Fusiles al alcance de todos
El auge de las pandillas y la necesidad de autodefensa han disparado el contrabando en la ¨²ltima d¨¦cada
Que la importaci¨®n de armas en Am¨¦rica Latina haya crecido un 16% en 12 a?os no se debe s¨®lo a la carrera armamentista de la que, por otra parte, todos los Gobiernos reniegan. Hay miles de personas que se blindan diariamente. Para defender su vida, la de sus familiares, sus propiedades. Pero tambi¨¦n para delinquir. El Latinobar¨®metro del a?o pasado refleja la inseguridad que padecen los habitantes de la regi¨®n, para quienes la delincuencia es el principal problema de sus pa¨ªses, por encima del paro.
La violencia es una pandemia que recorre de norte a sur la regi¨®n desde hace d¨¦cadas. Si en M¨¦xico el narcotr¨¢fico es el caldo de cultivo de la inseguridad ciudadana, en Centroam¨¦rica los cr¨ªmenes de las maras provoca cantidad ingente de muertos. La probabilidad de que un joven de entre 15 y 24 a?os pueda ser asesinado en El Salvador o en Guatemala es 30 veces superior a la de un europeo, de acuerdo a un estudio de la Red de Informaci¨®n Tecnol¨®gica Latinoamericana. En el caso de los primeros, la tasa de cr¨ªmenes juveniles es de 92,2 por cada 100.000 habitantes.
La importaci¨®n de armas ha crecido un 16% en los ¨²ltimos 12 a?os
Seg¨²n se desciende por el mapa, la violencia sigue inquebrantable en muchos pa¨ªses, aunque ya no tan asociada a las pandillas. En Venezuela se calcula que los homicidios entre 2007 y 2008 aumentaron un 11%, y que se han triplicado desde hace 10 a?os.
Colombia, asolada por el narcotr¨¢fico, y Brasil, son los otros dos lugares m¨¢s violentos de la regi¨®n, y al mismo tiempo donde se han registrado las primeras experiencias positivas de desarme de la sociedad. La gesti¨®n del Estado de S?o Paulo es un ejemplo. Gracias a la mejora de los transportes p¨²blicos, de la implantaci¨®n de programas sociales y facilitar el trabajo en zonas donde la violencia era permanente, entre 1999 y 2004 se redujo la tasa de homicidios un 41%. En R¨ªo de Janeiro, la ONG Viva R¨ªo ha implantado programas de entrega de armas a cambio de alg¨²n beneficio para su portador. Un trabajo similar al que llev¨® a cabo la alcald¨ªa de Bogot¨¢ hace ya una d¨¦cada al desarrollar en Navidad el Proyecto Regalos por Armas, que logr¨® un descenso de los homicidios de casi un 30%.
Combatir el crimen y la violencia no es sencillo. Hay un componente hist¨®rico enclaustrado en la sociedad que ya ha impregnado a varias generaciones. "Dictaduras, guerras civiles, grupos armados... La violencia en la pol¨ªtica de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha quedado como un legado que influye en las relaciones sociales", explica Laura Tedesco, investigadora de la Fundaci¨®n para las Relaciones Internacionales y el Di¨¢logo Exterior (Fride).
La relaci¨®n entre el crimen urbano y las extremas condiciones en las que viven 230 millones de personas que son calificadas como pobres o indigentes en la regi¨®n explica tambi¨¦n la demanda de armas por la sociedad. "Lo que antes podr¨ªa considerarse cultura de la pobreza est¨¢ cada vez m¨¢s relacionada con la violencia, la marginalidad y la hostilidad", a?ade.
M¨¢s sangrante es la actitud de los Gobiernos ante este panorama. El control que se ejerce sobre el tr¨¢fico es pr¨¢cticamente nulo. "Las industrias tienen relaciones muy fuertes con los Gobiernos. Muchas veces son los propios Gobiernos. El Estado debe brindar m¨¢s seguridad, tratar de delimitar la proliferaci¨®n de armas", opina Diego Fleitas, de la Asociaci¨®n de Pol¨ªticas P¨²blicas argentina, autor de un reciente informe sobre tr¨¢fico de armas en la regi¨®n.
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