Menchov marca los l¨ªmites de Armstrong
El tejano pierde tres minutos en los Dolomitas y Sastre resiste
Durante la cena, los ciclistas son chicos normales que oyen La chica de ayer como quien oye llover, asoci¨¢ndola a la sonrisa falsa del hijo de Iglesias, y que comen sin mirar al plato, un codo sobre la mesa, un m¨®vil en la mano, una pantalla que esclaviza sus ojos. Son chavales como cualquiera que cuando hablan no expresan lo que sienten. Que huyen del compromiso. "No me tires de la lengua", dice Denis Menchov ante quien insiste en conocer sus planes; "no quiero responsabilidades, no quiero proclamarlas, no quiero que me pasen factura". Lo dice la v¨ªspera de los Dolomitas, la v¨ªspera de su transformaci¨®n.
Los ciclistas son como cualquier chaval, pero, cuando beben una copa de champ¨¢n o de prosecco, estamos en Italia, no se dejan invadir por la a?oranza de su chica, sino que piensan en Anquetil, que no se privaba de las burbujas; homenajean su forma de convertir el deporte del sudor sucio en alta costura. Un ciclista es un chico que parece que pasa hambre, pura colecci¨®n de huesos bajo una piel fina, hasta que monta sobre una bicicleta. Se transforma, entonces, en un ser h¨ªbrido: habla con las piernas, piensa con el coraz¨®n. Se compromete.
"Ya dije que no iba a estar bien la primera semana", se justifica el estadounidense
"Por qu¨¦ no iba a intentar ganar", dice Menchov, tras un sprint salvaje y victorioso, 350 metros inacabables, iniciados con el chupinazo de Carlos Sastre, que puso en movimiento a Danilo di Luca, tan hermoso en su maglia rosa; que proyect¨® a Menchov, un ruso de Pamplona, un Indurain invencible en llegadas como la de ayer. "No descubro nada dej¨¢ndome ver tan pronto. Los dem¨¢s saben que estoy mejor que en 2008, que puedo hacer un gran Giro".
Los dem¨¢s son la media docena de "pretendientes" que aguantaron hasta el final la criba dirigida por las maglias verdes del Liquigas y personificada en el dur¨ªsimo ritmo impuesto, hasta que faltaban cuatro kil¨®metros, por el polaco Szmyd y despu¨¦s el italiano Basso, inmenso en cabeza, los ojos brillantes, los dientes blanqu¨ªsimos, como en sus tiempos de gloria y miedo. Doblaron la espalda Cunego, el gran derrotado (perdi¨® 2m 39s) y Simoni, el decano de los grandes (47s). "L¨¢stima que la etapa no fuera m¨¢s larga y la subida m¨¢s dura", dijo Basso. Dobl¨® la espalda, pero antes, Armstrong, que perdi¨® 2m 58s. "Ya dije que no iba a estar bien la primera semana", admiti¨®; "esperaba perder dos minutos y he perdido tres, no est¨¢ tan mal...".
A Armstrong tambi¨¦n se le distingue porque a su lado, en los momentos malos, siempre pedalean Chechu Rubiera y Dani Navarro, su guardia asturiana. "Es mi trabajo, tengo que estar con ¨¦l y... le admiro", dice Rubiera, que ya form¨® parte de su guardia de corps en el imperio invencible del Discovery y el US Postal. A Rubiera no le importa expresar sus sentimientos. "Si en Espa?a nos quisieran m¨¢s...", dice; "lo mismo que en Italia, por ejemplo".
Quinta etapa: 1. D. Menchov (Rus. / Rabobank), 3h 15m 23s. 2. D. di Luca (Ita. / LPR), a 2s. 4. I. Basso (Ita. / Liquigas), a 5s. 7. C. Sastre (C¨¦rvelo), a 19s. 35. L. Armstrong (EE UU / Astana) a 2m 58s. General: 1. D. di Luca, 16h 20m 44s. 6. I. Basso (Ita. / Liquigas) a 1m 6s. 7. C. Sastre, a 1m 16s. 22. L. Armstrong, a 3m 34s.
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