El arte de Morante, en el recuerdo
No se hablaba m¨¢s que de Morante, de ese artistazo sevillano que conmovi¨® el toreo con un capote de seda que ya se ha hecho eternidad. Y hab¨ªa quien se atrev¨ªa a imitar -vana ilusi¨®n- sus ver¨®nicas, sus recortes, su prestancia, su inspiraci¨®n... Misi¨®n imposible. Las imitaciones, aun sin toro, carecen de alma.
Y la pol¨¦mica continuar¨¢ por mucho tiempo. ?Debi¨® salir Morante por la puerta grande a pesar de haber cortado una sola oreja? ?Debieron concederle las dos? Es m¨¢s, alguien, con el cuerpo todav¨ªa entusiasmado, aseguraba que la corrida debi¨® finalizar tras la explosi¨®n art¨ªstica del toreo de capa: se?oras y se?ores, esto se ha acabado; todo el mundo a su casa a disfrutar de lo vivido.
VALDEFRESNO / BAUTISTA, PERERA, TALAVANTE
Tres toros de Valdefresno -el segundo, devuelto-, tres de Hermanos Fraile, y el sobrero, de Jos¨¦ Luis Marca, todos desiguales de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, mansos y descastados.
Juan Bautista: media baja y tendida (silencio); media tendida y un descabello (silencio).
Miguel A. Perera: estocada trasera -aviso- y cuatro descabellos (ovaci¨®n); casi entera -aviso- y dos descabellos (silencio).
Alejandro Talavante: media tendida (silencio); estocada, cuatro descabellos -aviso- y el toro se echa (silencio).
Plaza de Las Ventas. 22 de mayo. Decimosexta corrida de feria. Lleno.
Lo cierto y verdad es que en el toreo existen unas normas reflejadas en un reglamento que determina los tercios y las exigencias para los trofeos. Pero eso es para los toreros; incluso, para las figuras. Pero cuando una de ellas traspasa la raya de lo humano, se adentra en la genialidad y hace del toreo un arte verdadero, qu¨¦ sentido tiene la norma y, en consecuencia, qu¨¦ valor hay que concederle a la colocaci¨®n de la espada cuando el torero ha sido capaz de transportar al mismo cielo a los testigos de su obra.
As¨ª, algunos aficionados manten¨ªan que, a pesar de la conmoci¨®n vivida, a Madrid le falt¨® sensibilidad para reconocer que Morante no fue un torero, sino un genio en estado de gracia que se hizo acreedor de todos los honores; y todos estaban de acuerdo, de forma un¨¢nime, en que su obra permanecer¨¢ para siempre en el imaginario popular.
Honor y gloria, pues, para tan gran artista, un verdadero capricho de la naturaleza, nacido para hacer realidad la armon¨ªa.
?Armon¨ªa...? Mientras continuaba la apasionada tertulia, se estaba celebrando en Las Ventas una caricatura m¨¢s, un simulacro m¨¢s, de corrida de toros. En esta ocasi¨®n la ganader¨ªa era la de Valdefresno y Hermanos Fraile -qu¨¦ m¨¢s da la filiaci¨®n- y se pudo comprobar, otra vez, que la epidemia de invalidez, la mansedumbre, la falta de casta y de clase se ha extendido por todo el campo espa?ol. Otra birria de corrida, otros toros podridos, enfermos, borrachos o vaya usted a saber qu¨¦... Otro bochorno, otra tarde para el olvido, y van ya...
?Y los toreros? Digamos que el peso del cartel reca¨ªa sobre Perera, que ya es una figura consagrada porque lidia toda la escoria que exigen los de su clase. ?Acaso no saben Perera y su apoderado, Fernando Cepeda, c¨®mo es lo de Valdefresno? ?Por qu¨¦ se anuncian en Madrid con estos toros? Ah, ya, por si... Por si uno mete la cara y le forma un l¨ªo. El l¨ªo del se?or Perera, ayer, fue el rid¨ªculo de ser uno m¨¢s entre las acomodadas figuras, y no un torero de los pies a la cabeza, como ha demostrado en esta misma plaza. Estuvo valiente y entregado toda la tarde, faltar¨ªa m¨¢s; ventajista, tambi¨¦n; y tan firme como pesado y superficial con los bodrios que tuvo que lidiar. ?Acaso cree alguien que aprender¨¢ la lecci¨®n? Se hacen apuestas: el pr¨®ximo a?o vuelve con Valdefresno porque le convencer¨¢n a ¨¦l y a su apoderado de que ha echado una buena corrida en un pueblo perdido.
Un poco perdido se mostr¨® Juan Bautista. Tampoco tuvo toros, pero se le vio desdibujado, precavido en exceso, encorsetado, indeciso, mal colocado siempre y sin plantar cara en ning¨²n momento. Mala cosa. Y Talavante, con los mismos oponentes, parece que quiso, pero nunca pudo traspasar la l¨ªnea del aburrimiento.
Menos mal que estaba Morante en el recuerdo; menos mal que siguen existiendo los sue?os. Menos mal que hoy se celebra una corrida de rejoneo, y acudir¨¢ un p¨²blico alegre con varios pollos bajo el brazo para regal¨¢rselos a Hermoso de Mendoza.
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