Los 'graffiti' acorralan a Alicante
El comercio los considera un problema y el Ayuntamiento endurece su pol¨ªtica
Los comerciantes de la plaza de Argel, en el barrio Virgen del Remedio de Alicante, pintaron hace seis meses las persianas de sus establecimientos para dar buena imagen. "Y a la semana volvieron a empezar", se?ala Pedro de Gea, propietario de un negocio en la zona y presidente del colectivo de comerciantes de Alicante. Ellos "volvieron a empezar". Se refiere a los autores de las firmas que llenan las paredes de la plaza, apenas perdonan alg¨²n banco de la zona, han tomado el poder en la entrada a la galer¨ªa comercial aleda?a e incluso han salpicado ya el mural que la asociaci¨®n impuls¨®, dentro de una iniciativa mayor del Ayuntamiento llamada Murart para fomentar el graffiti sostenible, en el pasaje que comunica la plaza con una calle para encauzar el problema.
La ciudad gast¨® el a?o pasado 358.000 euros para limpiar las pintadas
El fracaso de las iniciativas salta a la vista. "Ya ni respetan el propio graffiti", subraya De Gea, tan acostumbrado al problema como harto. Los comerciantes, de hecho, llegaron a pedir a las dos tiendas todo a cien del barrio que no vendieran aerosoles, para intentar controlar las pintadas. Da igual, asumen que los traen de otras partes de Alicante. "Es uno de los principales problemas de la ciudad. Es una pena que la imagen de la ciudad es que es sucia, cuando est¨¢ limpia", se lamenta el representante del comercio. "Alicante no es un graffiti, pero lo parece", apostilla dejando claro que esta situaci¨®n no solo salpica a este humilde barrio de Alicante, sino que afecta democr¨¢ticamente a toda la urbe. La diferencia solo est¨¢ en la capacidad de limpieza y en la posibilidad de gasto para borrar las huellas de esta forma de expresi¨®n urbana. De Gea, entre otras cuestiones, reclama que se cumpla la ordenanza de limpieza que endureci¨® las multas. "Hay que poner coto porque es algo que va en aumento", resume el comerciante.
Graffiti hay en todas partes, pero comerciantes, Ayuntamiento e incluso un "escritor" (el grafitero m¨¢s completo) urbano coinciden en destacar que Alicante cuenta con una amplia tradici¨®n en la materia y que, adem¨¢s, vive tiempos de efervescencia. Tanto para bien, como para mal. "Aqu¨ª hay muy buenos graffiteros, y p¨¦simos imitadores", explica una fuente municipal. El Ayuntamiento, que tiene en marcha junto con la empresa de limpieza Inusa el programa Murart para promover el muralismo entre los j¨®venes, est¨¢ dispuesto a plantarle cara a las pintadas no permitidas y trabaja en la puesta en marcha de nuevas medidas para frenar una actividad que cuesta cada a?o miles de euros a particulares, empresarios y al propio consistorio. El a?o pasado Alicante gast¨® 358.000 euros de las arcas p¨²blicas para limpiar graffiti y este a?o Inusa, a petici¨®n del consistorio, ha intensificado las labores, de forma que solo hasta febrero ya se han superado ampliamente los metros cuadrados sobre los que se actu¨® en 2008. Entre otras decisiones, el Ayuntamiento pretende reclamar judicialmente los da?os que provoquen los grafiteros para que m¨¢s all¨¢ de la multa puntual se pueda llegar a asumir el coste de la limpieza o de reparaci¨®n, por ejemplo, de un escaparate. Para ello, entre otras cuestiones, recurrir¨¢ a un graf¨®logo que permita agrupar las firmas de un mismo autor. La experiencia se ha aplicado ya en Sabadell con buenos resultados y el Ayuntamiento mantuvo una reuni¨®n en el consistorio catal¨¢n para conocer la experiencia de primera mano, seg¨²n detall¨® recientemente en una rueda de prensa Andr¨¦s Llorens, concejal de Atenci¨®n Urbana. "70 tags (firmas) pueden costar entre 150.000 euros y 200.000 euros de reparar", explica otra fuente municipal.
La cultura del graffiti es tan popular como diversa y controvertida. Un "escritor" alicantino que prefiere el calificativo de an¨®nimo defiende la idiosincrasia de un movimiento "de la calle", muy consolidado y dif¨ªcil de acotar, aunque insiste en que el l¨ªmite "lo marca cada uno". An¨®nimo es de los que consideran que las fachadas de particulares se deber¨ªan respetar, tambi¨¦n los escaparates. ?l, a?ade, se decanta por pintar en otros sitios: casetas de electricidad, casas abandonadas, paredes con permiso o alg¨²n muro muy estropeado. "La filosof¨ªa es poner tu nombre donde m¨¢s se vea y en todos los sitios posibles", a?ade. Admite, en cualquier caso, que hay disparidad de opiniones sobre este tema y explica tambi¨¦n que entre los aficionados a esta actividad hay mucho toy que empieza, "que no tiene estilo y a lo ¨²nico que se dedica es a pintar lo que puede. De esos hay muchos". El movimiento es joven, en l¨ªneas generales, y abarca hasta gente de "37 y 38 a?os" que sigue muy activa e incluso viaja a Europa "a pintar trenes" (una de las actividades que arrancan de la popularizaci¨®n de la actividad en Nueva York). An¨®nimo insiste tambi¨¦n en separar el movimiento del vandalismo. "No somos delincuentes. Respeto y siento mucho que se puedan destrozar escaparates, pero se le da mucha importancia al escritor de graffiti cuando hay empresas poniendo carteles por todas partes en las paredes a los que nunca se menciona", argumenta.
Las posturas, de momento, est¨¢n muy alejadas, aunque no faltan voces que reclaman di¨¢logo. Daniel Sim¨®n, gestor cultural, defiende que habr¨ªa que reconocer con orgullo "tener tantos artistas urbanos surgidos de forma espont¨¢nea que reclaman el espacio p¨²blico para la expresi¨®n art¨ªstica". Y a?ade: "Ahora, si hay gente a quien le molesta, hay que apostar por la regulaci¨®n y el di¨¢logo para integrarlo en la sociedad de alguna manera".

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