"La justicia democr¨¢tica puede acabar de un soplo"
Ha entrado en la mente de casi todos los estudiantes de leyes espa?oles a trav¨¦s de su libro Derecho procesal penal. Puede sonar aburrido, pero V¨ªctor Moreno Catena defiende la importancia del proceso en la vida diaria de los ciudadanos. "?Qu¨¦ es lo que est¨¢ en juego? Todo. La convivencia. Las garant¨ªas de las personas frente a la arbitrariedad del poder. La justicia democr¨¢tica se ha ido construyendo a lo largo de los siglos gracias a la sangre y a la vida de mucha gente. Y es muy fr¨¢gil, como hemos visto en Guant¨¢namo. Se puede destruir de un soplo, con la decisi¨®n de un presidente".
Este catedr¨¢tico de la Universidad Carlos III de Madrid es uno de los asesores que prepara la pr¨®xima Ley de Enjuiciamiento Criminal. La actual lleva en vigor desde 1882. "En su d¨ªa fue uno de los mejores c¨®digos del siglo XIX europeo, probablemente por la mala conciencia que ten¨ªa el legislador espa?ol de llegar tan tarde a la codificaci¨®n", explica el sevillano Moreno en uno de sus restaurantes favoritos de Madrid, La Paloma, en pleno barrio de Salamanca. Come frugalmente. Medias raciones. Sin vino ni postre. "Pero ahora la ley est¨¢ irreconocible. Se ha manoseado demasiado y no sirve".
El catedr¨¢tico asesora en la redacci¨®n del nuevo proceso penal que tendr¨¢ Espa?a
Explica c¨®mo el tipo de proceso penal marca el modelo de sociedad. En el siglo XVI se enjuiciaba a las molestas plagas de langosta, con juez y abogado defensor. Algunas fueron condenadas a la pena de destierro por comerse las cosechas. "Ha habido tambi¨¦n juicios contra un caballo o un banco del parque por estar en un lugar inconveniente y provocar un da?o a alguien", dice. "Pero, con todo, estos procedimientos eran un avance incre¨ªble respecto a un modo de hacer justicia mucho m¨¢s primitivo: las ordal¨ªas o los juicios de Dios, en los que se usaban pruebas como la del aceite hirviendo o la de andar sobre ascuas. Si te quemabas, eras culpable. La divinidad decid¨ªa. De ah¨ª pasamos, durante las monarqu¨ªas absolutas europeas, a un proceso en el que alguien te acusaba y otro te defend¨ªa. Toda una revoluci¨®n".
Pero fue una revoluci¨®n lenta. Los derechos llegaban poco a poco. "En Cartagena de Indias, en el edificio de la Inquisici¨®n, se puede ver todav¨ªa la ventana de las delaciones. La gente contaba al inquisidor algo que supuestamente hab¨ªa hecho cualquier conocido, y con eso se iniciaba el procedimiento". Ahora hay otros retos. "Hay que regular bien pruebas que hace a?os eran inimaginables, como el ADN". Y mejorar las pr¨¢cticas de los reconocimientos en rueda y las identificaciones de los sospechosos en los ¨¢lbumes policiales, cuyos fallos provocan el 90% de las condenas a inocentes. "Son cuestiones importantes que, adem¨¢s, o se hacen bien desde el principio o no hay marcha atr¨¢s. Y las consecuencias son devastadoras".
La reforma de la Ley de Enjuiciamiento quiz¨¢ aborde una de las grandes luchas de V¨ªctor Moreno: que los jueces dejen la instrucci¨®n penal en manos del fiscal. En el pa¨ªs de los jueces estrella, parece una tarea complicada. Pero ¨¦l est¨¢ convencido. "Si un magistrado mete a alguien en la c¨¢rcel, decide el embargo de sus bienes o dicta una orden de alejamiento, ?c¨®mo va adem¨¢s a garantizar los derechos de esa persona? Est¨¢ inhabilitado para desempe?ar el doble papel".
Se marcha lleno de papeles y dice que en esta legislatura se presentar¨¢, por fin, el nuevo proceso penal del siglo XXI. "?ste ser¨¢ el siglo de la justicia".
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