El reto de Pyongyang
El r¨¦gimen norcoreano prosigue, contra todos, su alarmante camino hacia un arsenal nuclear
Resulta sorprendente que un pa¨ªs tan aislado, pobre y proscrito internacionalmente como Corea del Norte mantenga tal empe?o en romper uno tras otro los puentes que todav¨ªa le unen al exterior. As¨ª ha vuelto a ser ayer, cuando el r¨¦gimen de Pyongyang, en un nuevo desaf¨ªo, ha detonado su segundo artefacto nuclear en tres a?os, m¨¢s potente que el de 2006. La l¨®brega exhibici¨®n de fuerza, aderezada con el lanzamiento casi simult¨¢neo de tres misiles de corto alcance, acrecienta los temores de proliferaci¨®n y evidencia el lento pero seguro progreso norcoreano hacia un arsenal at¨®mico, que inevitablemente har¨¢ m¨¢s inestable el noreste de Asia.
El ultraje no es menor por esperado. Pyongyang hab¨ªa anunciado volver a la carga inmediatamente despu¨¦s de que en abril pasado el Consejo de Seguridad endureciera sus sanciones contra el Estado comunista por el disparo de un misil de largo alcance disfrazado de sat¨¦lite. El r¨¦gimen de Kim Jong-il tambi¨¦n descart¨® entonces reincorporarse a las interminables negociaciones a seis bandas para que abandone su programa b¨¦lico at¨®mico, y que hasta ahora s¨®lo han conducido a una ristra de promesas incumplidas.
La opacidad total de las decisiones pol¨ªticas norcoreanas no permite sino c¨¢balas. Se trate de sobresaltar a Barack Obama, de una exhibici¨®n de fortaleza ante los suyos de un dictador enfermo que perge?a su sucesi¨®n o de una mezcla de factores, la explosi¨®n at¨®mica coloca a la nueva pol¨ªtica exterior de Washington ante el primer hecho consumado de envergadura en la regi¨®n. Si la conmocionada Corea del Sur y Jap¨®n, como vecinos m¨¢s directamente amenazados, la consideran alarmante, tambi¨¦n China y Rusia, valedores de Pyongyang, han condenado el experimento, que ha reunido de urgencia al Consejo de Seguridad. No cabe esperar de la ONU decisiones dr¨¢sticas. Ni Pek¨ªn, sobre todo, ni Mosc¨², ambos con poder de veto, est¨¢n dispuestos a apoyar un verdadero castigo ejemplar contra Corea del Norte.
Descartada por la nueva Casa Blanca una acci¨®n militar, queda ensayar variantes de la actual e infructuosa sucesi¨®n de recompensas y sanciones. Al menos mientras China mantenga su pol¨ªtica o un maestro del chantaje como Jong-il o el n¨²cleo duro de sus generales no acepten que cooperar es mejor que la paranoia en que est¨¢n instalados, a un precio terrible para 23 millones de norcoreanos.
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