Anatom¨ªa de Berluscolandia
Decenas de vuelos oficiales y privados llevan cada fin de semana a Cerde?a a una milicia de bellezas que entretienen al jefe del Gobierno italiano y sus amigos. Tras las acusaciones de la primera dama y el 'Noemigate', Italia revela al mundo su clima de bajo imperio. ?Pasar¨¢ factura a Berlusconi?
Jardines infinitos, lagos artificiales, ¨®rganos sexuales al aire, juegos l¨¦sbicos, efectos especiales, pizza y helado gratis... Un geri¨¢trico lleno de cuerpos imponentes. Las fotos censuradas en Italia por iniciativa de Silvio Berlusconi muestran la rutina desinhibida de la mansi¨®n sarda del jefe del Gobierno, en la Costa Esmeralda de la isla de Cerde?a.
Lunes 1, jardines del palacio presidencial del Quirinal, fiesta de la Rep¨²blica: cientos de prohombres del r¨¦gimen suben a saludar al primer ministro, acorralado por las reacciones suscitadas a las noticias de su amistad con Noemi Letizia, una chica de 18 a?os. Un 70% de esos prohombres acude a saludar a Berlusconi con su hija del brazo, en vez de con su mujer. Bienvenidos a Berluscolandia, el pa¨ªs donde todas las jovencitas quieren ser velinas (azafatas de televisi¨®n).
Italia ha convivido con el hecho de que Berlusconi haya cortejado y promovido a cientos de 'velinas'
"Media Italia trabaja para Berlusconi, la otra media lo desea", dice Giancarlo Santalmassi, maestro de periodistas
"Es una mina de sabidur¨ªa", escribe sobre el l¨ªder m¨¢ximo la autora del libro 'Noi, le ragazze di Silvio"
Visitemos ahora Villa Certosa, la misteriosa mansi¨®n sarda del magnate milan¨¦s que oficia de primer ministro y es el actual presidente de turno del G-8 y l¨ªder elegido a mano alzada por el partido Pueblo de la Libertad. Desde que se supo que Noemi Letizia, la joven napolitana de 18 a?os que llama Papi a Berlusconi, pas¨® el fin de a?o en la casa con otras 30 velinas (azafatas televisivas), todos los italianos fantasean con ese nombre: Villa Certosa. La finca es el sue?o de cualquier camorrista, sobre todo si est¨¢ preso: olivos y palmeras, piscinas por doquier, helados y pizza gratis a discreci¨®n, lagos artificiales, un anfiteatro donde toca y canta sus canciones napolitanas el inevitable Mariano Apicella, que ha publicado dos discos con Berlusconi como autor de las letras de sus canciones...
El mar turquesa, la gran casa principal, las estancias secretas, el canal subterr¨¢neo que comunica el mar directamente con la villa -inspirado en un filme de James Bond-, el parque con sesenta hect¨¢reas de terreno, los bungal¨®s que el due?o pone a disposici¨®n de sus invitadas (siempre m¨¢s chicas que hombres, proporci¨®n de 4 a 1), todo ello reformado y renovado en 2006 por unos m¨®dicos 12 millones de euros.
Incluso, asegura una fuente muy solvente, la villa esconde un refugio antiat¨®mico en el subsuelo, y las provisiones son renovadas cada poco tiempo. Y luego est¨¢n las velinas, esas bellezas que quiz¨¢, qui¨¦n sabe, acabar¨¢n dando a conocer este extra?o periodo de la historia como el berlusconismo-velinismo.
La belleza de la palabra velina (no confundir con bellina) no es menos sugerente que su origen: la velina era la nota que se mandaba a los peri¨®dicos desde la oficina de censura del fascismo diciendo qu¨¦ se pod¨ªa escribir y qu¨¦ no. Ese car¨¢cter de cosa fuera de contexto se aplic¨®, con el tiempo, a las azafatas de televisi¨®n que aparec¨ªan en zonas ajenas a su tarea de florero, por ejemplo junto a la mesa donde el periodista lee las noticias. "Llega la velina". Cuaj¨®, y as¨ª hasta hoy.
Aunque siempre ha sido un secreto a voces, Italia ha convivido sin el menor reparo moral con el hecho de que Silvio Berlusconi haya conocido, cortejado, invitado, recomendado, dado empleo, ayudado y promovido a cientos de velinas durante su carrera pol¨ªtica. La lista es demasiado larga y an¨®nima como para reproducirla aqu¨ª.
