La lujuria de los bombarderos
El mill¨®n y medio de habitantes de la Franja de Gaza es prisionero tanto de Ham¨¢s como de Israel
La lujuria de la opini¨®n p¨²blica por los bombardeos en masa. Susan Sontag
Ya antes, con las expectativas de Kadima, pero ahora m¨¢s, desde que un electorado belicista -que, en un 85%, deseaba que el ataque hubiese seguido hasta rematar la destrucci¨®n de la Franja de Gaza y un total escarmiento de Ham¨¢s- ha inclinado a Simon Peres a encargar el gobierno a Netanyahu, se ha vuelto m¨¢s que nunca sarc¨¢stico y hasta bellaco hablar de "paz", de "proceso de paz", de "hoja de ruta", siendo as¨ª que Ham¨¢s, al igual que Israel, tampoco quiere "paz"; ambos quieren la guerra.
"Paz" es una "palabra enforrada", culpable disimulo de la mala conciencia de los diplom¨¢ticos, los Solana, los Rice, los Moratinos, que han logrado poner al d¨ªa aquella cr¨ªtica de Plutarco: "As¨ª que de estos dos nombres, 'guerra' y 'paz', vienen usando como de monedas". Al igual que la paz y la guerra, la diplomacia comparte un juego alternante con la acci¨®n armada, como fichas de un mismo tablero. La pueril elementalidad conceptual de los americanos ha designado esos dos polos como "poder blando" y "poder duro", y hasta el m¨¢ximo te¨®rico del pa¨ªs, Henry Kissinger, lo tiene elevado a doctrina, como expresamente demuestra al lamentar que los diplom¨¢ticos europeos busquen acuerdos sin tener por detr¨¢s alguna t¨¢cita pero bien manifiesta retranca, lo que, por lo dem¨¢s, ya hab¨ªa sido una notoria pr¨¢ctica brit¨¢nica, con su to show the flag o "pol¨ªtica de la ca?onera".
Hillary Clinton, en su visita a Israel, renov¨® a Simon Peres esa especie de juramento de eterna fidelidad de los EE UU
Es de creer que entre el mill¨®n y medio de habitantes de la Franja de Gaza tendr¨ªa que haber much¨ªsimos no-combatientes que participasen del sentido del honor, del patriotismo de Ham¨¢s, teniendo por deshonroso mostrar debilidad frente a Israel; pero aun de la m¨¢s exacerbada soberbia patri¨®tica se esperar¨ªa, en principio, que dejase a salvo el honor del que claudica cuando la muerte alcanza hasta los ni?os m¨¢s peque?os; Ham¨¢s, empero, se ha saltado todos los l¨ªmites, empezando por el m¨¢s pragm¨¢tico: el que ha cometido la osad¨ªa de enfrentarse al m¨¢s fuerte no deber¨ªa ignorar ni desde?ar la norma alternativa circunstante: "El d¨¦bil tiene que saber rendirse". Pero el l¨ªmite que se han saltado contra su poblaci¨®n, ese mill¨®n y medio de personas tan prisionero del propio Ham¨¢s como de Israel, ha rebasado cualquier extremo de inhumanidad imaginable.
Ya sabemos que el ejecutor, el instrumento de Ham¨¢s al perpetrar tal infamia contra los que pretende que son su propio pueblo, han sido los bombarderos de Israel. Y, sin embargo, ser¨ªa totalmente inapropiado inculpar a Israel de aquello que Ham¨¢s se ha empecinado en arriesgar a expensas de la Franja. Tan inapropiado como el que los israel¨ªes hayan querido cargar sobre Ham¨¢s y los palestinos la inusitada y sangrienta criminalidad de sus propios bombarderos. Ciertamente, fue Ham¨¢s "el que empez¨®", pero ¨¦sta es la alegaci¨®n caracter¨ªstica de lo que en otros lugares he llamado "proyecci¨®n de la responsabilidad". El paradigma m¨¢s cabal se concentra en esta frase del entonces secretario general de la OTAN, don Javier Solana: "Milosevic es el ¨²nico responsable de lo que le pase a Serbia". Lo completo de esta formulaci¨®n est¨¢ en dos cosas: en decir "el ¨²nico", en lugar de "ser¨¢ responsable" o "tambi¨¦n responsable", como para apurar la exclusi¨®n de cualquier otro posible; y en decir "le pase", en vez de "le hagamos" o por lo menos "se le haga". "Le pase", un impersonal sin sujeto, que significa que le pasar¨¢ autom¨¢ticamente, sin que nadie se lo haga, porque ya est¨¢ conectado el resorte, y el ¨²nico que puede apretar el bot¨®n para desconectarlo es el amenazado. As¨ª es como la precisi¨®n ling¨¹¨ªstica logra expresar la proyecci¨®n de la responsabilidad como una cosa literalmente inhumana.
