"Me retiro; ?para qu¨¦ voy a seguir haciendo el tonto!"
La octogenaria actriz Mar¨ªa Asquerino corrobora una obviedad: los actores van mucho a restaurantes. Ella a cenar, porque tiene la vieja costumbre de no comer a mediod¨ªa. "Cuando hab¨ªa dos funciones concert¨¢bamos con alg¨²n restaurante para que nos diera de cenar de madrugada, por suerte eso se acab¨®".
Elige el popular Vi?aP de la plaza de Santa Ana de Madrid, al que va con asiduidad y donde los camareros la piropean al entrar. "Est¨¢ cerca de los teatros y me tratan como en casa, adem¨¢s, mira que esparraguitos tan peque?ines, ?y qu¨¦ me dices de las habitas mini!". Existe otra raz¨®n para no comer en casa: "Soy muy vaga, no tengo responsabilidades ni perro que me ladre". No es as¨ª. Siempre ha tenido perro, como sus padres, los tambi¨¦n actores Mariano Asquerino y Elo¨ªsa Muro.
La actriz mantiene a sus 83 a?os la buena costumbre de vivir la noche de Madrid
Siempre fue popular como actriz, y entre la profesi¨®n por sus tertulias de madrugada. Primero, en Oliver, local que hace m¨¢s de 40 a?os mont¨® Adolfo Marsillach. Luego, en Boccaccio donde hab¨ªa una mesa que el Madrid noct¨ªvago llamaba "la de la Asquerino" y todos respetaban. Con ella se sentaban Jos¨¦ Luis Coll, Jos¨¦ Luis Balb¨ªn, Juan Diego, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, Paco Rabal, Asunci¨®n Balaguer... "A veces paso por delante, miro la puerta y pienso lo bien que me lo pas¨¦ ah¨ª dentro", dice nost¨¢lgica.
Los dos locales se han convertido en otra cosa y ella no tiene un sustituto: "Es dif¨ªcil, tiene que ser c¨¦ntrico, acogedor, sin ruido, no caro; con la desaparici¨®n del caf¨¦ del Mar¨ªa Guerrero y como el Teatro Espa?ol no ha hecho nada en el bar, los actores nos hemos quedado moh¨ªnos y hemos dejado de vernos. Una pena, ahora no voy de copas porque no hay donde ir, y eso que siempre hay cosas que compartir. Hablar de pol¨ªtica... La mayor¨ªa somos de izquierdas, comprometidos, ahora no conozco a nadie de derechas". Lo dice tranquila, pero durante a?os le produjo miedo: "Hab¨ªa que hacer equilibrios para vivir, tratando de que no hubiera contradicci¨®n entre lo que se dec¨ªa y c¨®mo se viv¨ªa; lo ¨²nico que me ayudaba era que mis amigos eran de izquierdas".
De vez en cuando, en mitad de la conversaci¨®n, suelta: "?Soy muy mayor!". Lo incre¨ªble es mantener esa lucidez y ese humor con 83 a?os. Y ese cuerpo. "Empec¨¦ a trabajar con 11 a?os y me ha pillado tanta hambruna que no me ha dado tiempo de engordar. Adem¨¢s no soy tragona, pero me recreo con las cosas bien hechas", dice mientras disecciona cual cirujano una dorada. Tambi¨¦n tiene un punto de golosa, pero no toma postre. "Ahora si engordo algo, lo achaco a que no trabajo y no tengo los nervios que produce".
Mir¨¢ndola viene a la memoria la aseveraci¨®n de Severo Ochoa que dec¨ªa que hab¨ªa que elegir mujer con unos bellos ojos, porque la hermosura desa-parec¨ªa, pero la mirada nunca. La suya es muy atractiva; toda ella tiene un aire juvenil, a pesar de lo cual anuncia su retirada: "?Para que voy a seguir haciendo el tonto!, tengo una edad estupenda para retirarme". S¨®lo se arrepiente de no haber tenido hijos: "No me habr¨ªa quedado sola como un pobre perro en la carretera". Estuvo casada una vez entre los 17 y los 19 a?os: "He tenido varios novios que no menciono, algunos son casados y no hay que molestar". Finalmente, habla de Fern¨¢n-G¨®mez: "?Le he admirado y querido tanto!".
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