Durante una d¨¦cada de visitas, de fiestas y de escapadas, casi todas ellas, y otras muchas m¨¢s, habr¨¢n pasado l¨®gicamente por Villa Certosa. Los mejores cuerpos de Italia. Las caras m¨¢s inocentes y bonitas. Aspirantes a modelos, actrices, vedettes, majorettes, presentadoras. Muchachas jovenc¨ªsimas, de 17 y 18 a?os hasta 28 o 29, no m¨¢s: mariposas reci¨¦n salidas de la cris¨¢lida familiar que han entrado a formar parte del har¨¦n del jeque. Cuando las acoge en su seno, revela Concita de Gregorio, directora del diario L'Unit¨¤, "les entrega una joya en forma de mariposa a modo de contrato o de sello. Es el sello del sult¨¢n".
La pol¨ªtica-espect¨¢culo de Berlusconi, su talante personalista y plebiscitario, su fascinaci¨®n de magnate generoso y mujeriego, han seducido durante tres lustros a las masas de televidentes y votantes italianos con sus chistes, su estilo machista, sus meteduras de pata, su ascenso social, sus triunfos electorales, incluso las victorias y los fichajes de su equipo de f¨²tbol (esta semana paraliz¨® la comunicaci¨®n del fichaje de Kak¨¢ hasta el lunes para no dejarse un solo voto).
Todo eso forma parte natural de su bagaje a-pol¨ªtico y a-cultural, de su populismo abierto y mundano, que parad¨®jicamente se apoya a la vez en un no-programa no-pol¨ªtico, tradicionalista y cat¨®lico, lejanamente inspirado en la trinidad "Dios, patria y familia". Habr¨ªa que a?adir: "y velinas".
Villa Certosa es el s¨ªmbolo de estatus del Cavaliere m¨¢s discreto, su refugio no s¨®lo nuclear. Es su tesoro, su secreto mejor guardado, el lugar donde este hombre de casi 73 a?os, multimillonario y prepotente, simp¨¢tico y medi¨¢tico, recibe a sus amigas y amigos, celebra consejos de ministros informales, cierra o prepara negocios o haza?as pol¨ªticas, agasaja a los l¨ªderes de la derecha mundial, cuida de sus cris¨¢lidas, sienta a sus velinas en las rodillas y las pasea en el carrito del golf por el parque, zona militarizada y secreto de Estado desde 2006.
Seg¨²n narran las fotos de Antonello Zappadu, Villa Certosa es tambi¨¦n el lugar donde el magnate megal¨®mano, el personaje excesivo, c¨®mico y mit¨®mano se olvida del abuelo que es (y que se alej¨® hace una d¨¦cada del dormitorio conyugal) y se convierte en macho otra vez, en el jeque del har¨¦n, en el Super-Silvio moreno perpetuo, y operado (tambi¨¦n de la pr¨®stata), mientras Italia susurra preocupada que toma demasiado viagra y que sus m¨¦dicos temen por su coraz¨®n.
Villa Certosa es adem¨¢s el lugar donde su amiga napolitana Noemi Letizia, de 18 a?os reci¨¦n cumplidos, fue invitada a pasar las vacaciones de fin de a?o con otras treinta colegas y una docena de pr¨®ceres del berlusconismo, casi todos setentones como ¨¦l: gerontocracia y chavalas de bandera.
Como dice el fil¨®sofo Paolo Flores d'Arcais, "la pregunta no es lo que pasa o ha pasado en Villa Certosa, sino lo que habr¨ªa ocurrido en Estados Unidos si se hubiera sabido que Obama ha pasado las vacaciones de Navidad con 30 vedettes de 18 a?os y sin su mujer, o en Alemania si se descubriera que Angela Merkel veranea con 30 gigol¨®s macizos".
De lo que se trata, en el caso de estas j¨®venes mujeres italianas, es de cumplir un sue?o, de alcanzar la meta: conocer a Silvio y a sus potentes amigos, trabajar en la televisi¨®n y quiz¨¢ llegar a la pol¨ªtica, lo que en el pa¨ªs de la RAI y Mediaset, controladas por el mismo hombre, viene a ser lo mismo.
