"Grit¨® 'soy m¨¦dico', y le dispararon"
Shao Jiang, l¨ªder estudiantil en la Universidad de Pek¨ªn y uno de los ¨²ltimos manifestantes en salir de la plaza, relata c¨®mo el Ej¨¦rcito aplast¨® la protesta
Shao Jiang llevaba cuatro a?os como estudiante en la Universidad de Pek¨ªn (Beida), la m¨¢s renombrada de China, cuando estallaron las manifestaciones. Se convirti¨® en uno de sus l¨ªderes, hizo huelga de hambre y fue uno de los ¨²ltimos en salir de la plaza en la madrugada del 4 de junio. Lo que vivi¨® aquellos d¨ªas ha marcado su vida para siempre. Incluido por la polic¨ªa en la lista de los manifestantes m¨¢s buscados, fue detenido despu¨¦s de tres meses en fuga y pas¨® a?o y medio en la c¨¢rcel. Tras ser liberado, fue sometido a arresto domiciliario, interrogado numerosas veces y seguido por la polic¨ªa secreta por continuar pidiendo reformas pol¨ªticas.
Las autoridades intentaron sobornarle sin ¨¦xito para que renunciara a su disidencia. Quienes iban a darle trabajo eran amenazados. En 1997 se exili¨® en Europa; primero en Suecia, luego en Reino Unido. Actualmente es investigador en la Universidad de Westminster (Londres) y contin¨²a su activismo en defensa de los derechos humanos en China. Est¨¢ especializado en la transici¨®n de reg¨ªmenes totalitarios y autoritarios en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, los pa¨ªses de Europa del Este y Asia Oriental. Tiene 42 a?os. As¨ª cuenta a EL PA?S lo que pas¨® aquellos d¨ªas.
"Espero no volver a ver nunca tantos cad¨¢veres como aquella noche"
"En 1989 estaba en mi cuarto a?o como estudiante en Beida, y como muchos otros estudiantes y gente com¨²n en la ciudad y otras partes de China pensaba que nuestro pa¨ªs estaba preparado para un cambio. La muerte de Hu Yaobang el 15 de abril desencaden¨® las protestas en Pek¨ªn. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, alrededor de 200 universitarios hicieron una sentada delante de la Asamblea Nacional. Yo hice el borrador del documento llamado Demandas en siete puntos y lo cotej¨¦ con otros estudiantes antes de entregarlo al Congreso".
"Ped¨ªamos democracia, libertad y lucha contra la corrupci¨®n. M¨¢s y m¨¢s gente se uni¨® al movimiento prodemocr¨¢tico. R¨¢pidamente se extendi¨® por el pa¨ªs. Decenas de millones de personas se echaron a la calle".
"Para cuando lleg¨® la noche del 3 de junio hab¨ªa docenas de tiendas de campa?a en la plaza de Tiananmen, y algunos manifestantes estaban en huelga de hambre. Entonces no lo sab¨ªamos, pero los acontecimientos que se iban a producir en las horas siguientes cambiar¨ªan China para siempre".
"Desconoc¨ªamos que los l¨ªderes del partido hab¨ªan dado ¨®rdenes estrictas al Ej¨¦rcito: limpiar la plaza de manifestantes antes del amanecer. Para hacerlo, las tropas primero tuvieron que abrirse paso en las calles cercanas, aplastando las barricadas que bloqueaban su paso y matando a quienes se resist¨ªan o se pon¨ªan en su camino".
"Una de las rutas llev¨® a los soldados a lo largo de la avenida de Changan. Cuando nos llegaron a la plaza de Tiananmen noticias de los terribles sucesos que se estaban produciendo, algunos amigos y yo fuimos a intentar ayudar. Corrimos a lo largo de la avenida. Cuando llegamos al hotel Yanjing eran alrededor de las once de la noche. All¨ª vi los tanques y camiones repletos de soldados disparando contra los civiles que estaban delante de ellos y los peatones en ambos lados de la calle. Tambi¨¦n hab¨ªa soldados a pie tras los tanques y los camiones. Encontramos a varias personas en el suelo, e hicimos lo que pudimos para ponerlas en lugar seguro. Pero para algunos manifestantes era demasiado tarde. Espero no volver a ver nunca tantos cad¨¢veres como aquella noche".
"Cuando vi que los tanques y los camiones se dirig¨ªan hacia el este, corr¨ª de vuelta hacia Tiananmen. Los tanques hab¨ªan sido detenidos temporalmente por las barricadas. Cuando estaban intentando empujarlas, un hombre con una bata blanca camin¨® lentamente hacia un herido en la calle mientras gritaba a los soldados: 'No dispar¨¦is, soy m¨¦dico'. Le dispararon de inmediato. En la calle de Nanchizi, hab¨ªa gente gritando: 'Fascistas, asesinos'. Les dispararon".
"Luego se supo que las muertes en la zona oeste de Changan fueron las m¨¢s numerosas aquella noche, aunque hay pocas im¨¢genes grabadas. Yan Wen, uno de mis compa?eros de clase en la Universidad, cay¨® muerto de un disparo mientras estaba fotografiando los disparos".
"Volv¨ª a la plaza en las primeras horas del 4 de junio. Alrededor de 2.500 personas est¨¢bamos reunidas alrededor del Monumento a los H¨¦roes del Pueblo, situado en el centro de la inmensa plaza. Nos superaban decenas de miles de soldados con tanques en tres lados. Hicimos una votaci¨®n oral para decidir si deb¨ªamos permanecer o irnos, y acordamos evacuar la plaza pac¨ªficamente. En ese momento, las luces se apagaron de repente. Los soldados se lanzaron hacia las escaleras del monumento, empuj¨¢ndonos con sus armas y golpeando con barras de hierro. En medio del p¨¢nico, muchos manifestantes fueron pisoteados y resultaron heridos. A¨²n hoy, no s¨¦ qu¨¦ fue de ellos. Los tanques se dirigieron hacia nosotros, aplastando todo a su paso".
"Yo quise ver si hab¨ªa alguien dentro de las tiendas, pero, cuando lo intent¨¦, un soldado me apunt¨® con su arma. Me apresur¨¦ a salir de la plaza. En la camiseta llevaba sangre de los muertos y los heridos que hab¨ªa ayudado a mover en Changan. A diferencia de muchos otros, aquella noche escap¨¦ sin da?o. Durante las siguientes semanas, con las fuerzas de seguridad a la caza de los manifestantes prodemocr¨¢ticos, hu¨ª a trav¨¦s de media China y me refugi¨¦ en varias casas en el sur del pa¨ªs. Mi plan era escapar a Macao".
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