El testamento del rey guillotinado
Un buscador de manuscritos paga un mill¨®n por un texto perdido de Luis XVI
Uno de sus colaboradores dio el notici¨®n a G¨¦rard Lh¨¦ritier hace unos meses: "En Estados Unidos hay una familia que guarda, desde hace m¨¢s de 100 a?os, el manuscrito del testamento pol¨ªtico de Luis XVI, el ¨²ltimo rey de Francia, el que escribi¨® antes de huir de Par¨ªs". Lh¨¦ritier, como otros muchos perseguidores obsesivos de documentos antiguos, hab¨ªa o¨ªdo hablar de la pieza e incluso, en un antiguo viaje a una universidad de Michigan, hab¨ªa encontrado alguna pista de su paradero. Sospechaba que, como muchos otros papeles de la Revoluci¨®n, se encontraba en Estados Unidos. Pero la llamada de su colaborador era definitiva. As¨ª que cogi¨® el avi¨®n y visit¨® a la familia. Baj¨® a la c¨¢mara acorazada del banco donde reposaba el documento y lo contempl¨® despacio: en un cofre del tama?o de un libro dorm¨ªan las 16 p¨¢ginas tama?o cuartilla, ya amarillentas, que Luis XVI, horas antes de disfrazarse de criado y salir de Par¨ªs a B¨¦lgica de tapadillo, redact¨® apresuradamente a juzgar por los tachones. En ellas, tal vez con mala conciencia, explicaba a los franceses por qu¨¦ hu¨ªa y su opini¨®n sobre las reformas pol¨ªticas de la Revoluci¨®n. Despu¨¦s se lo entreg¨® a su secretario con la orden de remitirlo al presidente de la Asamblea.
En un cofre del tama?o de un libro dorm¨ªan 16 p¨¢ginas amarillentas
G¨¦rard Lh¨¦ritier ha creado un museo para exhibir sus hallazgos en Par¨ªs
El destino del rey es conocido: denunciado al d¨ªa siguiente por un ventero de Varennes, fue apresado, encarcelado y muri¨® en la guillotina dos a?os despu¨¦s. El del manuscrito no: nadie sabe qu¨¦ fue de las 16 cuartillas que terminan con esta firma tan real como corta, Louis. Su contenido s¨ª que se divulg¨®, ya que fue copiado por aquellas fechas y estudiado desde entonces. Pero el original se perdi¨® en 1791.
Hasta que Lh¨¦ritier lo observ¨® en la c¨¢mara acorazada. Comprob¨® que el documento era aut¨¦ntico con la ayuda de un experto en papel de ¨¦poca, otro experto en tinta antigua y un tercer especialista en la letra y en la caligraf¨ªa particular del rey. Despu¨¦s convenci¨® a los poseedores de que se lo entregaran a su sociedad con una raz¨®n convincente:
-Un cheque de m¨¢s de un mill¨®n de euros -dice con una sonrisa.
Ahora, este manuscrito, encerrado en el mismo cofre con forma de libro que lo ha guardado en los ¨²ltimos 100 a?os, se encuentra desde hace dos semanas en la oficina parisiense de Aristophil, en plenos Campos El¨ªseos. "Yo lo compr¨¦, pero no con mi dinero, sino con el dinero de un centenar de clientes de la sociedad. Yo he sido como un intermediario. Ahora ellos son copropietarios del manuscrito, cada uno con su parte correspondiente. Con una condici¨®n: el manuscrito se expondr¨¢ en nuestro museo".
El Museo de Cartas y Manuscritos, creado por Lh¨¦ritier, ¨²nico en el mundo, situado en el 8 de la rue de Nesle, en el barrio de Saint Germain-des-Pr¨¦s, se alimenta de eso: de su pasi¨®n de sabueso de papeles manuscritos y del dinero de sus 7.000 socios, que compran lo que ¨¦l y sus colaboradores encuentran en el mundo. "Cada socio puede vender su parte de manuscrito cuando quiera y sacar partido, pero esto no es s¨®lo un negocio. Hay mucho de amor a los manuscritos, a la historia y a la historia de Francia".
La sociedad de Lh¨¦ritier cuenta con miles de documentos: hay cartas de Gauguin, Goya o De Gaulle, poemas manuscritos de Rimbaud, los c¨¢lculos a mano que elabor¨® Einstein cuando ide¨® la teor¨ªa de la relatividad general o un viejo pergamino firmado por el nieto de Carlomagno que no se expone para que la luz no termine de deshacer su fragil¨ªsima textura. Lh¨¦ritier los ense?a, deja que el visitante acaricie alguno y despu¨¦s los vuelve a guardar con la misma sonrisa orgullosa de cazador de joyas.
Este hombre peque?o y amable no es historiador ni documentalista ni profesor de nada: hizo una peque?a carrera militar y despu¨¦s trabaj¨® de agente de seguros. Su pasi¨®n enfermiza por las cartas antiguas naci¨® una tarde de hace 25 a?os en que su hijo le pidi¨® que le comprara algunos sellos viejos para su colecci¨®n. "Ese d¨ªa me enter¨¦ de que en el siglo XIX, durante tres meses en que Par¨ªs estuvo cercada por las tropas prusianas, los parisinos recib¨ªan cartas por medio de un ingenio en forma de bola rodante que llegaba, empujada por la corriente, por el fondo del Sena. En Par¨ªs las atrapaban con una red. Me fascin¨® la historia. Me puse a buscar esas cartas. Encontr¨¦ algunas. Cambi¨¦ de vida y de oficio. As¨ª empec¨¦ a formar la sociedad Aristophil".
Lh¨¦ritier lo sabe todo sobre esas cartas y sobre las que los parisienses sitiados enviaban fuera a bordo de globos aerost¨¢ticos. Ense?a algunas. Muestra las direcciones, la frase que indica que fue remitida por globo... Luego vuelve a su ¨²ltima adquisici¨®n, al manuscrito que redact¨® el rey poco antes de abandonar a sus s¨²bditos de noche, vestido de sirviente, escondido dentro de una calesa de segunda. Se?ala un p¨¢rrafo del final: "Franceses, y sobre todo parisinos, volved a vuestro rey; ¨¦l ser¨¢ siempre vuestro padre, vuestro mejor amigo".
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