Muchas de esas j¨®venes se han limitado, tr¨¢gicamente, a encarnar el modelo de sus padres, el conformismo de esa desencantada generaci¨®n pos-68 que se qued¨® adocenada ante el televisor en los a?os ochenta y noventa viendo c¨®mo la Democracia Cristiana se disolv¨ªa, c¨®mo Bettino Craxi se exiliaba, c¨®mo la otrora brillante izquierda italiana se convert¨ªa a la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn en una casta olig¨¢rquica, aburrida y alejada de las necesidades de la gente.
A algunos les parecer¨¢ repugnante; a otros, pragm¨¢tica y humana esa idea del mundo y del ascenso social. Pero, ?qu¨¦ mejor forma de triunfar en la Italia de la televisi¨®n que estar cerca, muy cerca, del gran patr¨®n de la televisi¨®n europea y quiz¨¢ mundial?
Berlusconi, lo ha escrito Eugenio Scalfari, es el Rey Sol. Como dice un pol¨ªtico sardo, "si te acercas al sol, el sol te ilumina y te calienta". Y seg¨²n sostiene otro maestro de periodistas, ¨¦ste represaliado por la derecha, Giancarlo Santalmassi, "media Italia trabaja para Berlusconi, la otra media lo est¨¢ deseando".
Acudir a Villa Certosa asegura a las chicas ese lugar bajo el sol, un tel¨¦fono al que poder llamar, quiz¨¢ una recomendaci¨®n del emperador, un pulgar hacia arriba, un casting al que acudir a la vuelta a Roma o a Mil¨¢n, el domingo por la noche o el lunes por la ma?ana, tras las noches largas y divertidas, las charlas pol¨ªticas de Silvio, los paseos, las salidas a comprar al centro comercial de Porto Rotondo (paga Papi, hasta 1.500 euros por chica), los bailes desenfrenados, alg¨²n striptease m¨¢s alcoh¨®lico que pagado, el machismo en su ¨ªndole peor.
No es f¨¢cil estar entre las elegidas, llegar a vestal de Villa Certosa, insiste un pol¨ªtico sardo, que prefiere no identificarse por razones de seguridad: "El que va a la villa, cuenta; el que duerme all¨ª, cuenta mucho, y el que pasa las vacaciones, est¨¢ en el coraz¨®n del C¨¦sar".
El C¨¦sar, que empez¨® con el ladrillo, tiene siete villas m¨¢s en Cerde?a, otra en Antigua, incontables mansiones en Roma y en Mil¨¢n, pero Villa Certosa es la medida de todas las cosas. Incluso los ministros y ministras del Gabinete se dividen entre los muy habituales (como el silencioso Gianni Letta) y los ocasionales que apenas han ido una vez o s¨®lo lo han hecho para participar en alg¨²n consejo de ministros (o de administraci¨®n) fuera de temporada.
Entre las ministras, la que m¨¢s ha estado es Mara Carfagna, la titular de Igualdad de Oportunidades, a la que por cierto le honra su fidelidad, pues ha sido la ¨²nica que se ha atrevido a defender su actuaci¨®n a lo largo del esperpento llamado Noemigate. A su juicio, Berlusconi est¨¢ siendo atacado por envidia y sin raz¨®n, porque es una persona "buena".
Para las chicas, la mejor forma de entrar es captar el ojo experto del viejo calavera. Como le pas¨® a Noemi Letizia o a la propia Carfagna y a tantos otros cientos de muchachas. Noemi, una dulce muchacha criada en ambientes cercanos a la Camorra napolitana, quer¨ªa ser artista. As¨ª que se hizo un libro de fotos y lo mand¨® a una agencia de Roma. El periodista de Canale 4 Emilio Fede, ¨ªntimo de Berlusconi, lo recogi¨® y se lo llev¨® bajo el brazo, casualmente lo olvid¨® sobre la mesa, su capo cogi¨® el tel¨¦fono y marc¨® el m¨®vil de la joven. Le dijo que ten¨ªa una mirada angelical y que deb¨ªa conservarse as¨ª, pura.
