El expediente 138/76, que lleva bajo el brazo, es un sobrio y elocuente relato de un drama. En ¨¦l est¨¢n sus fotos de adolescente, de frente y de perfil - "era guap¨ªsimo, ?verdad?"-; los informes de los cuatro polic¨ªas que le detuvieron, el 4 de marzo de 1976; las requisitorias del magistrado del Tribunal de Peligrosidad y Rehabilitaci¨®n Social de Valencia, pidiendo los antecedentes penales del expedientado y ordenando, finalmente, su ingreso en prisi¨®n. En ese escrito, el juez reclamaba: "Exp¨ªdase oficio al se?or m¨¦dico forense para que reconozca al expedientado y emita el correspondiente informe antropol¨®gico, ps¨ªquico y patol¨®gico". Primero estuvo en la prisi¨®n de Valencia; luego, en la c¨¢rcel de Carabanchel de Madrid; finalmente, y hasta junio de ese a?o, en la de Badajoz. "Hac¨ªamos balones de f¨²tbol de cuero. Yo creo que por eso odio el f¨²tbol", cuenta.
Le pusieron en libertad el 5 de junio, el d¨ªa en que cumpl¨ªa 18 a?os. Si la c¨¢rcel hab¨ªa sido dura, m¨¢s dura result¨® su reinserci¨®n en una sociedad hostil. Primero, en calidad de desterrado, vivi¨® un a?o en Denia (Alicante) en casa de un t¨ªo. Aunque no dur¨® mucho all¨ª. "Buscaba mi camino", dice, y termin¨® por dedicarse a la prostituci¨®n. "Pero no era como ahora. Ten¨ªa mis amantes. Con uno, abogado, aprend¨ª a escribir a m¨¢quina, otro me encontr¨® un empleo en Dragados y Construcciones, y hubo uno con el que aprend¨ª algo de pol¨ªtica", dice con gesto coqueto y enigm¨¢tico.
El tiempo y la distancia han permitido a este antiguo ebanista y pastelero, que dej¨® la escuela a los 14 a?os, revisitar su historia. Ruiz cuenta que fue denunciado por una monja. Los funcionarios franquistas se?alan en su expediente que ¨¦l declar¨® haber sido denunciado por su madre. "Claro, pero es que entonces yo no conoc¨ªa bien la historia", arguye Ruiz. Lo que s¨ª reconoce es que, antes de que llegara la polic¨ªa a buscarlo, hab¨ªa pasado por el hospital provincial tras un intento de suicidio. Fue despu¨¦s de anunciar que quer¨ªa marcharse con un joven amante. "Se me ech¨® encima toda la familia", cuenta.
Era el mayor de cinco hermanos y los tres chicos menores fueron interrogados en un convento para averiguar si hab¨ªan sido corrompidos. La culpa era de la Iglesia. Antonio Ruiz no admite ninguna responsabilidad de su madre, que ser¨¢ la principal beneficiaria de esos 4.000 euros de la indemnizaci¨®n. "Voy a quitarle el ba?o para ponerle un plato de ducha, porque tiene mal la cadera", dice. Madre e hijo conviven en el mismo piso en el que irrumpi¨® la polic¨ªa para detenerle a ¨¦l hace 33 a?os.
No hay sombra de rencor entre ellos. Es la hora de la restituci¨®n. Aunque Guti¨¦rrez Dorado cree que no ser¨¢ completa "hasta que no se suprima el registro de peligrosos sociales que se guarda todav¨ªa en los archivos de la Direcci¨®n General de la Seguridad del Estado". Y hay algo m¨¢s. "Queremos que la homofobia sea un delito". ?Quieren ver en la c¨¢rcel a los que no simpatizan con los homosexuales? "Queremos que se penalice a los que hagan apolog¨ªa de la homofobia. Igual que pasa con el racismo o el Holocausto". Nadie duda de que lo lograr¨¢n.
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