Forl¨¢n obra el milagro

Puede ocurrir, y ocurre, que Perea se ciegue, acuda a quitarle el bal¨®n a un rival y casi le quite un ojo. Puede ocurrir, y ocurre, que Pern¨ªa no mida una entrada y zancadillee al primero que pase por su ¨¢rea. Puede ocurrir, y ocurre, que el Atl¨¦tico defienda de forma indecente una simple falta lateral. Pero puede ocurrir tambi¨¦n, y ocurre, que Forl¨¢n y Ag¨¹ero, los chicos que engrandecen a un equipo demasiadas veces peque?o, se rebelen ante tama?a catarata de desprop¨®sitos. Y puede ocurrir, y ocurre, que conviertan a una piltrafa de equipo en una apisonadora que se lleve todo por delante. Como ocurri¨® ayer, cuando tras ir perdiendo 0-2 y con uno menos durante un hora el Atl¨¦tico enga?¨® a su triste destino. Y Ag¨¹ero y Forl¨¢n se negaron a dejarle morir.

Se hab¨ªa suicidado el equipo, pero Ag¨¹ero y su compa?ero se negaron a dejarle morir

En diez minutos el Atl¨¦tico amenaz¨® con mandar a la basura sus ilusiones, sus aspiraciones europeas, el apoyo de su p¨²blico, la temporada entera. En diez minutos el Atl¨¦tico se vol¨® la sien una, dos, tres veces, entre el pavor de sus fieles y el jolgorio del rival. En diez minutos, los que van del 30 al 40, el Atl¨¦tico opt¨® por inmolarse, empe?ado en regalar un triunfo que necesitaba como el comer para mantener vivo su sue?o europeo, aunque sea la pedrea de la Copa de la UEFA.

Imposible cometer tantos disparates en tan corto espacio de tiempo. El museo de los horrores lo abri¨® Perea, que cay¨® a la banda para cruzarse ante Chica, que iba como un tiro, con la pretensi¨®n de sacarle el bal¨®n. Un ojo le sac¨®. El colombiano le golpe¨® en la cara con una violencia salvaje, provoc¨¢ndole una herida en la ceja y abri¨¦ndole el p¨®mulo. Nada vio el ¨¢rbitro, que ni siquiera pit¨® falta. Pero mejor ¨®ptica tuvo su auxiliar, que le avis¨® de la agresi¨®n. A la calle se fue Perea.

Hasta entonces, el partido hab¨ªa sido igualado, sin apenas ocasiones y con el Espanyol, eso s¨ª, dominando el bal¨®n, asunto sencillo cuando enfrente est¨¢ el Atl¨¦tico. Vio la roja Perea y al instante Pernia zancadille¨® a Iv¨¢n Alonso en el ¨¢rea cuando ¨¦ste ni siquiera ten¨ªa ¨¢ngulo. Nen¨¦ marc¨® el penalti. Un suspiro despu¨¦s, el propio Nen¨¦ mand¨® una falta al ¨¢rea, Ra¨²l Garc¨ªa la despej¨® hacia atr¨¢s y Jarque empuj¨® con el muslo el 0-2. El Atl¨¦tico hab¨ªa tardado 40 minutos en suicidarse.

Pero del vestuario, tras el descanso, no volvi¨® un equipo. Volvi¨® una manada. Forl¨¢n abander¨® la conjura y el Atl¨¦tico se agigant¨®. Agarr¨® el uruguayo el bal¨®n en la zona de tres cuartos, avanz¨® y solt¨® un zurdazo que Kameni ni vio. Un rato despu¨¦s, Pern¨ªa chut¨® cruzado con la suerte de que en la trayectoria del bal¨®n apareciera Ag¨¹ero, que empuj¨® en el segundo palo. Desatado estaba el Atl¨¦tico, perplejo el Espanyol. Que intent¨® estirarse, aprovechar los agujeros que, lanzado, dejaba el Atl¨¦tico en defensa.

Pero, aun con uno menos, los rojiblancos siguieron apretando en busca de un triunfo imposible. Assun?ao, al que le vino de vicio la ayuda de Banega, comenz¨® a aparecer por todos los sitios, lo que no dej¨® de ser noticia. Los de Pochettino no frenaban la avalancha, la marabunta hecha equipo. Sin embargo, el cansancio pasaba factura a unos tipos, los de rojiblanco, que intentaban salir a trompicones del infierno. Ag¨¹ero no pod¨ªa con su alma, ni Forl¨¢n con la suya, ni Simao con la suya. ?O s¨ª pod¨ªan? En el minuto 93, Simao vio el desmarque de Forl¨¢n, un dios en este equipo, le mand¨® el bal¨®n por un hueco inexistente y el uruguayo super¨® a Kameni, obrando el milagro, incendiando un estadio que minutos antes era un velatorio, levantando de la lona a un equipo roto en pedazos, convirti¨¦ndolo, otra vez, en un equipazo: el Atl¨¦tico de Forl¨¢n.