Otro coche en llamas en mi bloque
Familias reci¨¦n llegadas al antiguo poblado de Plata y Casta?ar queman veh¨ªculos robados para borrar huellas y los lanzan contra casas del barrio
Las 120 familias del bloque bajaron corriendo en pijama a la calle a las once de la noche del pasado lunes. Conven¨ªa apartarse, porque una bola de fuego se deslizaba a velocidad creciente sobre sus casas. Un coche robado y quemado, un monovolumen, que los vecinos que viven al otro extremo de la v¨ªa Afluentes, en el distrito de Villaverde, hab¨ªan lanzado desde un peque?o otero. El veh¨ªculo explot¨®, varado en un bad¨¦n a pocos metros de una conducci¨®n de gas del edificio. Cerca del esqueleto quemado, una manada de perros salvajes que se alimenta en un barre?o se refugiaba en otro despojo met¨¢lico. Otro coche calcinado para borrar huellas. "?ste es el paisaje. Todos los d¨ªas pasan cosas y hay otros coches robados en llamas en el barrio", es el pr¨®logo de los lamentos de Carmen, portavoz de la mancomunidad de vecinos.
Ni el Ayuntamiento ni la polic¨ªa act¨²an, seg¨²n denuncian los vecinos
Una zona que, hasta que se decidi¨® su defunci¨®n en junio de 2005, era el poblado chabolista de Plata y Casta?ar. Entonces se invirtieron, seg¨²n fuentes municipales, cerca de 10 millones de euros y se dibuj¨® un plan que la concejal Ana Botella llam¨® el ecobarrio. Los planes urban¨ªsticos para la zona se empezaron a trazar hace 15 a?os. Y no tienen fecha para concluir.
Hoy, el ecobarrio es un amplio descampado con rastrojos en el que varias caravanas de n¨®madas han aprovechado las viejas infraestructuras de las antiguas chabolas. As¨ª, en cada cruce hay una de estas casas ambulantes con los electrodom¨¦sticos adosados y enchufados a los cables que emergen del suelo. Tambi¨¦n queda alguna de las antiguas casitas bajas. Junto a ellas, decenas de coches aparcados en medio del campo y varios restos de veh¨ªculos quemados. Tambi¨¦n basura, escombros y restos de menaje dom¨¦stico. Pero el Ayuntamiento considera, reiteradamente, que "eso es un asunto policial, no municipal". El hecho de que emerjan nuevos asentamientos, por supuesto, tampoco es imputable a la junta de distrito. La junta de distrito, pues, no tiene nada que decir ni que hacer al respecto. "Cosas de vandalismo", concluye una portavoz.
La relaci¨®n entre los habitantes del extremo del descampado y los de los bloques es tensa. Varios vecinos muestran denuncias por agresiones. Un labio partido, un tir¨®n de pelos. Muchas amenazas: "?Marrana, te voy a matar!". Marisa, otra de las vecinas, tambi¨¦n apunta a que los moradores de la colina entran en las calles en direcci¨®n contraria. Las denuncias han llevado a Carmen, en representaci¨®n de m¨¢s de 120 familias, hasta la Junta de Distrito de Villaverde. Pero no le dan respuestas, dice. "Hay muchos problemas en varias zonas del distrito", le comentaron. Tampoco en la comisar¨ªa de polic¨ªa, donde asegura que le han recomendado "dar publicidad al asunto para que los pol¨ªticos act¨²en".
En las caravanas no hay nadie por la tarde. S¨®lo algunas personas que caminan sin direcci¨®n aparente. No quieren hablar. No saben nada. No recuerdan que "todos los fines de semana" ardan coches.
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