Curanderos del esp¨ªritu
No se sabe muy bien si la Cienciolog¨ªa es una religi¨®n, una secta o un cartel de buhoneros de narc¨®ticos espirituales con franquicias en todo el Occidente cristiano. Si se depura el instrumental sectario, patente en ese regusto por la uniformidad intelectual o la salvaci¨®n para unos pocos elegidos, y se descuenta el resplandor propagand¨ªstico de Tom Cruise y John Travolta, la Cienciolog¨ªa se reduce a una maquinaria de extorsi¨®n de la ansiedad psicol¨®gica, que brota con especial virulencia en la cultura estadounidense, tan propicia a masajearse el yo y vigilar con aprensi¨®n cualquier disturbio emocional. La Cienciolog¨ªa secuestra el ego atribulado, toma como reh¨¦n su cuenta corriente y le vende tremebundos rituales de purificaci¨®n con una tasa de beneficio que para s¨ª quisieran algunos bancos. Pero en Francia tienen mal visto el curanderismo emocional y un tribunal de Par¨ªs ha procesado a los cienci¨®logos galos por "estafa de banda organizada, abuso de confianza y ejercicio ilegal de farmacia". El caso que ha provocado el pleito podr¨ªa servir de argumento para una sesi¨®n de sarcasmos dirigida por Tip y Coll o un cap¨ªtulo en cualquier novela de Wodehouse, y es como sigue.
Una se?ora, captada por los paladines de la Cienciolog¨ªa, denunci¨® que se hab¨ªa gastado m¨¢s de 20.000 euros en "cursos de comunicaci¨®n y reparaci¨®n de vida" y en ingentes cantidades de libros, medicinas y p¨®cimas para recuperar los equilibrios vitales que, seg¨²n el diagn¨®stico invariable de la secta a cualquier peat¨®n de la historia, ten¨ªa inequ¨ªvocamente da?ados. Los chistosos cienci¨®logos franceses a?adieron un chascarrillo: vendieron a la se?ora un electr¨®metro, un artefacto destinado a medir, con precisi¨®n microm¨¦trica, su carga mental. ?Y c¨®mo se mide la tensi¨®n mental? S¨®lo lo saben los cienci¨®logos, asistidos por la luminosa sabidur¨ªa infundida desde el m¨¢s all¨¢ por el fundador Ron Hubbard, un mediocre escritor de ciencia-ficci¨®n, al que rinden pleites¨ªa.
Si el cuento acab¨® mal para la secta, cartel de veterinarios espirituales o lo que buenamente sea la Cienciolog¨ªa, fue por mala suerte. Result¨® que la denunciante ten¨ªa suficiente voltaje mental para decidir que la hab¨ªan estafado. O el electr¨®metro de marras no funciona o la novicia defraudada no recibi¨® suficiente dosis de purificaci¨®n espiritual.
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