Tiananmen hoy
A los 20 a?os de la matanza, China sigue siendo un agujero negro de los derechos humanos
Para la mayor¨ªa de los chinos, Tiananmen es hoy un episodio borroso. Para los j¨®venes, especialmente, el sangriento desenlace de aquel brote democr¨¢tico es algo semidesconocido, cuando no olvidado. Pero esa relativa inocuidad social, 20 a?os despu¨¦s de la gran matanza de civiles a manos del Ej¨¦rcito, no impide al Partido Comunista tomarse el aniversario como si de una grave amenaza de insurrecci¨®n se tratase. El Gobierno, congruente con sus m¨¦todos, lleva d¨ªas deteniendo a disidentes y ha adoptado medidas extraordinarias para evitar protestas y cualquier expresi¨®n p¨²blica de cr¨ªtica. La habitual censura en peri¨®dicos e Internet se ha hecho m¨¢s estricta, se ha incrementado la vigilancia de sospechosos y se han cortado las emisiones extranjeras a prop¨®sito de la efem¨¦ride.
China ha cambiado profundamente desde aquella madrugada del 4 de junio de 1989 en que los tanques rodaron hacia la plaza de Tiananmen para aplastar semanas de protestas prodemocr¨¢ticas de estudiantes y trabajadores. Ha llegado a ser en lo econ¨®mico una absoluta potencia mundial, con la mejor¨ªa consiguiente para millones de sus ciudadanos. Pero el partido ¨²nico no puede satisfacer el complejo conjunto de demandas de una sociedad que se moderniza y sigue aspirando a la libertad. El eslogan "m¨¢s democracia y menos corrupci¨®n" que ilumin¨® las protestas sigue plenamente vigente.
Los chinos pueden hoy expresar relativamente su descontento, pero ah¨ª se acaba todo. En materia de derechos humanos, Pek¨ªn permanece en un agujero negro. Siguen detenidos sin cargos manifestantes de 1989; la caza de disidentes nunca ha cesado, y la vigencia y extensi¨®n de la tortura es manifiesta, como acreditan los informes de la ONU. El cambio pol¨ªtico en China est¨¢ en el limbo e infinitamente lejana cualquier cosa que se asemeje a un sistema representativo. Este desprecio de los dirigentes comunistas por los valores democr¨¢ticos se mantiene con la notoria benevolencia pr¨¢ctica de Estados Unidos y Europa, atentos por encima de todo, pese a las declaraciones grandilocuentes, a los beneficios a corto plazo de sus compromisos geoestrat¨¦gicos y comerciales con el gigante asi¨¢tico. Pek¨ªn ha manejado muy bien esta hipocres¨ªa, hasta conseguir que el cap¨ªtulo de los derechos humanos se haga definitivamente letra ilegible en sus relaciones con las potencias occidentales.
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