Cambio de modelo y 'pr¨ºt-¨¤-porter'
Algunas afirmaciones de nuestros representantes pol¨ªticos y econ¨®micos nos pueden parecer atractivas, incluso brillantes, siempre que no cometamos el error de examinarlas con atenci¨®n. El presidente del Gobierno acaba de proponer en el debate del estado de la naci¨®n un cambio urgente de modelo econ¨®mico, la transformaci¨®n del actual patr¨®n de crecimiento, muy sesgado hacia la inversi¨®n en viviendas -que supuso un 18% del PIB en 2007- por otro basado en la inversi¨®n en tecnolog¨ªa, ciencia e innovaci¨®n.
No niego que dicho cambio sea necesario, me parece acertado suprimir a partir de 2011 la desgravaci¨®n fiscal a la vivienda, reducir el impuesto de sociedades -lo propuse en EL PA?S en octubre de 2008- y dotar con 420.000 ordenadores a los chavales de primaria, pero no es la panacea. La econom¨ªa no es una m¨¢quina de bebidas donde se aprieta un bot¨®n y obtenemos un refresco. ?se es el buen camino, pero requiere una estrategia con un ritmo de acci¨®n y con benchmarks y objetivos cuyo cumplimiento podamos todos verificar.
Hay que mantener la apuesta por el capital tecnol¨®gico de manera sostenida en el tiempo
Por eso, afirmar que tenemos que "cambiar el modelo productivo" como si pudi¨¦semos hacerlo en un santiam¨¦n es un planteamiento simplista y peligroso, signo inequ¨ªvoco de la crisis de visi¨®n que aqueja al pensamiento econ¨®mico y pol¨ªtico en Espa?a. Si nuestros partidos han dedicado apenas unas l¨ªneas en sus programas para las europeas a las cuestiones sobre I+D+i, les rogar¨ªa que no nos vendan ilusiones hueras.
No anuncien que van a recoger la cosecha si no est¨¢n dispuestos a plantar la simiente. Hagan como en la Cumbre de Barcelona de 2002, que concibi¨® una estrategia y dio de plazo hasta 2010 para aumentar hasta el 3% del PIB la inversi¨®n en I+D+i en la UE. Jap¨®n supera este porcentaje, EE UU alcanza esa cifra, y Canad¨¢ espera lograrla pronto, pero los europeos no lo alcanzaremos en 2010. ?M¨¢s nos vale! Si lo hici¨¦semos, la UE necesitar¨ªa de golpe unos 700.000 investigadores adicionales para absorber los recursos puestos a disposici¨®n del sector.
En el caso de Espa?a, que lleva 30 a?os de retraso sobre los pa¨ªses pioneros en I+D+i, gastar de repente el 3% del PIB en I+D+i equivaldr¨ªa a tener que formar unas decenas de miles de nuevos investigadores en apenas 18 meses, o tener que traerlos del extranjero, lo que supondr¨ªa malgastar un dinero p¨²blico muy escaso en estos momentos. Necesitamos, pues, una estrategia realista, un calendario a largo plazo con benchmarks verificables para que empresas, innovadores e investigadores exploten con eficiencia los recursos disponibles.
Pero tambi¨¦n necesitamos dosis elevadas de tenacidad y paciencia. A finales de los ochenta, los americanos debatieron las razones del pobre crecimiento de la productividad de su econom¨ªa a ra¨ªz de la crisis de 1973. No entend¨ªan por qu¨¦ despu¨¦s de 20 a?os invirtiendo en ordenadores, ese esfuerzo inversor no quedaba reflejado en aumentos de productividad.
David Romer, padre de los modelos de crecimiento end¨®geno, en un art¨ªculo publicado en Brookings Papers on Economic Activity (2, 1988) les record¨® que hab¨ªan olvidado una regla b¨¢sica de la contabilidad del crecimiento que ayudaba a explicar esta aparente paradoja: que amplios cambios en la inversi¨®n causan s¨®lo peque?os incrementos en la producci¨®n. La raz¨®n resid¨ªa en que la inversi¨®n era s¨®lo una fracci¨®n relativamente peque?a del PIB y que, adem¨¢s, el producto marginal del capital era tambi¨¦n peque?o.
Por tanto, el rendimiento del impresionante esfuerzo inversor en ordenadores era, en t¨¦rminos de producci¨®n nacional, relativamente bajo. De acuerdo con los c¨¢lculos aproximados que realiz¨®, el stock de capital real en ordenadores se multiplic¨® por 30 de 1965 a 1986. A pesar de ello, en ese ¨²ltimo a?o s¨®lo representaba el 6% del producto interior bruto de EE UU. Por tanto, si el producto marginal del capital era del 0,15, la contribuci¨®n de los ordenadores al aumento del PIB resultaba ser inferior al 1%.
Ni la econom¨ªa espa?ola es la americana ni llevamos decenios manteniendo ese esfuerzo inversor. Por eso, ser¨ªa tranquilizador que nuestros dirigentes explicasen que cuando hablan del "cambio de modelo productivo" no est¨¢n pensando en la Semana de la Moda de Valencia, donde disfrutamos viendo desfilar a Nieves ?lvarez vestida con un outfit de rafia y ladrillo para, segundos despu¨¦s, gozar con las evoluciones de Esther Ca?adas en traje de organza y muselina tecnol¨®gica.
La experiencia americana nos ense?a justo lo contrario, que debemos mantener el tes¨®n en la apuesta por el capital tecnol¨®gico, que un cambio de modelo no es s¨®lo una cuesti¨®n de recursos financieros, sino de visi¨®n estrat¨¦gica combinada con enormes dosis de perseverancia por mantener ese esfuerzo sostenido en el tiempo. Y que, adem¨¢s, debemos tener paciencia para esperar resultados tangibles medidos en incrementos de productividad.
Mientras establecemos unas estrategias que garanticen el buen uso del dinero p¨²blico y esperamos pacientemente el milagro tecnol¨®gico y de la productividad resultante, no podemos dejar desatendidos a los sectores tradicionales, intermedios y avanzados del modelo actual si queremos que el tr¨¢nsito de uno a otro modelo se produzca sin estrangulamientos.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
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