Semejanzas y diferencias entre dos crisis
Se compara frecuentemente la presente crisis -o ya m¨¢s bien recesi¨®n y quiz¨¢ depresi¨®n- con la de los a?os treinta del siglo pasado. Por supuesto, todas las crisis o depresiones se parecen: en todas caen las principales magnitudes monetarias, la renta en especial, pero tambi¨¦n varios de sus componentes, como la inversi¨®n y el consumo, la producci¨®n industrial, frecuentemente tambi¨¦n la agr¨ªcola, y, sobre todo, y de crucial importancia, el empleo. La ca¨ªda del empleo es de enorme trascendencia porque el factor humano es el m¨¢s relevante elemento productivo, el m¨¢s importante componente de la demanda y, adem¨¢s, y sobre todo, porque la finalidad ¨²ltima de la actividad econ¨®mica es procurar la mayor felicidad para el mayor n¨²mero de seres humanos.
De 1929 hemos aprendido que hay que responder con m¨¢s dinero y rebajas de los tipos de inter¨¦s
Si caen las rentas, es l¨®gico y equitativo que caigan tambi¨¦n los salarios
Caen tambi¨¦n otras cosas. Pero no se trata aqu¨ª de hacer descripciones minuciosas, que estar¨ªan fuera de lugar, sino de examinar si este paralelismo entre ambas crisis se da. En mi opini¨®n, lo ¨²nico que tienen de com¨²n ambas -y ya es mucho- es su magnitud: en t¨¦rminos de duraci¨®n, de volumen de ca¨ªda, de impacto sobre el empleo, la presente crisis lleva camino de parecerse mucho a la Gran Depresi¨®n. Sin embargo, las diferencias en rasgos esenciales son muy grandes tambi¨¦n: las causas ¨²ltimas de las dos crisis son totalmente diferentes; las pol¨ªticas econ¨®micas que se aplican para atajarlas son tambi¨¦n distintas; en relaci¨®n con esta cuesti¨®n, nuestro conocimiento econ¨®mico es hoy muy superior al que entonces se ten¨ªa, no s¨®lo en t¨¦rminos conceptuales, sino tambi¨¦n en lo que se refiere al instrumental estad¨ªstico a disposici¨®n de analistas y pol¨ªticos; y en cuanto a las consecuencias, conocemos las de la Gran Depresi¨®n, que fueron pavorosas. No es aventurado afirmar que la Segunda Guerra Mundial fue consecuencia de la Gran Depresi¨®n.
Las consecuencias de la actual crisis son muy dif¨ªciles de prever, pero s¨ª puede afirmarse que, cuanto m¨¢s dure, m¨¢s graves ser¨¢n, porque varios a?os de desempleo y malestar social, no limitados a los pa¨ªses ricos, que al fin y al cabo tienen recursos para amortiguar la penuria, sino extendidos a pa¨ªses pobres, pueden dar lugar a problemas y tensiones pol¨ªticas de dimensiones incalculables.
Las causas de la Gran Depresi¨®n residieron en la transformaci¨®n radical que el sistema capitalista estaba experimentando por entonces. La llegada al poder de los partidos socialistas tras la Primera Guerra Mundial estaba revolucionando el sistema econ¨®mico: estaba apareciendo el Estado de bienestar, las organizaciones obreras estaban adquiriendo un poder pol¨ªtico sin precedentes, el gasto p¨²blico estaba creciendo hasta ci
-fras in¨¦ditas. En aquellas circunstancias, el intento de pol¨ªticos y economistas de aferrarse a las recetas y certidumbres de preguerra acentu¨® considerablemente la gravedad de lo que en otra situaci¨®n hubiera podido ser una simple fluctuaci¨®n peri¨®dica.
