Impune Berlusconi
La conducta pol¨ªtica y personal del primer ministro lastra la credibilidad italiana
Silvio Berlusconi ha cumplido el primer a?o de su tercer Gobierno. M¨¢s populista que nunca, Berlusconi sigue siendo tan capaz de gobernar para s¨ª mismo como incapaz de pensar en la colectividad. Igual que cuando entr¨® en pol¨ªtica hace ya tres lustros. Con el tiempo ha conseguido lo ¨²nico que persegu¨ªa realmente: su impunidad judicial. En medio de una izquierda desaparecida -15 puntos por detr¨¢s de los conservadores en los sondeos-, el primer ministro italiano mantiene al tiempo el apoyo popular, ejerce un control f¨¦rreo de los medios, promete sin cuento y se al¨ªa cuando hace falta con la Iglesia. Todo junto configura una especie de pol¨ªtico felizmente desusada en la Europa democr¨¢tica.
Las ¨²ltimas decisiones de su Gobierno revelan una escalada inquietante de esa impunidad moral. Berlusconi ha dejado a la Liga Norte agitar la propaganda y el miedo al diferente para criminalizar a los inmigrantes, que ahora duermen en Libia en vez de en Lampedusa. Adem¨¢s, acaba de poner el ¨²ltimo rej¨®n a la precaria independencia de la televisi¨®n p¨²blica al nombrar los nuevos cargos directivos, todos ellos afines o sumisos. Y ha recibido la ejemplar sentencia del caso Mills, tan razonada y demoledora que a cualquier otro dirigente le habr¨ªa costado la dimisi¨®n fulminante, acusando a la justicia penal de ser "una patolog¨ªa del sistema". Berlusconi busca poner a los jueces a los pies de los caballos para reformar a su antojo el sistema de manera que sea casi imposible condenar a nadie en Italia por delitos de cuello blanco.
A los 72 a?os, la vidriosa relaci¨®n de Il Cavaliere con la aspirante a vedette Noemi Letizia le ha costado el divorcio y ha revelado un clima decadente de bajo imperio que incluso la Iglesia comienza a criticar. El esc¨¢ndalo tiene suficiente dimensi¨®n pol¨ªtica como para que el l¨ªder italiano, que acusa a la oposici¨®n de instrumentalizarlo ante las elecciones europeas del mes pr¨®ximo y la reuni¨®n del G-8 en julio, est¨¦ coloc¨¢ndose a la defensiva y anuncie, sin fecha, una comparecencia ante el Parlamento para limpiar su nombre. El hecho es que, con desprecio de las reglas del juego democr¨¢tico, Berlusconi ha mentido repetidamente sobre su relaci¨®n con Noemi y rechaza responder a preguntas elementales sobre el caso planteadas por el diario La Repubblica. Todo sugiere que Italia tiene por delante cuatro a?os de chistes y menguada credibilidad.
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