?Peri¨®dicos en extinci¨®n?
El peri¨®dico ha muerto. ?Viva el peri¨®dico! Esta proclama regia podr¨ªa ilustrar el cambio que sufren o van a sufrir los peri¨®dicos de todo el mundo. Todav¨ªa faltan unos cuantos a?os para el deceso forzado, pero la sucesi¨®n est¨¢ garantizada. Hace unos d¨ªas, Juan Luis Cebri¨¢n, consejero delegado de PRISA, declaraba a la revista Esquire que no sab¨ªa si habr¨¢ peri¨®dicos, pero s¨ª que habr¨¢ periodistas. Comparto su afirmaci¨®n y subo la apuesta: siempre habr¨¢ peri¨®dicos porque siempre habr¨¢ periodistas.
Lo que se extingue es el imperio del papel, no el futuro de quienes, con su trabajo, "dibujan el rostro del tiempo", la tarea de todo gran peri¨®dico, seg¨²n Joseph Roth. Un objetivo ¨¦ste insoslayable para una sociedad que quiere conocerse a s¨ª misma. El papel es s¨®lo una herramienta gastada llamada a desaparecer. Lo realmente importante es que el retrato que se ense?a sea fiel y certero. La opini¨®n no enga?a, pero la informaci¨®n s¨ª, aseguraba Haro Tecglen. Y nos puede enga?ar se pinte en donde se pinte, sobre un papel o sobre una pantalla.
La irrupci¨®n de Internet, adem¨¢s del descenso de los ingresos publicitarios, se ha convertido en el principal agente devorador del peri¨®dico impreso. Nunca qued¨® tan en evidencia su fragilidad de papel. La Red se muestra intratable. Por su gratuidad, por su celeridad en actualizar la actualidad, por permitir la participaci¨®n directa del lector, el proceso de absorci¨®n es imparable. Poco puede hacer frente a esta opa natural una especie de hoja caduca.
Y no s¨®lo la del peri¨®dico. Al libro le empieza a pasar lo mismo. Su variante electr¨®nica amenaza la existencia de su formato tradicional. Ser¨¢n los mismos libros que conocemos pero con un s¨®lo collar. ?Cu¨¢ntas estanter¨ªas ir¨¢n a la calle! Podr¨ªamos resumir todo el cuento a lo Monterroso: cuando ya no quede un libro en pie, todav¨ªa existir¨¢n periodistas para hacer peri¨®dicos.
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