El sexo de los cl¨¦rigos
Ya casi no hay memoria de los tiempos en que la Iglesia Cat¨®lica sufri¨® desaf¨ªos tan ¨¢speros como los de estos ¨²ltimos a?os. Lo que sucede no tiene la profundidad del cisma lit¨²rgico del obispo Marcel Lefebvre ni el fervor revisionista en la interpretaci¨®n de los Evangelios que desemboc¨® en la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, sino las violaciones a una obligaci¨®n que no es materia de dogma pero s¨ª de continua perturbaci¨®n: el sexo de los cl¨¦rigos.
Primero fueron los delitos de pedofilia que en diciembre de 2002 provocaron la renuncia del cardenal de Boston Bernard Law, de quien se sospech¨® ocultamiento; 450 demandas millonarias por d¨¦cadas de abusos contra menores dejaron la archidi¨®cesis al borde de la quiebra.
El 'caso Lugo' reabre el debate sobre el celibato. No siempre los curas tuvieron prohibido casarse
Otra vez ahora el esc¨¢ndalo se desata cuando sale a la luz algo que se trataba de ocultar: la descendencia del ex obispo paraguayo Fernando Lugo, ahora presidente del Paraguay. El obispo de Ciudad del Este, en Alto Paran¨¢, (Paraguay), Rogelio Livieres, dijo que sus pares conoc¨ªan la informaci¨®n sobre Lugo desde hace tiempo. "No s¨¦ por qu¨¦ se enmascaran los temas de Iglesia y no se ventilan. En nuestra ¨¦poca (...) todo se descubre", afirm¨® Livieres. Y encontr¨® una instant¨¢nea refutaci¨®n oficial: "El Consejo Episcopal Permanente lamenta y rechaza las expresiones de monse?or Livieres, quien hace entender que hubo encubrimiento y complicidad de los obispos del Paraguay sobre la conducta moral del entonces miembro del colegiado episcopal monse?or Fernando Lugo".
Las palabras de Livieres recuerdan a las que el argentino monse?or Jer¨®nimo Podest¨¢, impulsor del Movimiento Latinoamericano de Sacerdotes Casados, escribi¨® en 1990 al entonces presidente del Episcopado Argentino, cardenal Ra¨²l Primatesta: "Veo con pena que en general tengan ustedes una visi¨®n bastante alienada y timorata: no saben lo que piensa y siente la gente en el mundo de hoy. La Iglesia es el Pueblo de Dios y ustedes lo saben, pero en el fondo siguen pensando que la Iglesia son ustedes". Cuando era obispo de Avellaneda en la provincia de Buenos Aires, Argentina, a fines de los 60, Podest¨¢ fue una pesadilla para la dictadura del general Juan Carlos Ongan¨ªa. Reun¨ªa a multitudes de hasta un mill¨®n de personas para ceremonias religiosas que se transformaban en espont¨¢neas manifestaciones pol¨ªticas. Para el r¨¦gimen fue un alivio que anunciara en 1967 la decisi¨®n de casarse.
Podest¨¢ llam¨® varias veces a las puertas del Vaticano sin lograr que Pablo VI le levantara la suspensi¨®n a divinis. Insist¨ªa en recordar que, si bien Jes¨²s opt¨® por el celibato, no lo impuso a sus ap¨®stoles, entre los que hab¨ªa casados y solteros. El ex obispo de Avellaneda predicaba que el celibato es un don, no un mandato divino, y que nada impide sentir la vocaci¨®n sacerdotal si se est¨¢ privado de esa gracia. La mayor¨ªa de los cat¨®licos ignora que los sacerdotes no ten¨ªan prohibido el matrimonio durante los primeros 10 siglos de vida cristiana. Adem¨¢s de San Pedro, otros seis papas vivieron en matrimonio y -m¨¢s llamativo a¨²n- 11 papas fueron hijos de otros papas o miembros de la Iglesia.
En 1073, Gregorio VII impuso el celibato. Uno de sus te¨®logos, Pedro Dami¨¢n, dictamin¨® que el matrimonio de los sacerdotes era her¨¦tico, porque los distra¨ªa del servicio al Se?or y contrariaba el ejemplo de Cristo. Si bien la intenci¨®n del Papa era restaurar la derruida moral del clero y purificar a la feligres¨ªa con ejemplos de castidad, decenas de historiadores suponen que la decisi¨®n de imponer el celibato fue tambi¨¦n un medio para evitar que los bienes de los sacerdotes casados fueran heredados por sus hijos y viudas y no por la Iglesia. En 1123, el Concilio de Letr¨¢n decret¨® la invalidez del matrimonio de los cl¨¦rigos.
?Cu¨¢l es el sentido de reprimir las expresiones de la sexualidad, no s¨®lo entre los cl¨¦rigos sino tambi¨¦n en la vida diaria? ?Qu¨¦ gana la fe cat¨®lica con eso?
Se teme que el placer distraiga de la oraci¨®n, de la relaci¨®n con Dios, pero el menosprecio de la mujer en los seminarios y la contradicci¨®n de los impulsos naturales del hombre en realidad no fortalecen los v¨ªnculos entre la Iglesia y el pueblo de Dios. Al contrario, el celibato obligatorio suele desanimar algunas vocaciones y provocar defecciones en el clero.
Si bien cre¨ªa que "la vigente ley del sagrado celibato" deb¨ªa seguir "unida firmemente al ministerio eclesi¨¢stico", Pablo VI, atento a los clamores de modernizaci¨®n del Concilio Vaticano II, analiz¨® las objeciones en la enc¨ªclica Sacerdotalis caelibatus, de 1967. All¨ª se pregunt¨®: "?No ser¨¢ ya llegado el momento de abolir el v¨ªnculo que en la Iglesia une el sacerdocio con el celibato? ?No podr¨ªa ser facultativa esta dif¨ªcil observancia? ?No saldr¨ªa favorecido el ministerio sacerdotal si se facilitara la aproximaci¨®n ecum¨¦nica?".
Acaso a Dios lo tengan sin cuidado los deslices del ex obispo Lugo, porque su gloria est¨¢ m¨¢s all¨¢ de lo que establecen los seres humanos. Pero la inflexibilidad de la doctrina deja entre los cat¨®licos la pregunta sobre el sentido de normas creadas por la Iglesia hace 10 siglos, que no exist¨ªan antes y no tendr¨ªan por qu¨¦ existir para siempre. Jes¨²s predic¨® la humildad, el amor a Dios y a los semejantes. Sus lecciones de vida siguen siendo claras. A veces, en el af¨¢n por interpretarlas, los seres humanos las oscurecen.
Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, escritor y periodista argentino, acaba de ser galardonado con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo a su trayectoria profesional ? 2009 Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez. Distribuido por The New York Times Syndicate.
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