La dignidad del artesano
Todo libro cae en un contexto para el que no hab¨ªa sido forzosamente pensado. Su lectura estar¨¢ siempre sesgada por el trasfondo social y cultural del momento. Richard Sennett acaba de publicar El artesano, el primer volumen de una trilog¨ªa dedicada, seg¨²n sus palabras, a la "cultura material". La palabra artesan¨ªa designa "un impulso humano, duradero y b¨¢sico, el deseo de realizar bien una tarea, sin m¨¢s". Con lo cual es grande la tentaci¨®n de ver en este artesano, que act¨²a con habilidad, compromiso y juicio -sea "un programador inform¨¢tico, un m¨¦dico, un artista" o, simplemente, un ciudadano-, un contrapunto a la cultura de negaci¨®n de los l¨ªmites que nos ha llevado a la crisis actual: la insaciabilidad del especulador, del competidor y del consumidor. El deseo de hacerlo bien que caracteriza al artesano est¨¢ siempre amenazado por la competencia -que prima la plusval¨ªa sobre la calidad-, la frustraci¨®n -por la negaci¨®n del reconocimiento al trabajo bien hecho- y la obsesi¨®n- que es el riesgo que amenaza a todo artesano con la marginalidad-.
El artesano
Richard Sennett
Traducci¨®n de Marco Aurelio Galmarini
Anagrama. Barcelona, 2009
416 p¨¢ginas. 20 euros
Sin embargo, el objetivo del trabajo de Richard Sennett es otro: reivindicar una cultura de lo material que ofrezca "un cuadro de lo que los humanos sabemos hacer" y que reconduzca nuestra relaci¨®n con la naturaleza. Somos materia y accionamos con ella. Y es en esta acci¨®n que el artesano es el m¨¢s h¨¢bil, porque consigue la mejor conexi¨®n entre la mano y la cabeza. Sennett quiere reivindicar el materialismo, una categor¨ªa degradada, "mancillada por el marxismo en la historia pol¨ªtica reciente y por la fantas¨ªa y la codicia del consumidor en la vida cotidiana". Para ello se propone un trabajo en tres partes: El artesano es la primera de ellas; seguir¨¢n otros dos libros: Guerreros y sacerdotes, "sobre la elaboraci¨®n de rituales que administran la agresi¨®n y el fervor", y El extranjero, "sobre las habilidades necesarias para producir y habitar entornos sostenibles".
Sennett hace en El artesano un despliegue de curiosidad -el gran motor del conocimiento- que le lleva por campos tan diversos como la escritura, la arquitectura o la m¨²sica, siempre a la b¨²squeda de la habilidad, la peculiar forma de experiencia con que el artesano se encuentra con la materia y act¨²a sobre ella. Y al mismo tiempo la sensibilidad del violinista frustrado por accidente, que es Sennett, ilumina este viaje antropol¨®gico con un inevitable deje de melancol¨ªa.
El miedo a la materia, a "los dolores y males" que el accionar sobre ella puedan "esparcirse entre los hombres" es tan viejo como el mito de Pandora. Y deriva de lo que Nietzsche llamaba la voluntad de poder. La pulsi¨®n que nos invita a intentar todo aquello que sea posible, nos hace caer a menudo en la inocencia de creer que podemos prescindir de las consecuencias de nuestras acciones. Lo refleja magn¨ªficamente una cita de Robert Oppenheimer, director del Proyecto Manhattan: "Cuando ves algo t¨¦cnicamente atractivo, sigues adelante y lo haces; s¨®lo una vez logrado el ¨¦xito t¨¦cnico te pones a pensar qu¨¦ hacer con ello. Es lo que ocurri¨® con la bomba at¨®mica".
Richard Sennett apela al pragmatismo, "reacci¨®n americana a los males del idealismo europeo". Del pragmatismo se sirve "para dar sentido a la experiencia concreta". "La idea de experiencia como oficio pone en tela de juicio el tipo de subjetividad que anida en el puro proceso de sentir". Lo que le permite defender, apoy¨¢ndose en John Dewey, que "el trabajo que se mantiene impregnado de juego es arte". En la palabra juego, en lo que ella contiene de libertad e inspiraci¨®n en la relaci¨®n con la materia, est¨¢ el secreto. Pero es precisamente el secreto prohibido del trabajo alienado, convertido en simple medio para un fin que determinan otros. Es esta humanizaci¨®n del trabajo la que le lleva a decir: "Las capacidades de nuestro cuerpo para dar formas a las cosas f¨ªsicas son las mismas en que se inspiran nuestras relaciones sociales". Es quiz¨¢s la mejor s¨ªntesis de este libro.
Sennett encuentra tambi¨¦n en el pragmatismo la respuesta al problema ¨¦tico que genera el car¨¢cter ambivalente de nuestra relaci¨®n con la materia: progreso y riesgo, dominaci¨®n y furia. Hay que introducir la ¨¦tica en el proceso. El artesano tiene que hacer una pausa y reflexionar sobre lo que est¨¢ haciendo. La pregunta sobre la finalidad no se puede dejar para despu¨¦s. Y es nuestra imperfecci¨®n la que nos debe servir para recordar que no todo es posible. La ¨¦tica siempre es cuesti¨®n de l¨ªmites. De ah¨ª que Sennett escoja a Hefesto como icono: "Cojo, orgulloso de su trabajo, aunque no de s¨ª mismo, representa el tipo m¨¢s digno de persona a que podemos aspirar".
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