El clan de Fife
Que los primeros ministros del Reino Unido viven en Downing Street es algo que conoce gran parte del vecindario, porque, cuando aparecen las im¨¢genes de la residencia oficial en el televisor, no se distingue la silueta de un palacio regio o mansi¨®n se?orial: la casa tiene una apariencia de normalidad ciudadana. En la Gran Breta?a gobiernan ahora los laboristas, como se les llama por aquellos pagos a los socialdem¨®cratas, y los laboristas del escoc¨¦s Gordon Brown, suspendieron el pasado d¨ªa 8 a David Chaytor de su grupo parlamentario porque un peri¨®dico sac¨® a la luz que el diputado Chaytor hab¨ªa solicitado algo m¨¢s de 14.000 euros al erario p¨²blico para pagar una hipoteca que ya hab¨ªa pagado; la misma medida se tom¨® el pasado jueves con Elliot Morley, que hab¨ªa sido secretario de Estado de Agricultura, que tambi¨¦n quer¨ªa pagar una hipoteca ya liquidada. Y uno de esos d¨ªas dimit¨ªa Shahid Malik de su cargo de subsecretario de Estado de Justicia porque se hab¨ªan iniciado unas investigaciones policiales en torno suyo sobre algunas supuestas irregularidades relacionadas con el dinero de los contribuyentes. Todo normal, porque estos sucesos tan normales suelen acontecer en el Reino Unido, donde gobierna Brown. Y Brown, aunque esos casos puntuales de supuesta o real corrupci¨®n le resten votos a su partido, toma las medidas normales porque no quiere regresar al medievalismo del Fife, que era el dominio medieval de uno de los clanes escoceses donde est¨¢ Kirkcaldy, la localidad en donde naci¨® el actual primer ministro brit¨¢nico.
En las cat¨®licas tierras hispanas del Pa¨ªs Valenciano, la tijera veloz que utilizan en las insulares tierras brit¨¢nicas para podar por el nudo los hongos perniciosos de la cepa pol¨ªtica, ni aparece ni se espera. Tenemos alg¨²n ejemplo aislado, eso s¨ª, de corte r¨¢pido, que tal fue la dimisi¨®n del anterior cabeza de filas de los socialdem¨®cratas valencianos por no haber pagado o retrasar el pago a la empresa del ramo de este o aquel tablero de cocina, valorado en unos miles de euros. Pero ¨²ltimamente, paren ustedes de contar. Esto parece el dominio de Fife cuando en la Edad Media decid¨ªa el clan. Y aqu¨ª el clan gobernante cierra filas en torno al clan cuando apuntan supuestas o reales corrupciones relacionadas, no con los pa?os escoces o los telares morellanos, sino con decenas de miles de euros y contratos que enriquecen al aparentemente m¨¢s espabilado. En medievales y temerarios juicios de Dios, ponen en el clan la mano en el fuego para testimoniar una honradez o transparencia que no se vislumbra; se conjuran como los tres mosqueteros para la defensa del clan en actos solidarios y guerreros donde cada miembro se constituye en escudo de otro miembro del clan: h¨¢gase una lectura subliminal de las cenas o actos de apoyo a l¨ªderes del clan ya imputados o bajo sospecha, o las referencias al modelo ¨¦tico que representa en el clan el presidente de la diputaci¨®n de los condados norte?os de Castell¨®n.
Todo muy medieval y muy cat¨®lico, que as¨ª quiso el rey Conquistador que fu¨¦semos. Y a lo anterior se suma la altaner¨ªa, el desd¨¦n y un pacto de silencio ante el vecindario que asombra, dada su eficacia f¨¦rrea en los medios de comunicaci¨®n que con mano m¨¢s f¨¦rrea todav¨ªa controlan. Ese otro d¨ªa, y en rueda de prensa, el caudillo del clan en los condados provinciales del norte del dominio de Fife mandaba a los periodistas al silencio y a "la pregunta siguiente", cuando se le preguntaba con normalidad sobre juzgados e imputaciones. Pobres muchachos de la prensa que cre¨ªan vivir con normalidad en el siglo XXI y no en el dominio del clan de Fabra.
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