"Me chiamo Pedro"
Horrillo, en coma inducido tras sobrevivir milagrosamente a una ca¨ªda por un precipicio de 80 metros en los Alpes
Pedro Horrillo, un ciclista de 34 a?os, casado y padre de dos ni?os peque?os, sali¨® en bicicleta de Morbegno, sano y fuerte, un toro, a las 12.08; a las 14.08, tom¨® recta una curva a izquierdas en el veloz descenso del Culmine di San Pietro y cay¨® por un barranco, una pared vertical de 80 metros; a las 15.45, lleg¨® en helic¨®ptero, el cuerpo destrozado, entubado, inconsciente, inmovilizado, la cabeza rodeada de una f¨¦rula, al hospital de B¨¦rgamo, donde qued¨® ingresado, en coma farmacol¨®gico, en su unidad de cuidados intensivos con un drenaje en los pulmones.
En su largo, infinito, descenso -80 metros equivale a una edificio de 30 pisos-, frenado por las ramas de los ¨¢rboles, que le golpearon sin cesar, se rompi¨® el f¨¦mur y la rodilla derechos, Horrillo se dio un fuerte golpe en la cabeza que lo dej¨® atontado, se rompi¨® incontables costillas que se le clavaron en los pulmones, provocando un neumot¨®rax. En ning¨²n momento dej¨® de respirar. Tampoco se le par¨® el coraz¨®n, su coraz¨®n fuerte y grande. Ni perdi¨® el conocimiento. Despu¨¦s de efectuarle tres TAC -de cabeza, t¨®rax y abdomen-, el director de la unidad de reanimaci¨®n, Mariano Marchesi, se reserv¨® el pron¨®stico. "Afortunadamente", dijo, "el traumatismo craneal no es tan grave como pod¨ªamos pensar, no hay hematoma ni edema; sin embargo, el traumatismo tor¨¢cico es muy grave. Tambi¨¦n tiene peque?as fracturas de v¨¦rtebras, pero cosa menor".
"Supimos que cay¨® porque la bici se qued¨® en la valla", dijo el m¨¦dico que le rescat¨®.
"Es un milagro. Estaba consciente. Le pregunt¨¦ su nombre. ?Me habl¨® en italiano!"
"Es un milagro", dijo Sergio Levi, el m¨¦dico que dirigi¨® el rescate. Cuando despierte y se recupere, Horrillo, amante de la monta?a y la aventura, seguramente disfrutar¨¢ del relato de Levi: "Desde la carretera no se ve¨ªa nada, pero sab¨ªamos que hab¨ªa ca¨ªdo porque la bici se qued¨® frenada en la valla de protecci¨®n. Me at¨¦ una cuerda en la cintura y me dejaron caer 10 metros. Seguimos sin ver nada. Poco despu¨¦s llegaron cinco miembros del equipo de rescate alpino de Val Brembara, con arneses y cuerdas m¨¢s largas. Descendimos todos 60 metros, hasta una peque?a plataforma inclinada. Nada, ni rastro, 'V¨¢monos, es imposible que haya ca¨ªdo por aqu¨ª', les dije a los socorristas, pero uno insisti¨® en seguir bajando. Descendi¨® 20 metros m¨¢s. Y lo encontr¨®. En un peque?o reborde, de dos metros de largo por uno de ancho, yac¨ªa, supino sobre las rocas, el ciclista. Estaba consciente, con los reflejos neurol¨®gicos funcionando, pero confuso y desorientado. '?C¨®mo te llamas?', le pregunt¨¦. 'Me chiamo Pedro'. ?Me respondi¨® en italiano! ?Un milagro! No entiendo c¨®mo no par¨® antes. Nos pidi¨® que le alz¨¢ramos, que le quit¨¢ramos el casco, que le ahogaba y no pod¨ªa respirar. Yo hice mi trabajo de reanimaci¨®n y he esperado la llegada del helic¨®ptero para sacarlo de all¨ª. De otra manera era imposible. Hace unas semanas intervine en un rescate en el Bardonecchia de un alpinista por una ca¨ªda de 200 metros. Fue mucho m¨¢s sencilla que ¨¦sta".
Los m¨¦dicos trabajaron 27 minutos con Horrillo. Lo estabilizaron, le entubaron, le abrieron v¨ªas e infundieron sueros, le indujeron un coma. Le salvaron.
En la carretera, la polic¨ªa hall¨® una larga huella recta en mitad de la curva, la se?al del frenazo desesperado. El director de carrera Raffaele Babini, que lleg¨® al hospital antes casi de que el ganador de la etapa, el bielorruso Siutsu, levantara los brazos, orden¨® que se suprimiera la m¨²sica en el podio. "Es fundamental para el equipo", dijo, a punto de llorar, su compa?ero de habitaci¨®n, el colombiano Mauricio Ardila. "No tanto por su trabajo sobre la bici para ayudar a Menchov, como por la forma en que hace grupo".
Escritor tambi¨¦n, y habitual colaborador de EL PA?S, Horrillo, casi licenciado en filosof¨ªa, termin¨® hace poco un relato autobiogr¨¢fico para un libro sobre ciclismo. En ¨¦l, cuenta una crisis de conciencia, unos meses en Londres con su amigo Bruno, una salida: "Pero tambi¨¦n descubr¨ª que nada me proporcionaba m¨¢s placer en la vida que andar en bicicleta. En aquella vieja bicicleta de hierro que alquil¨¦ al hermano de Bruno recuper¨¦ el placer de pedalear sin rumbo. Sin l¨ªmites, sin horarios, sin un camino que seguir. Eso era la libertad, y estoy convencido de que nunca la hubiese saboreado sin esa vieja bicicleta. Aquel hierro me devolvi¨® al ciclismo, es cierto, pero ir¨®nicamente, nunca me he sentido tan pleno como ciclista como en aquellos d¨ªas. Ser ciclista tiene poco que ver con que hagas de ello tu profesi¨®n. Ser ciclista es encontrar la armon¨ªa entre t¨², tu bicicleta y todo lo que rodea a ambos. Yo en Londres la encontr¨¦, y en a?os posteriores, pocas veces la he vuelto a saborear con la misma intensidad".
Octava etapa: 1. K. Siutsou (Bie. / Columbia) 5h 4m 34s. 11. J. Rodr¨ªguez (Caisse d'Epargne), a 21s. 31. L. Armstrong (EE UU / Astana), m. t. General: 1. D. di Luca (Ita. / LPR), 33h 13m 35s. 6. I. Basso (Ita. / Liquigas), a 1m 14s. 7. C. Sastre (C¨¦rvelo), a 1m 24s. 25. L. Armstrong, a 4m 39s.
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