En concreto, el intento de defender el sistema monetario del patr¨®n oro, que requer¨ªa una pol¨ªtica monetaria restrictiva, fue uno de los factores que acentu¨® el p¨¢nico y empeor¨® la cat¨¢strofe. Hubo muchos otros elementos que contribuyeron al alargamiento y la profundidad de la ca¨ªda (entre ellos el resurgir del proteccionismo), pero otro grave error, especialmente del Gobierno norteamericano, fue su voluntad de impedir que cayeran los precios y los salarios. Un art¨ªculo muy conocido de Peter Temin, catedr¨¢tico de MIT, compara la evoluci¨®n de los salarios en Estados Unidos y la Alemania nazi y muestra c¨®mo la ca¨ªda de los salarios en Alemania y las medidas intervencionistas del Gobierno, acabaron en muy poco tiempo con el paro alem¨¢n, que era a¨²n mayor que el de Estados Unidos en 1932. En este pa¨ªs, donde los salarios reales aumentaron durante la depresi¨®n, el alto nivel de paro no desapareci¨® hasta la Guerra Mundial.
La crisis actual no es de sistema: lo que han fallado son los guardianes que ten¨ªan el deber de actuar para prevenir la formaci¨®n de grandes burbujas e impedir las conductas dolosas y rapaces de muchos banqueros y agentes financieros. No es que no tuvieran los instrumentos: es que falt¨® la decisi¨®n pol¨ªtica y la entereza moral para poner fin a un periodo de bonanza que muchos creyeron que iba a durar para siempre.
Hoy sabemos mucho m¨¢s que entonces, en gran parte gracias a John M. Keynes. Por eso, a una crisis causada por el exceso de dinero barato y los bajos tipos de inter¨¦s se ha respondido con nuevas inyecciones de dinero y nuevas rebajas de los tipos de inter¨¦s. Por parad¨®jico que parezca, es la respuesta adecuada. No se ha ca¨ªdo en el error de 1929. Tambi¨¦n es de esperar que no se caiga en el error proteccionista. Pero si se est¨¢n tomando las medidas adecuadas, ?por qu¨¦ dura tanto la crisis?
Hay varias explicaciones: la fundamental es que el estallido de la burbuja fue tremendamente destructivo. Hemos visto durante el pasado a?o c¨®mo se desmoronaba gran parte del sistema bancario de Estados Unidos, el centro financiero del mundo. Los sistemas bancarios no se improvisan, porque son complej¨ªsimas mara?as de relaciones humanas, basadas en el conocimiento y la confianza, el cr¨¦dito, y esta urdimbre social, una vez desgarrada, lleva mucho tiempo de recomponer; sin un sistema bancario adecuado, la recuperaci¨®n es dif¨ªcil.
Por otra parte, en un mundo globalizado la crisis tambi¨¦n es global y se transmite de unos pa¨ªses a otros, multiplic¨¢ndose en c¨ªrculos conc¨¦ntricos y revirtiendo sobre el centro.
El otro factor de persistencia de la crisis est¨¢ en el mercado de trabajo. Si en las depresiones caen las rentas, es l¨®gico y equitativo que caigan tambi¨¦n los salarios. Se trata de un mecanismo de distribuci¨®n y ajuste: la moderaci¨®n de los salarios favorece el empleo o aminora el desempleo. El mantenimiento artificial del salario, como se est¨¢ haciendo en Espa?a, segmenta el mercado de trabajo, separando a empleados privilegiados y parados desprotegidos. Debido a la rigidez salarial, la Gran Depresi¨®n conoci¨® tasas de desempleo sin precedentes.
La comparaci¨®n entre ambas crisis nos dice bien a las claras que un mercado laboral r¨ªgido multiplicar¨¢ y prolongar¨¢ el volumen de desempleo y, por tanto, la desesperaci¨®n de millones de trabajadores. Las consecuencias pueden ser catastr¨®ficas, como lo fueron las de la Gran Depresi¨®n.
Gabriel Tortella es catedr¨¢tico em¨¦rito en la Universidad de Alcal¨¢.
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