Sexualidad peregrina
En los ¨²ltimos d¨ªas representantes de la Iglesia cat¨®lica han vertido significativas declaraciones sobre la nueva ley del aborto. Primero fue el cardenal Ca?izares, quien no tuvo empacho en opinar que los abusos a menores perpetrados por sacerdotes irlandeses eran menos graves que el aborto. Es una visi¨®n que seguramente no compartir¨ªan ni los 150 millones de ni?as ni los 73 millones de ni?os que en 2008 fueron explotados sexualmente en el mundo seg¨²n Unicef. A ellos deber¨ªamos sumar las v¨ªctimas de abusos sexuales en el seno de la familia o de instituciones religiosas, que, seg¨²n la Fundaci¨®n Vicki Bernadet de Barcelona, suponen en Espa?a el 23% de ni?as y el 15% de ni?os menores de 17 a?os.
Ya en el siglo X, el abad de Cluny comparaba a la mujer con un saco de mierda
El abuso sexual resulta de una relaci¨®n no consentida, asim¨¦trica y bajo coacci¨®n entre un adulto y un menor, el cual con toda probabilidad arrastrar¨¢ secuelas emocionales negativas a lo largo de una parte de su vida, o de toda ella si no recibe la ayuda necesaria. Cuanto mayor sea la incomprensi¨®n del entorno, m¨¢s dif¨ªcil le ser¨¢ curar las heridas. En este sentido, las declaraciones de Ca?izares suman un nuevo abuso al que ya padecieron las v¨ªctimas.
Despu¨¦s de Ca?izares, fue Ricardo Benjumea quien public¨® en la revista Alfa y Omega, de la Conferencia Episcopal, no uno sino dos art¨ªculos con un particular enfoque. As¨ª en el segundo dice textualmente: "Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreaci¨®n y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideraci¨®n de la violaci¨®n como delito penal". En el primero ya hab¨ªa precisado que los ¨®rganos genitales "merecen una protecci¨®n muy especial, sobre todo los femeninos. Son un santuario de vida". Sus tesis recuerdan las de algunos jueces que consideran los cent¨ªmetros de la falda de la v¨ªctima un eximente para el violador o las no muy lejanas leyes penales espa?olas que no juzgaban la penetraci¨®n anal forzada como violaci¨®n. Y, sin embargo, no creo que exista ning¨²n hombre al que, s¨®lo por el hecho de no poder concebir, le pudiera parecer irrelevante que le penetraran analmente contra su voluntad. En cualquier caso, tal vez el colaborador de esta revista podr¨ªa mejorar la comprensi¨®n del problema con la lectura de las novelas de Joyce Carol Oates, Violada y Qu¨¦ fue de los Mulvaney.
Si he calificado de significativas las declaraciones de uno y otro es porque denotan una determinada concepci¨®n de la sexualidad, acorde con lo que ha venido propugnando siempre la Iglesia cat¨®lica. En primer lugar, ¨¦sta s¨®lo permite las relaciones sexuales dentro del matrimonio y con el fin de procrear, con lo que coloca la sexualidad humana a un nivel animal y prescinde de los aspectos de vinculaci¨®n personal, por no hablar de los puramente l¨²dicos. En segundo lugar, considera el celibato un estadio superior al matrimonio, raz¨®n por la que los sacerdotes deben permanecer castos. Y en tercer lugar y vinculada a las dos anteriores premisas, la Iglesia considera sucio el sexo. S¨®lo as¨ª se entiende que, proclamando que el fin principal de la mujer es la maternidad, brinde como m¨¢ximo modelo a la Virgen Mar¨ªa, seg¨²n ellos madre sin haber mantenido relaciones sexuales.
Queda por dilucidar por qu¨¦ consideran virtuosa la castidad y por qu¨¦ ven imp¨²dica la sexualidad. Y tal vez la respuesta pueda hallarse en la consideraci¨®n de peligro moral que la mujer ha merecido desde siempre a los padres de la Iglesia y que se puede resumir en una frase del abad de Cluny (siglo X), que la compara con un saco de mierda.
Sostiene Ren¨¦ Girard en su libro La violencia y lo sagrado: "El deseo sexual tiende a proyectarse sobre unos objetos de recambio cuando el objeto que lo atrae permanece inaccesible". Considerando que la curia no ha podido proyectar este deseo hacia las mujeres, inaccesibles a causa de su supuesta inferioridad moral, tal vez ello explique que algunos religiosos hayan derivado hacia ni?os y ni?as.
?Ser¨¢ esa la raz¨®n por la que hay prelados que cuando dan rienda suelta a sus impulsos reprimidos, practican una sexualidad tan peregrina?
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