Eso era en octubre, revel¨® Gino, el obrero que fue novio de Noemi hasta que apareci¨® Papi, en una entrevista a La Repubblica. Poco despu¨¦s, Noemi fue vista en una fiesta de la moda en Villa Madama, y en otra del Milan. En ambos casos la sentaron en las mesas presidenciales. Seg¨²n han contado tanto Berlusconi como sus padres, la amistad ven¨ªa de antiguo; Gino y una t¨ªa de Noemi lo han desmentido.
El caso es que, en diciembre, Noemi estaba ya en Villa Certosa con su amiga Roberta, una de las tres amigas con las que rod¨® un v¨ªdeo casero que circula por Youtube en el que se declaran fant¨¢sticas e inalcanzables. Aunque, bien pensado, quiz¨¢ fuera antes, porque la propia Noemi declar¨® al empezar a ser famosa que hab¨ªa visto a Papi a menudo, que ¨¦l no siempre pod¨ªa ir a N¨¢poles con lo ocupado que estaba, y que ambos cantaban juntos las canciones de Apicella. Ahora la joven, en un ¨²ltimo intento desesperado de salvar los muebles, ha dicho en una entrevista a la revista Chi, por supuesto de Berlusconi, que sigue siendo virgen.
Otra forma de llegar a Villa Certosa, de alcanzar el rango de mariposa y pasar a formar parte de la colecci¨®n del gran entom¨®logo, es conocer a los amigos del Sult¨¢n. Mejor si son empresarios VIP del c¨ªrculo estrictamente judicial (lo judicial une mucho), como Marcello dell'Utri, el patr¨®n de la escuder¨ªa de Renault y compa?ero de fatigas off shore Flavio Briatore (que le recomend¨® a Berlusconi al abogado brit¨¢nico David Mills, creador corrompido del imperio Fininvest B), o el complaciente Fede Confalonieri, presidente de Mediaset.
Tampoco viene mal conocer a esos brillantes periodistas de la tercera edad, estrellas refulgentes del firmamento televisivo oficialista, gente como Fede (autor del telediario m¨¢s surrealista del continente), o como el siempre genuflexo Bruno Vespa, capaz de entrevistar doce veces al a?o al amo y sortear siempre la pregunta inc¨®moda.
Todos ellos conforman la esencia decadente del berlusconismo-velinismo, y como tales frecuentan la casa sarda desde hace a?os. Buscan seguridad, compadreo, calor, calma, relax y cuerpos bonitos para mitigar el estr¨¦s y el agobiante ejercicio de la pol¨ªtica, la corrupci¨®n o el siempre fatigoso (para las v¨¦rtebras) periodismo de c¨¢mara.
Hay, claro, v¨ªas intermedias, proveedores diversos, aficionados al deporte del gineceo, madres alcahuetas dispuestas a renovar gratis el cuerpo de magia del prestidigitador, ministros, viceministros y secretarios de Estado dispuestos a aportar novedades a las veladas, ese enorme c¨ªrculo hecho de hijas de amigos, conocidos, vasallos, empleados, esa prima de curvas prometedoras del portero, el guardaespaldas, la cocinera, la sobrina del carabinero, la aspirante a modelo que manda sus fotos v¨ªa e-mail a Palazzo Chigi con su n¨²mero de m¨®vil escrito en un tipo de letra que imita al l¨¢piz de labios.
Toda Italia est¨¢ en el juego, todo el pa¨ªs lo sabe, el problema es que todos lo cuentan, pero nadie lo dice con su nombre. S¨¢trapas, emperadores, monarcas y comendadores han llenado hist¨®ricamente sus salones de jovencitas, pero ahora la gente tiene miedo, la omert¨¤ es condici¨®n indispensable para que la hipocres¨ªa no termine, la informaci¨®n est¨¢ bajo control directo o indirecto del emperador (publicidad institucional, subvenciones p¨²blicas, promesas, cr¨¦ditos...), si alguien se sale del tiesto le puede costar el puesto, la Iglesia de Roma no debe enterarse (y por eso reclama sobriedad como toda cr¨ªtica), y encima hay crisis, y vivimos en un pa¨ªs subterr¨¢neo por definici¨®n, ese maravilloso belpaese que siempre se declara orgulloso de su arte casero para arreglarse improvisando, "da igual Francia o Espa?a, lo importante es que se mangia (se come)".