La calificaci¨®n de Estado o de grupo terrorista suele proceder de una declaraci¨®n incoada por alg¨²n gobierno y reconocida por otros o quiz¨¢s por la ONU; no s¨¦ cu¨¢l es su contenido literal, pero por lo que veo, concierne, al menos, al comportamiento de los que la hayan sancionado, y consiste en una licencia y una prohibici¨®n. La licencia es la facultad de lanzar libremente una acci¨®n armada, de agredir, da?ar y matar al Estado o grupo terrorista con unas condiciones de legitimidad mucho m¨¢s laxas que las comunes del derecho internacional. La prohibici¨®n es la de considerar ilegal o ileg¨ªtimo no s¨®lo cualquier trato con el terrorista que no sea el de su rendici¨®n incondicional con entrega de armas y empapelamiento judicial, sino incluso cualquier otra forma de palabra humana. El estatuto de terrorista es, as¨ª pues, un estigma de infamia y perdici¨®n, o el estigma de "no-humano", como en la utop¨ªa de Campanella ven¨ªa a ser reputado todo aquel que no se integrase en su "Citt¨¤ del Sole". La obra fue condenada por la Iglesia.
El Cristianismo Romano, con su rechazo de cualquier cosa que se arrimase a las doctrinas de la "predestinaci¨®n" y su s¨®lida noci¨®n de "pecador" ha repugnado la idea de toda posible forma de "proscripci¨®n divina" bastante mejor que la teodicea protestante. Y si ateni¨¦ndonos a la connotaci¨®n de la figura cat¨®lica del "pecador", resulta que el delincuente, el criminal y hasta el terrorista siguen siendo Hijos de Dios, hay que pensar que en la actual concepci¨®n de la idea de "terrorista" como un estigma de infamia o de no-humanidad ha predominado la forma de religiosidad -o, por as¨ª decirlo, la "teodicea popular"- de los americanos.
En la ¨²ltima agresi¨®n de la Franja de Gaza los israel¨ªes no han dejado de atenerse escrupulosamente a los dos rasgos que para m¨ª apareja el estigma de infamia de la noci¨®n vigente de terrorista; pero a¨²n hay que a?adir otro ingrediente, aportado, esta vez, no por la condici¨®n del agredido, sino por la del agresor. El resorte generador del victimado consiste en dar por bueno que la sinraz¨®n padecida por alguno le sea autom¨¢ticamente convalidada como saldo a su favor, como cr¨¦dito. Es una extensi¨®n m¨¢s del prehist¨®rico y universal "principio de intercambio" redundado por el Cristianismo sobre el sufrimiento como valor intr¨ªnseco: todo sufrimiento es en s¨ª mismo creador de riqueza: es inmediatamente ingresado en moneda de bienaventuranza en la cuenta corriente espiritual del que lo padece. En el Evangelio de San Lucas figura el principio de intercambio en los dos sentidos, pues a las bienaventuranzas (Lucas, 6, vv. 20-23) siguen "las malaventuranzas" (Lucas, 6, vv. 24-26); "?Pero, ay de vosotros los ricos, porque ya hab¨¦is disfrutado vuestro gozo!, etc¨¦tera. El que aqu¨ª sufre (paga) gozar¨¢ (ser¨¢ resarcido) en el M¨¢s All¨¢; el que aqu¨ª goza (gasta) sufrir¨¢ (pagar¨¢ sus deudas) en el M¨¢s All¨¢. Y ahora no puedo omitir un memorable chiste de El Roto (EL PA?S, 2-03-2006): en el dibujo iban dos por la calle y uno dec¨ªa: "Entonces, ?el sufrimiento tambi¨¦n es una inversi¨®n?", y el otro: "?Pues claro!".
Horkheimer y Adorno, en la Dial¨¦ctica de la Ilustraci¨®n, escriben: "Culpa y expiaci¨®n, felicidad y desventura, son [...], tanto para la justicia m¨ªtica como para la racional, miembros de una ecuaci¨®n [cursiva m¨ªa]. La justicia se pierde en el derecho". El temible predominio de la pura ecuaci¨®n crece hoy en d¨ªa en el pensar y el sentir popular acerca del derecho: por "justicia" no entienden ya m¨¢s que el castigo; la "injusticia" no est¨¢ en la acci¨®n del reo, sino en su impunidad; una sentencia de condena desencadena una explosi¨®n de j¨²bilo en los agraviados, es su victoria; la absoluci¨®n es sentida y llorada como una repetici¨®n del crimen; no ha faltado quien diga: "Lo han asesinado por segunda vez". Es el arca¨ªsmo de "las almas en pena", que eran las de los muertos insepultos, pero tambi¨¦n las de los muertos sin venganza. Los muertos sin venganza constituyen el contenido de todo victimato, de modo que "las almas en pena" son el capital moral reivindicado por las asociaciones de herederos.
