Chapucer¨ªa 'made in England'
La seriedad institucional brit¨¢nica empieza a ser una leyenda. Aunque las criaturas humanas pueden ser un desastre, en Reino Unido los organismos p¨²blicos funcionan como la seda: ¨¦se era el mensaje. Tanto celo por la correcta marcha de las instituciones condujo a la Royal Aire Force (RAF), la Fuerza A¨¦rea de Reino Unido, a recabar informaci¨®n delicada de 500 altos cargos. Puesto que dispon¨ªan de acceso a informaci¨®n de alto riesgo, conven¨ªa saber los detalles de su vida privada por si pod¨ªan llegar a ser chantajeados. As¨ª que se hizo la investigaci¨®n pertinente y, en tres discos duros, se guardaron los detalles ¨ªntimos de cada uno: antecedentes penales, deudas, historial m¨¦dico, uso de drogas, trato con prostitutas, aventuras extraconyugales... Con los nombres completos de las terceras partes incluidos, faltar¨ªa m¨¢s.
Los discos duros, sin ninguna codificaci¨®n, se ocultaron en un lugar seguro, la base de la RAF en Innsworth (Gloucestershire). En septiembre alguien pas¨® por all¨ª y se llev¨® toda la informaci¨®n, as¨ª que el Ministerio de Defensa ha tenido que admitir que los detalles que se obtuvieron para evitar cualquier chantaje est¨¢n ahora por ah¨ª a disposici¨®n de los chantajistas.
Algo grave est¨¢ pasando. En enero de 2008 se perdieron los datos m¨¦dicos de 6.000 presos de la c¨¢rcel de Preston; el ordenador port¨¢til con informaci¨®n sobre 5.000 empleados del Ministerio de Justicia se extravi¨® en septiembre; de la desaparici¨®n de 10.000 documentos sobre el personal del Ej¨¦rcito se supo en octubre; en noviembre, las claves secretas de los ordenadores del Gobierno aparecieron en el aparcamiento de un pub. No hay que olvidar al alto funcionario que llevaba a la vista los detalles de una operaci¨®n contra el terrorismo islamista. Y, en fin, ah¨ª est¨¢ el esc¨¢ndalo de las facturas infladas de los parlamentarios.
Quiz¨¢ todo empez¨® en 1982, cuando Michael Fagan se salt¨® todos los controles del palacio de Buckingham y se sent¨® en el dormitorio de la reina Isabel II a esperar que se despertara. La gesta se ha intentado emular, por d¨¦cima vez, hace muy poco, y la polic¨ªa ha tenido que ponerse las pilas. Pero ah¨ª surgen nuevos temores: que las pilas ya no sirvan o que se las pongan al rev¨¦s.
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