El pa¨ªs donde no se aplaude
Caminaba la noche del mi¨¦rcoles pasado por callejuelas del viejo Madrid acompa?ado por Javi y Juantxo cuando nos extra?¨® la gran expectaci¨®n que mostraban j¨®venes en bares y tabernas gritando ante los televisores. Cre¨ªmos al principio, tras la humillante derrota del Madrid ante el Bar?a d¨ªas antes, que estaban alentando al Chelsea, pero no, animaban al Bar?a que estaba perdiendo. Cuando Iniesta meti¨® el gol, un grito de euforia espont¨¢neo, como hac¨ªa tiempo no hab¨ªa escuchado, se apoder¨® de la calle. No pudimos vencer la curiosidad ante tal nivel de solidaridad en Madrid y entramos en la tasca m¨¢s cercana.
El camarero, que ten¨ªa unos veintis¨¦is a?os, me contest¨® que todos prefer¨ªan que ganase el Bar?a porque al fin y al cabo es un equipo espa?ol y porque, adem¨¢s, as¨ª tiene mayor inter¨¦s y emoci¨®n la final de la Champions. Nos miramos los tres amigos sorprendidos ante tan sencilla respuesta, todav¨ªa afectados por los tremebundos discursos que soltaran Ibarretxe y Egibar sobre la gran conspiraci¨®n espa?ola contra el pueblo vasco -tan parecida a aquella de Franco de "la masoner¨ªa, el comunismo y el liberalismo"- el d¨ªa de la investidura de Patxi L¨®pez.
Nosotros no estamos acostumbrados a esas muestras de solidaridad por encima de la amargura de haber sido goleados cuatro d¨ªas antes por el propio Bar?a. Pelillos a la mar, talante deportivo, aplauso al campe¨®n catal¨¢n. C¨®mo no ¨ªbamos a estar extra?ados cuando aqu¨ª no se aplaude a nadie. Los del PNV no aplaudieron en Gernika a L¨®pez cuando ¨¦ste recibi¨® la makila. Por lo visto, estaban cabreados y hab¨ªa que demostrarlo. Pero peor fue lo de los socialistas d¨ªas antes, pues despu¨¦s de votarle a Arantza Quiroga como presidenta del Parlamento vasco tuvieron un comportamiento poco educado. Como siguiendo una consigna, no le aplaudieron, y eso que no deb¨ªan estar cabreados. Los ¨²nicos que aplauden a todas son los del PP, pero ya sabemos que son de liviano pensar, poco fiables, y, adem¨¢s de espa?oles, de derechas.
El cambio de poder se ha dado. "Cambio hist¨®rico", ha sido denominado, aunque cambio con algunos roces y malos modales que esperemos que el tiempo haga desaparecer. Como la denominaci¨®n de "pacto antinatura" para lo que es el ¨²nico pacto posible. ?Desde cu¨¢ndo la izquierda asume el idealismo plat¨®nico?: el que se consideraba natural ni era cambio ni era pacto. Con el tiempo, todo se ver¨¢ m¨¢s claro.
Sal¨ª de Madrid por delante de la plaza de toros de Las Ventas y puedo asegurarles que all¨ª no vi la cabeza de Ibarretxe en pica alguna, como metaf¨®ricamente acusara Egibar. Los espa?oles no hacen esas cosas, son poco rencorosos. Si no se lo creen, se lo preguntan a Javi y a Juantxo. Pero de lo que pueden estar seguros es que yo nunca aplaudir¨¦ al Bar?a si le gana ma?ana al Athletic. Soy vasco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.