Los jud¨ªos han sufrido, por su sola condici¨®n de jud¨ªos, el mayor genocidio del que haya memoria; el "capital moral" de sus sucesores es, as¨ª pues, inconmensurable, y ellos mismos rechazan cualquier conmensuraci¨®n o comparaci¨®n, incluso con los armenios, porque dicen que "banaliza" la Shoah; se han arrogado, por as¨ª decirlo, "el monopolio del victimato leg¨ªtimo". En otro lugar escrib¨ª que con los bombardeos de la Franja de Gaza no tomaban represalias por los cohetes de Ham¨¢s, sino que segu¨ªan veng¨¢ndose de la Shoah; esto lo hace veros¨ªmil la autom¨¢tica prontitud con que acusan de antisemitismo a casi todo cr¨ªtico de las acciones de Israel. ?ltimamente se ha sabido -eso s¨ª, justo es decirlo, por la prensa del propio Israel- de las revelaciones de algunos soldados israel¨ªs sobre su acci¨®n de disparar contra civiles desarmados en la Franja de Gaza.
La se?ora Clinton, nombrada por Obama secretario de Estado, pese a que durante la campa?a contra ¨¦l hab¨ªa hablado -no en un mitin, pero s¨ª en una conferencia- de la opci¨®n de "devolver Ir¨¢n a la Edad de Piedra" (frase que alguien invent¨® ya para Vietnam), le ha renovado a Simon Peres, en su reciente visita a Israel, esa especie de juramento de eterna fidelidad de los EE UU a Israel, gobierne quien gobierne ha precisado. Yo atribuyo semejante devoci¨®n, ¨²nica en el mundo, a que los americanos sienten como su mayor m¨¦rito y t¨ªtulo de gloria en la II Guerra Mundial el haber destruido a quien perpetr¨® la inmensa infamia contra el pueblo jud¨ªo; incluso el honor m¨¢ximo de su propia historia tal vez lo sientan en su papel de Vengadores de la Casa de Israel.
Conviene recordar c¨®mo ha ido a ser justamente el presidente Bush el que, ya con Obama nominado, ha tomado respecto de Israel la plausible decisi¨®n de negarse a satisfacer la petici¨®n de Olmert de proveer a la aviaci¨®n israel¨ª de bombas perforadoras que alcancen la mayor profundidad; al parecer, algunos de los t¨²neles palestinos de Rafah pasan incluso a 20 metros bajo tierra, pero yo me sospecho que Bush lo que tem¨ªa era alguna temeraria iniciativa de Israel contra los t¨²neles at¨®micos de Ir¨¢n.
El asombro y el clamor que despertaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki privilegiaron "lo at¨®mico" como un poder excepcional y separado; esto hizo que los provistos de bombas cerrasen tratados con autoprohibiciones y prohibiciones a terceros no provistos, excepto Israel, pero distrajo la atenci¨®n sobre los entonces impensables o impensados avances tecnol¨®gicos para otras armas, como cohetes, aviones y helic¨®pteros. El ¨²ltimo prodigio ha sido el caza-bombardero Spirit, capaz de bombardear Afganist¨¢n en un vuelo de ida y vuelta, sin repostar, desde tierra americana; su costo es de 1.400 millones de d¨®lares la pieza y se han hecho 22. Cuesti¨®n para expertos (inveros¨ªmil como todo futurible) ser¨ªa calcular si por ejemplo 50 de estos vol¨¢tiles en manos de una de las partes en la II Guerra Mundial le habr¨ªa asegurado la victoria.
En Irak y Afganist¨¢n cualquier encuentro mediano acababa resuelto con bombardeo; la destrucci¨®n de Falluya fue el l¨ªmite extremo. Un informe reciente de la ONU estima en el 64% las muertes producidas en Afganist¨¢n por las fuerzas a¨¦reas. Los aviones sin piloto Global Hawk y Predator, provistos por Bush el uno con bombas y el otro con 14 misiles Hellfire -"Fuego del Infierno"-, los ha mandado ahora Obama a bombardear Wazirist¨¢n (el "Kafirist¨¢n" del cuento de Kipling). Israel, sin tener ning¨²n Esp¨ªrit, los tiene equivalentes a efectos de machacar un enclave fronterizo y tan peque?o como el de Gaza; pero aqu¨ª la ferocidad de Israel ha superado incluso la de los americanos. Ante tama?os progresos en poder mort¨ªfero y tras tanto ruido con las "armas de destrucci¨®n masiva", ser¨ªa cosa de reconsiderar para los cohetes, los caza-bombarderos y los helic¨®pteros, un tratamiento parejo al de la bomba at¨®mica, por m¨¢s que no la atajen en poder, con acuerdos internacionales de prohibici¨®n o restricci¨®n. Ya s¨¦ que no, pero al menos no hablen m¨¢s de "paz".
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