Cantos de sirena
La Am¨¦rica Andina ha vivido una particular historia de convulsi¨®n en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Violencia brutal en el Per¨² con la presencia de Sendero Luminoso y una sangrienta guerra interna. Interminable e implacable confrontaci¨®n entre Estado y FARC en Colombia, en lo que se ha convertido en espantosa rutina. Inestabilidad recurrente en Ecuador y Bolivia con el surgimiento de poderosos movimientos sociales. Desmoronamiento de una envilecida democracia bipartidaria de Venezuela.
Son episodios que pusieron patas arriba todo el andamiaje y la concepci¨®n de democracia en la regi¨®n. Por eso, los pueblos andinos demandaron de modo casi un¨¢nime el cambio. Fue sobre el caballo del cambio que montaron varios de sus l¨ªderes devenidos en presidentes.
?Pueden construir la democracia Gobiernos que pretenden copar la totalidad del espacio pol¨ªtico?
Hugo Ch¨¢vez ha cumplido ya diez a?os al mando de Venezuela y se presentar¨¢ a las pr¨®ximas elecciones. En Colombia, ?lvaro Uribe se acerca a su s¨¦ptimo a?o de Gobierno y probablemente ser¨¢ candidato para un tercer periodo. Rafael Correa, tras dos a?os de gobierno, ha sido reelegido en el Ecuador por un periodo de cuatro a?os con opci¨®n de otro m¨¢s. Evo Morales aspira a ganar un segundo mandato de cinco a?os, tras casi cuatro como presidente de Bolivia. S¨®lo el Per¨² mantiene la limitaci¨®n a la reelecci¨®n inmediata, aunque abre la opci¨®n de una reelecci¨®n pasado un periodo; es el caso de Alan Garc¨ªa que gobern¨® entre 1985 y 1990 y lleva casi tres a?os de su segundo mandato.
La respuesta a la crisis pol¨ªtica en tres de las cinco naciones, Venezuela, Ecuador y Bolivia, fue la receta del caudillismo apoyada en un discurso de descalificaci¨®n del pasado tildado gen¨¦ricamente como "neoliberal", repudio del sistema de partidos colapsado por el descr¨¦dito y cuestionamiento de la vieja democracia, acusada de haber sido instrumento de las ¨¦lites. En esa l¨®gica, lo que se hizo fue proponer la refundaci¨®n de la naci¨®n (una vez m¨¢s).
Para hacerla, aprobaron nuevas constituciones, que buscan revolver y cambiarlo todo y que se?alan la tierra prometida bajo la premisa de la inclusi¨®n, la participaci¨®n y el control social. El pueblo en el poder. Pero, ojo, siempre que el mediador de ese poder sea inexcusablemente el l¨ªder que encarna al Estado.
No son procesos id¨¦nticos. Cada quien de acuerdo a sus posibilidades y su circunstancia. Ch¨¢vez busca un liderazgo continental, llave entre el mito revolucionario de Fidel Castro y las nuevas generaciones. Correa, algo m¨¢s pragm¨¢tico, no ha roto lanzas con la idea de modernidad, pero siempre como parte de un discurso revolucionario. Morales en el contexto del pa¨ªs con mayor presencia ind¨ªgena del continente, salta al vac¨ªo y funda la naci¨®n de naciones (36, entre las que no se cuenta el 55% de la poblaci¨®n no ind¨ªgena) y decide el aislacionismo en pol¨ªtica exterior. En los tres se afirma cada vez m¨¢s el discurso estatista y la adscripci¨®n al socialismo. Morales por ejemplo, se ha declarado hace muy poco seguidor de Marx y Lenin.
La otra cara de la moneda parece Colombia. Uribe suscribe sin dudar el liberalismo econ¨®mico, la apertura al capital externo y la inserci¨®n plena de su pa¨ªs a la globalizaci¨®n, apoyado en una campa?a en blancos y negros contra las FARC.
Pero la distancia es aparente. Los ingredientes que unen a los cuatro presidentes son: la dram¨¢tica polarizaci¨®n de la sociedad, el populismo, la desinstitucionalizaci¨®n que ha dado pie a la sumisi¨®n de todos los poderes del Estado al Ejecutivo y la idea mesi¨¢nica de que s¨®lo ellos como personas pueden llevar adelante el cambio.
?Por qu¨¦ Per¨² no ha seguido esta ruta? Porque a¨²n est¨¢ bajo el efecto de la vacuna Fujimori. Per¨² vivi¨® ya esa experiencia de democracia populista autoritaria (perd¨®n por la contradicci¨®n en los t¨¦rminos) que concluy¨® de modo traum¨¢tico. Aunque nada garantiza que en las pr¨®ximas elecciones no se vuelva a ensayar la f¨®rmula, sea desde el fujimorismo, sea desde el ala de Ollanta Umala.
La pregunta obvia es ?se puede construir la democracia bajo gobiernos que eliminan la alternancia en la presidencia, que destruyen la independencia de poderes y que pretenden copar la totalidad del espacio pol¨ªtico? No se requiere mirada de lince para otear en el horizonte los colores del autoritarismo y el riesgo de un nuevo tipo de dictadura, mucho m¨¢s sofisticada que las de los militares de los a?os setenta del siglo pasado. Bajo el delicado pa?o democr¨¢tico, se cierne el gran hermano (el de Orwell, claro). Enfrentar este fen¨®meno es m¨¢s complejo, precisamente por ese delicado pa?o.
La premisa de que el poder total corrompe totalmente, sigue vigente. El hecho de que una parte de los pueblos andinos crea que ese es el camino correcto, s¨®lo demuestra que la pobreza es un enemigo feroz y que a pesar de su sustancial reducci¨®n en los ¨²ltimos 20 a?os, est¨¢ muy lejos de ser suficiente.
Y en ese tema, lo que no hicieron los "neoliberales", tampoco lo est¨¢n haciendo los "revolucionarios del siglo XXI". Es entendible por ello que estos cantos de sirena (m¨¢s seductores que los anteriores) sean todav¨ªa escuchados. A fin de cuentas, la esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde.
Carlos D. Mesa Gisbert ha sido presidente de Bolivia
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