Historia de un colegio
Cierra por reformas el colegio mayor San Juan Evangelista, un s¨ªmbolo de las ¨²ltimas d¨¦cadas de Madrid
El recibidor del Johnny huele a nostalgia. "Cuando viv¨ªamos aqu¨ª se ve¨ªan todas las habitaciones desde la puerta", comentan dos veteranos. Ahora, los ¨¢rboles ocultan los muros de uralita del edificio. El tiempo ha envejecido al hist¨®rico colegio mayor San Juan Evangelista, el Johnny para los amigos. En septiembre echa el cierre por reformas.
Su leyenda empez¨® en 1966, cuando se inaugur¨® la actual sede en la calle de Gregorio del Amo. Una residencia universitaria barata donde se respiraban aires de cambio. El movimiento universitario pol¨ªtico y la vida cultural han sido sus se?as de identidad. El Johnny a¨²n representa para muchos la historia de las ¨²ltimas d¨¦cadas de Madrid.
LOS SETENTA Rodeados por 'los grises'
Fue la "¨¦poca gloriosa". As¨ª la define Carlos Corral, estudiante de caminos y colegial entre 1972 y 1974. La de los helic¨®pteros de la polic¨ªa sobrevolando el edificio y los registros habitaci¨®n por habitaci¨®n. "Era una zona de libertad en la Universidad con una deriva cultural y pol¨ªtica muy fuerte". Lo que se traduce en que todos eran sospechosos.
"Antes del juicio de los 1.001
[un proceso por el que el r¨¦gimen franquista conden¨® a 10 miembros de CC OO] se convoc¨® un marat¨®n de cine. Todos sab¨ªamos que hab¨ªa algo m¨¢s. En mitad de la proyecci¨®n aparecieron los sindicalistas y enseguida la polic¨ªa rode¨® el edificio. Ellos escaparon pero nosotros no tuvimos tiempo. Los altavoces anunciaron: ?cada colegial a su puerta! As¨ª empezaban las carreras para esconder la propaganda y quemar papeles".
"?Te cuento las novatadas?". Pedro Mario Fern¨¢ndez, estudiante de farmacia, estuvo desde 1972 hasta 1980. Tiempo de sobra para disfrutar con las bromas a los reci¨¦n llegados. "Sal¨ªan en pijama, con papeleras grises en la cabeza y un escob¨®n". Imitando a la polic¨ªa de la ¨¦poca. "Les llev¨¢bamos hasta Cuatro Caminos y cuando llegaban los grises les abandon¨¢bamos. ?Imagina a 280 novatos corriendo desde all¨ª!". Pedro, que vio a Raimon vestido de reparador de la calefacci¨®n para pasar inadvertido antes de un concierto, recuerda la muerte de Franco como un momento de incertidumbre. "A los pocos d¨ªas los directores de Le Monde, el Frank-furter y La Reppublica dieron aqu¨ª una rueda de prensa", rememora con cierto orgullo.
LOS OCHENTA Revoluci¨®n cultural
"Al principio nos conoc¨ªan como los que pasaban de todo", recuerda Jos¨¦ Carlos Tuderini, estudiante de sociolog¨ªa y colegial del 1978 al 1986. "Pero fue cuando se rompieron todos los moldes". El Club de M¨²sica y Jazz, insignia del centro y emblema cultural de Madrid hasta hoy, vivi¨® entonces su propia revoluci¨®n. "Ya no hab¨ªa tanta identificaci¨®n pol¨ªtica. Era una ¨¦poca salvaje".
Del 23-F tambi¨¦n guarda un recuerdo musical. "Esa tarde hab¨ªa un concierto y no ten¨ªamos con qu¨¦ probar el sonido, as¨ª que utilizamos la radio. O¨ªmos el tiroteo amplificado en todos los altavoces del sal¨®n de actos". Hubo miedo, esa noche, porque muchos estudiantes militaban en partidos pol¨ªticos. "Algunos escaparon, otros fueron a esconderse en su casa. Aqu¨ª nos quedamos pocos", cuenta. El Johnny segu¨ªa estando en el ojo del hurac¨¢n. "Imagina si est¨¢bamos se?alados que, cuando dimiti¨® Su¨¢rez, desde otro colegio nos tiraron c¨®cteles molotov".
LOS NOVENTA Camar¨®n y juegos en red
Es lo primero que cuentan. "Estuvimos en el ¨²ltimo concierto de Camar¨®n". En el colegio, una placa conmemora el momento: 25 de enero de 1992. "Nosotros servimos los g¨¹isquis a muchos m¨²sicos", confiesan Alberto Jim¨¦nez y Miguel ?ngel Vilaplana, estudiantes de aeron¨¢utica y colegiales entre 1990 y 1999. La lista de mitos que vieron transitar es larga. "Era frecuente ver a Ray Loriga y a Cristina Rosenvinge, a los de Mecano... Aqu¨ª se celebr¨® el primer Festimad, Amen¨¢bar proyect¨® Tesis y Almod¨®var grab¨® la ¨²ltima escena de Todo sobre mi madre".
Fueron tiempos fren¨¦ticos. "En mi primer a?o, un t¨ªo ofrec¨ªa anfetaminas por las habitaciones para estudiar por la noche", recuerda Alberto. El Johnny segu¨ªa siendo s¨®lo masculino pero permit¨ªa que cualquier chica pasara all¨ª las noches. Algo impensable en otros centros. "En el 95 se hizo una reforma y se instal¨® conexi¨®n de red en todas las habitaciones", explican emocionados por tener mejor sistema inform¨¢tico que muchas empresas de la ¨¦poca. "?A mediados de los noventa, aqu¨ª se jugaba al Dune en red!".
EL SIGLO XXI Llegan las chicas
En el a?o 2000, con los nuevos tiempos, el colegio se volvi¨® mixto. En los jardines se sigue hablando del esp¨ªritu de comunidad que genera el lugar, plagado de espacios comunes. Carmen Men¨¦ndez, estudiante de periodismo y colegial entre 2004 y 2006, ten¨ªa mitificado el Johnny gracias a las historias familiares. "Para m¨ª era como si se abriese un nuevo mundo", exclama algo nost¨¢lgica. Desde que recibi¨® la noticia del cierre, y aprovechando el boom de las redes sociales (el colegio tiene dos grupos en Facebook con m¨¢s de 500 miembros), est¨¢ preparando un documental sobre el colegio. "Es incre¨ªble la ilusi¨®n que le hizo a la gente. Queremos que sea un proyecto de todos", cuenta con entusiasmo.
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