Un cursillo
?Qui¨¦n es m¨¢s chorizo?: ?el que mete la mano en la caja y sabe que est¨¢ robando o el que lo hace pensando que est¨¢ en su derecho? Por otra parte, ?qu¨¦ es robar?: ?apropiarse toscamente de lo ajeno o beneficiarse de privilegios que ¨¦ticamente no te corresponden? Pienso en esto cuando estudio la cara de sorpresa de las personas imputadas en delitos de corrupci¨®n. Sorpresa, verg¨¹enza, hundimiento que se evidencia en el rostro. Est¨¢ claro que no se esperan ese mazazo: su gesto al entrar en los juzgados no es el de quien act¨²a al margen de la ley, sino de quien cree que ostentar un cargo p¨²blico es una manera peculiar de regentar una posesi¨®n privada.
La corrupci¨®n brota a¨²n en los pa¨ªses donde los pol¨ªticos andan m¨¢s aleccionados en materia de honradez, pero en Espa?a da la impresi¨®n de que los partidos han sido incapaces de adiestrar al batall¨®n en lo que significa estar al servicio de una comunidad. No creo que seamos un pa¨ªs intr¨ªnsecamente proclive a la corrupci¨®n, aunque algo hay escrito sobre la marruller¨ªa propia de los pa¨ªses mediterr¨¢neos; siendo justos, habr¨¢ que achacarlo a una mala pedagog¨ªa. Hablo de los pol¨ªticos y sus "operarios", claro. La cara de Francisco Correa, el que fuera testigo de la gran boda, resum¨ªa el otro d¨ªa lo antes dicho. No cuadra que alguien tan descaradamente dispuesto a trapichear con el poder y jactarse de su capacidad de influencia, se muestre hoy tan f¨ªsicamente hundido. Es como si jam¨¢s, hasta el momento mismo de su detenci¨®n, hubiera ca¨ªdo en la cuenta de que sus negocios eran irregulares. No se trata de repartir tontamente responsabilidades, pero dado que no hay nada m¨¢s habitual que observarles esa cara de susto cuando son se?alados, ?no deber¨ªan los partidos dar alg¨²n tipo de cursillo previo a la configuraci¨®n de listas sobre lo que significa representar la voluntad popular?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.