Sastre, "tranquilo y... muerto"
El espa?ol pierde plaza en el podio del Giro al no resistir en el Blockhaus y Menchov hace de Indurain
Las ovejas de Campo Imperatore, los millones de borregos merinos que hicieron la gloria de los M¨¦dicis, se las comieron los hambrientos soldados alemanes. La vida de los pueblos, de las peque?as, hist¨®ricas, aldeas, ya moribundas en las ¨²ltimas d¨¦cadas, sufri¨® hace nada la puntilla del terremoto. El ciclismo de competici¨®n, otra cultura en v¨ªas de extinci¨®n, recorri¨® ayer los Abruzos. Lo hizo en un ambiente de exaltaci¨®n y alegr¨ªa, multitudes gozosas en las gradas naturales de la Maiella, la monta?a m¨¢gica en la que, en un d¨ªa crepuscular, niebla que parec¨ªa sacada de una actuaci¨®n de dinosaurios del rock en la llegada, Denis Menchov hizo de Indurain; Di Luca, en su territorio, de Chiappucci; Basso-Pellizotti, de Bugno, y Sastre, ambicioso y desbordado, de Lejarreta. Armstrong, por su parte, quiso hacer de Armstrong. Media de edad de los protagonistas: 34 a?os. Media de victorias en grandes vueltas: 2,4 (s¨®lo Pellizotti est¨¢ virgen en el terreno).
Gan¨® la etapa Pellizotti, la otra cara de Basso, quien ape¨® provisionalmente del podio a Sastre. Menchov, la m¨¢scara en su cara, control¨®, inmutable, los desbordes emocionales de Di Luca, saltar¨ªn como una pulga, excepto en el sprint final, cuando, atacados ambos por Garzelli, al ruso en rosa le fall¨® el cambio: iba con un desarrollo excesivamente largo y no le entr¨® la marcha corta para acelerar. Perdi¨® en la operaci¨®n 13 segundos -"no son nada", dijo Menchov-, cinco de retraso m¨¢s ocho de bonificaci¨®n. Mantiene 26 de ventaja sobre el rey de los Abruzos cuando al Giro le quedan dos d¨ªas importantes, el Vesubio, ma?ana, y la contrarreloj de Roma, 14 kil¨®metros urbanos en los que Di Luca piensa perder medio minuto. Los italianos, como en los tiempos, 1992 y 1993, en los que Indurain dominaba en su pen¨ªnsula, ya claman por una alianza para destronar al ruso, pero el mayor peligro para Menchov puede suponer la exhumaci¨®n, emprendida en Alemania y Austria coincidiendo con su maglia rosa, de la historia -ya desmentida por el acusado en enero de 2008- de su presunta relaci¨®n con un laboratorio de Viena especializado en transfusiones de sangre.
"Yo estoy tranquilo, s¨¦ que no hay nada", dijo Menchov, sonriente. "Yo estoy tranquilo y... muerto", dijo Sastre, sentado en el asfalto del Blockhaus, 20 metros despu¨¦s de la meta, mientras se pon¨ªa ropa seca, un gran colgante de madera con un crucifijo bambole¨¢ndose contra sus costillas, tan visibles.
A Celestino V, un papa del siglo XIII que lleg¨® a Dios a trav¨¦s de sus meditaciones ermita?as en grutas de los Abruzos, le quedaba muy poco de vida cuando abdic¨® del trono de San Pedro y se retir¨® a una gruta de la Maiella. Seguramente se habr¨ªa entendido bien con Sastre, quien en su d¨ªa m¨¢s duro del Giro (cedi¨® 2m 19s a Pellizotti, 1m 11s a Menchov en la etapa m¨¢s corta, 83 kil¨®metros), se neg¨® a buscar disculpas. "Otros han estado mejor que yo y ya est¨¢", dijo Sastre, quien aceler¨®, en vez de atacar, la marcha del grupo al pie del puerto, cuando a¨²n quedaban 18 kil¨®metros para la llegada. Lo tuvo que hacer ¨¦l porque su equipo se hab¨ªa machacado marchando a toda m¨¢quina en los ¨²ltimos kil¨®metros de llano. "Seguramente, como la etapa era muy corta, quiso acelerar mucho para subir r¨¢pidamente de revoluciones", dijo, comprensivo, Menchov. Cuando empez¨® lo serio, cuando atac¨® Di Luca, Sastre estaba mal colocado, atr¨¢s como siempre. Pero esta vez no era enga?o. "Ya entonces estaba mal", dijo el zagal de El Barraco, quien emprendi¨® la subida como una penitencia, locomotora de un tren al que se enganch¨® un vag¨®n llamado Armstrong.
17? etapa: 1. F. Pellizotti (Ita. / Liquigas), 2h 21m 6s. 3. D. di Luca (Ita. / LPR), a 43s. 4. D. Menchov (Rus. / Rabobank), a 48s. 9. C. Sastre (Cerv¨¦lo), a 1m 59s. 10. L. Armstrong (EE UU / Astana), m. t. General: 1. D. Menchov, 72h 28m 24s. 5. C. Sastre, a 3m 30s. 12. L. Armstrong, a 12m 17s.
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