"No quiero parecer un loco deportista, pero lo soy"
Estamos en lo que Pablo Motos llama "mi comedor habitual", un restaurante que como ver¨¢n por el cuadrito aqu¨ª a la derecha es caro. Jaizkibel est¨¢ cerca del plat¨® de El hormiguero y tiene la mejor carta de varias manzanas a la redonda (va con conocimiento de causa: EL PA?S est¨¢ al lado).
Los camareros tratan a Motos con familiaridad pero sin piedad: sirven agua sin cesar a ver si cae otra botellita. El showman pide sin mirar la carta. Empezamos por el jam¨®n ib¨¦rico, al que Motos le quita la grasa con el cuchillo loncha a loncha. Cuando una monta?ita blanquecina corona su plato, llega el segundo: dos enormes bogavantes sobre un lecho de ensalada. El camarero les quita la cabeza, que no le gustan al se?or. "Ugg, no podr¨ªa", dice arrugando el morro.
Desde que produce 'El hormiguero', el presentador ya no discute de dinero
Como ver¨¢n, Motos es muy consciente de lo que engulle. "Como cinco veces al d¨ªa, que adelgaza, y hago cena de pobre: pechuga de pollo o ensalada y nada de alcohol. Voy al gimnasio varias veces al d¨ªa, pero eso no lo pongas. No quiero parecer un friki, que es lo que soy. Todo empez¨® cuando la revista Men's Health me ret¨® a ponerme en forma. Lo consegu¨ª y me he enganchado. Me siento 10 a?os m¨¢s joven, pero no te imaginas lo pronto que se pierde la tabletita". Como muestra de su musculatura, Motos contrae el b¨ªceps. "?Hala, qu¨¦ bol¨®n!", se me escapa, y ¨¦l sonr¨ªe de oreja a oreja. En ese mismo brazo, unos cent¨ªmetros m¨¢s abajo, reluce su otro orgullo: un reloj Hublot modelo Big Bang de 20.000 euros. "Colecciono relojes, mi ¨²nica excentricidad".
Hijo de un cocinero de hospital y de un ama de casa, Motos naci¨® en Requena (Valencia) hace 44 a?os. Este tipo menudo y con cara de pillo ha conseguido que El hormiguero (Cuatro), el programa que presenta y produce, re¨²na a dos millones de espectadores de lunes a jueves. "Yo quer¨ªa hacer algo transgresor que gustase a los mayores y apasionase a los ni?os", explica Motos. Para ello, ide¨® un programa r¨¢pido como una locomotora que acaba de ganar la prestigiosa Rose d'Or a mejor programa de entretenimiento. Entre otras cosas, El hormiguero ha conseguido que Will Smith o Hugh Jackman se sientan como en casa y todo gracias a un truco que no desvela ni muerto: "La traducci¨®n simult¨¢nea hace perder tiempo y los espectadores se aburren y zapean. Tenemos un secreto para que eso no pase que ha sido b¨¢sico".
Presentador con ¨¦xito. Cachas. Coleccionista de relojes. Y bussinessman. Motos es copropietario de 7 y Acci¨®n, productora de El hormiguero desde hace un a?o. "Montar tu empresa tiene cosas inc¨®modas, pero hay una por la que merece la pena: dejas de discutir de dinero, que desgasta much¨ªsimo. Nadie en su sano juicio me habr¨ªa dejado traer desde Australia un dinosaurio de 150.000 euros. Yo tomo la ¨²ltima decisi¨®n".
En septiembre, Motos y su colaborador Marron casi se ahogan bajo una avalancha de corcho ("No estamos muertos por 15 segundos"). Desde aquel d¨ªa, su madre ve el programa con el coraz¨®n en vilo. "Me dice, 'hijo, deja de hacer eso, no te hace falta".
Durante el postre (mel¨®n con fresas), Motos hace balance del men¨²: "Lo que hemos comido no engorda nada. El jam¨®n ib¨¦rico es san¨ªsimo. El bogavante tiene mucha prote¨ªna y pocas calor¨ªas. Y la fruta te da el az¨²car que tu cuerpo necesita". Y as¨ª salgo de all¨ª: con el est¨®mago y la cartera bien ligeros.
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