La entrada de las velinas televisivas en la pol¨ªtica, que se encuentra en el origen de esta crisis moral, era la consecuencia inevitable de la historia y del sistema. Forza Italia nunca ha sido un partido, sino un grupo de tifosi, de empleados comandados por Dell'Utri que reclutaron a toda prisa a la plantilla entera de secretarias de Publitalia en 1994 para llenar a tiempo las listas.
Su sucesor, el Pueblo de la Libertad, tampoco es un partido, m¨¢s bien un aluvi¨®n de consejeros medianos, gestores sumisos y rostros bonitos sin tradici¨®n, ideolog¨ªa, bases. La televisi¨®n y la propaganda como ¨²nica pol¨ªtica; y la pol¨ªtica se hace en televisi¨®n. Italia sigue siendo el para¨ªso del enchufe, el que no tiene un amigo est¨¢ hu¨¦rfano, y el gran jefe electricista se llama Silvio. Silvio aggiustatutto.
El benefactor es Berlusconi; los colegios y las casas est¨¢n llenos, rebosantes de bellas Uranitas, y el sitio donde ellas se ponen a tiro es Villa Certosa.
Escuchen a la ex profesora de Noemi Letizia: "Es muy l¨®gico, ¨¦l le ayudar¨¢, a todos nos conviene tener amigos, un m¨¦dico que te escriba las recetas".
Elisa Alloro, una de las velinas que han estado en la casa madre, ha publicado esta semana un libro interesante, titulado Noi, le ragazze di Silvio. En ¨¦l revela que tambi¨¦n ella llama Papi a Berlusconi, y no s¨®lo ella, desde mucho antes de que apareciera en la vida del Cavaliere la cenicienta Noemi.
"Es una mina de sabidur¨ªa", escribe sobre el l¨ªder m¨¢ximo la velina periodista, de 32 a?os. Nacida en Reggio Calabria, Alloro particip¨® en el curso de formaci¨®n pol¨ªtica de 25 j¨®venes velinas del PDL, impartido con vistas a las elecciones europeas por, entre otros, el ministro de Exteriores, Franco Frattini, y el vicepresidente del Europarlamento, Mario Mauro, a petici¨®n del primer ministro.
Presentadora, Alloro fue preseleccionada por el Cavaliere, junto a, entre otras, Eleonora Gaggioli, aspirante a actriz; Camilla Ferranti, aspirante a presentadora; Angela Sozio, pelirroja de Gran Hermano a la que Zappadu fotografi¨® en 2007 en las rodillas del premier (junto a cuatro m¨¢s), y Barbara Matera, concursante en el Miss Italia de la Puglia, amiga del doctor Letta, y finalmente (tras el "yo acuso" de Ver¨®nica Lario) la ¨²nica candidata velina de las 25 precandidatas.
La primera que llam¨® Papi a Berlusconi, revela Alloro, fue Renata, una velina brasile?a y milanista. El apelativo se extendi¨® como un virus. "Y ahora, muchas ragazze se dirigen a ¨¦l con ese nombre, es una costumbre, quiz¨¢ el fruto de un acuerdo t¨¢cito, una especie de nombre en c¨®digo nacido, qui¨¦n sabe, del at¨¢vico temor a ser interceptadas (por las escuchas telef¨®nicas)".
El libro, de 100 p¨¢ginas, est¨¢ escrito en forma de carta a Ver¨®nica Lario, rechaza las acusaciones de "quincalla" y defiende al jefe: "Es una mina de sabidur¨ªa, cada minuto pasado con ¨¦l es como si fuera un don divino".
Su relato narra que conoci¨® en 2004 a Berlusconi cuando trabajaba para Mediaset. Deb¨ªa entrevistarle sobre el puente del Estrecho de Messina, pero en apenas un batir de pesta?as se encontr¨® catapultada a Cerde?a, "a una comida de trabajo con profesionales del staff presidencial, yo la ¨²nica mujer", escribe.
Llegaron juntos desde el aeropuerto romano de Ciampino, sede de los vuelos oficiales de Estado, a bordo del avi¨®n presidencial; durante el viaje descubri¨® que Berlusconi lo sab¨ªa todo de ella ("me ense?¨® un voluminoso dossier"), y ¨¦ste le hizo una oferta de trabajo que ella rechaz¨®. "Me explic¨® que estaba organizando una task force de 50 j¨®venes periodistas que hicieran de oficina de prensa puente entre Roma y Bruselas. A su curr¨ªculo le convendr¨ªa enormemente, me dijo...".
Acabada la comida, de nuevo vuelo en el avi¨®n de Estado hacia San Siro, donde jugaba el Milan. Escolta de coches oficial, las sirenas ululando y luego un nuevo traslado a¨¦reo a Ciampino.
Tras dejar Mediaset, Elisa sigui¨® viendo a Berlusconi: "A veces me ha invitado a ir a Villa Certosa, a cenas con decenas de invitados". De Noemi tiene recuerdos vagos ("nos presentaron fugazmente durante una fiesta"). Pero imposible olvidar, escribe, a las dos gemelitas montenegrinas que escenificaron "un baile loco y disparatado ante los ojos consternados del primer ministro". Y las "otras apariciones no anunciadas, femeninas y no, a las puertas de sus habitaciones".
Eso es Italia, ya lo ha dicho la primera dama, Ver¨®nica Lario, mucho menos despechada que harta, lis¨ªstrata, patriota y revolucionaria, al condenar la podredumbre del berlusconismo-velinismo: "Padres dispuestos a ofrecer a sus vestales al Drag¨®n", "quincalla pol¨ªtica y machista sin pudor", un marido y primer ministro que "frecuenta menores y no est¨¢ bien". Imposible decir m¨¢s en menos palabras.
El equipo del Cavaliere est¨¢ al tanto de las necesidades. Los periodistas que cubren los movimientos del premier cuentan que hay una guapa moza en su escuadra de prensa que viaja con ¨¦l a todas partes aunque no sabe hacer la o con un canuto. Su asesora de imagen, Miti Simonetto, le cubre las flaquezas como puede e intenta que el C¨¦sar parezca honrado.
Hay otro personaje misterioso, una mujer cuarentona, morena, guapa, siempre con traje de chaqueta, que Zappadu ha fotografiado muy a menudo en el aeropuerto de Olbia. Se trata de Sabina Began (SB), la preferida: la prensa del cotilleo romano le llama la abeja reina. El d¨ªa de la Liberaci¨®n de Italia, el 25 de abril de 2008, durante los festejos de la victoria electoral, Berlusconi; el presidente del Senado, Renato Schifani; Apicella y otros jerarcas estaban rodeados por un ramillete de muchachas curvas. Don Silvio s¨®lo ten¨ªa ojos para SB, que se tatu¨® en un tobillo "SB, el encuentro que me cambi¨® la vida". Mientras la ten¨ªa en sus rodillas y le canturreaba Malafemmena, Berlusconi dijo: "Si hubiese aqu¨ª un fot¨®grafo, esta foto valdr¨ªa 100.000 euros".
Como ha afirmado Lario, la historia pol¨ªtica que est¨¢ en juego va mucho m¨¢s all¨¢ del caso Noemi, la pobre Noemi es s¨®lo la ¨²ltima v¨ªctima de este gigantesco Gran Hermano. ?Ser¨¢ la casa, Villa Certosa, como Las mil y una noches, un b¨²nker de lujo algo hortera con juegos er¨®ticos o Berluscolandia o algo peor y m¨¢s lujurioso?
Seguramente, ninguna y a la vez una mezcla de las tres cosas, contestan diversas fuentes sardas. Y las fotos de Zappadu, que nos introducen en ese submundo. Berluscolandia es bello, eso no se puede negar, aunque la naturaleza sarda es mucho m¨¢s agreste y menos postiza que esas postales de c¨¦sped bien cortado, ese huerto de hierbas medicinales redondo, esas torres naghuras de imitaci¨®n.
La primera cosa que salta a la vista es la desmesura. Sesenta hect¨¢reas de terreno son muchas. Sobre todo en Costa Esmeralda. Caben dos playas privadas, tres lagos artificiales, media docena de piscinas, el anfiteatro donde act¨²an Apicella (el cantautor para el que escribe Berlusconi), las bailarinas y bailaoras (la afici¨®n flamenca todav¨ªa se pregunta qui¨¦n es y qu¨¦ hac¨ªa ah¨ª esa intrusa).
A un lado de la finca est¨¢ el Country, uno de los lugares preferidos del primer ministro, una discoteca con velas, alfombras orientales y un privado llamado, iron¨ªas del asunto, Harem. Pero no sufran las almas c¨¢ndidas. Ninguno de los miles de visitantes de Villa Certosa ha hablado nunca de sexo. All¨ª no hay sexo. Lo m¨¢s, helado.
Beppe Severgnini, comentarista de Il Corriere, lo ha explicado as¨ª: "Villa Certosa est¨¢ asumiendo, en las fantas¨ªas nacionales, magnitudes legendarias. Los amigos del protagonista, intentando minimizar, contribuyen a enriquecer la puesta en escena. Marcello Dell'Utri: "Hay una helader¨ªa. T¨² vas y te sirven todo el helado que quieres. Gratis. Si se piensa, es un hallazgo muy divertido". Flavio Briatore: "Est¨¢ el juego del volc¨¢n. Se charla de esto y aquello cuando el grupo se acerca al lago, Berlusconi finge preocuparse, dice que Cerde?a es una zona volc¨¢nica. Y en ese momento se oye una explosi¨®n incre¨ªble, hay efectos tipo llamas...". Sandro Bondi, ministro de Cultura, intentando explicar la desnudez de Topolanek, el ex primer ministro checo: "Bah... Por otro lado, piense que la villa est¨¢ a pocos metros del mar. Un mar, como usted sabr¨¢, de una belleza absoluta".
Dell'Utri no ha podido negar que s¨ª, que a la vez que hay helado y pizza, la finca siempre est¨¢ llena de jovencitas bell¨ªsimas, que pasean y se ba?an, se duchan y se exhiben.
Lo m¨¢s complicado para Berlusconi no ser¨¢ justificar estas fotos, que ya ha definido como "in¨²tiles". El problema es que haya otras m¨¢s comprometidas. "Berlusconi sabe que hay un topo en Villa Certosa. Alguien le ha traicionado desde dentro, pero no sabe qui¨¦n es", explica Marco Mostallino, un periodista local. "Berlusconi debe creer que est¨¢ entre los guardias de seguridad. No por casualidad ha acusado a su mujer desde el peri¨®dico de su hermano de estar liada con su guardaespaldas".
Villa Certosa est¨¢ vigilada 24 horas como una fortaleza por militares y carabineros. Tambi¨¦n hay guardias privados, y otros que llegan de todas partes. La historia de la seguridad en Costa Esmeralda est¨¢ vinculada al ag¨¢ Jan, el primer promotor tur¨ªstico de Cerde?a, y empez¨® con los vigilantes (en espa?ol). "Jan contrat¨® a todos los hombres disponibles, y muchos de ellos ten¨ªan antecedentes", asegura Mostallino.
Unos a?os m¨¢s tarde, Berlusconi lleg¨® a la isla. "Lleg¨® con su hermano Paolo hacia 1981 o 1982", recuerda el pol¨ªtico sardo. "Su idea era construir dos millones de metros c¨²bicos sobre el mar, en un terreno de 200 hect¨¢reas al sur de Olbia, entre Le Saline y Capo Cerasso. Para abrumar, ven¨ªa con unos libros enormes que dec¨ªa conten¨ªan la valoraci¨®n del impacto econ¨®mico. Viajaba con un s¨¦quito de arquitectos, ingenieros, asesores fiscales, economistas. El proyecto tard¨® diez a?os en ser aprobado, s¨®lo se le dej¨® hacer un cuarto de la extensi¨®n inicial, y en la monta?a, lejos del mar. Pero cuando se aprob¨® no ten¨ªa el dinero. Era 1993, y en seguida entr¨® en pol¨ªtica".
Silvio y Paolo construyeron la villa en los primeros a?os noventa. Con el tiempo fueron convirti¨¦ndola en una casa digna de una pel¨ªcula de James Bond. El ir¨®nico Severgnini ha escrito en Il Corriere della Sera que alg¨²n d¨ªa alguien escribir¨¢ la historia de Villa Certosa: "La c¨ªnica elasticidad italiana consentir¨ªa contar mucho, si no todo. El ¨²ltimo escollo es la coherencia oficial. Los pol¨ªticos, incluso los de menos prejuicios, no est¨¢n listos todav¨ªa para admitir lo que hacen, temiendo que alguien lo confronte con lo que dicen".
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