No levantar¨¢s la mano contra tu padre
El maltrato a los progenitores cometido por menores ha crecido vertiginosamente - Casi la mitad es obra de chicas
En lugar de aliviarse con el regreso del ni?o al hogar, miles de padres se estremecen de p¨¢nico cuando sienten la llave en la cerradura de casa. Muchos se encierran en su cuarto; no vaya a ser que el chaval venga tambi¨¦n esta noche con ganas de bronca, frustrado, cabreado o drogado y la emprenda a insultos, empujones y golpes porque no le gusta la cena, porque exige m¨¢s dinero, porque quiere la moto..., por cualquier cosa. Con el pestillo echado y la oreja pegada a la pared, temerosos de que su agitada respiraci¨®n les ponga en evidencia, vigilan los pasos del hijo por la casa, a la espera de que se acueste y se suspenda la amenaza As¨ª, un d¨ªa tras otro, hasta que los padres no pueden m¨¢s y acuden a la comisar¨ªa a denunciar al monstruo de sus entra?as.
La ausencia de la figura paterna aparece a menudo en los conflictos
Los especialistas se niegan en redondo a que se rebaje la edad penal
Las fiscal¨ªas abrieron 4.200 expedientes por maltrato en 2008
"Los padres s¨®lo denuncian en situaciones l¨ªmite", afirma una fiscal
Pegar al padre ya no es algo inconcebible e inaudito, el acto monstruoso, blasfemo y antinatural que viola los mandamientos humanos y divinos del "honrar¨¢s a tu padre y a tu madre". Ni?os y adolescentes han empezado a levantar la mano a sus progenitores (a su madre preferentemente) y, en muy poco tiempo, el delito de maltrato a los padres, antes irrelevante a efectos estad¨ªsticos, ha adquirido visos de epidemia. Durante 2008, las Fiscal¨ªas de Menores abrieron en Espa?a m¨¢s de 4.200 expedientes por agresiones de hijos a padres, frente a los 2.683 incoados el a?o anterior. No todas las denuncias dan lugar a la apertura de expedientes judiciales -muchas se archivan tras el ejercicio de las labores de mediaci¨®n-, y hay que pensar que por cada padre que acusa formalmente a su v¨¢stago, habr¨¢ otros que se resisten a dar ese paso.
"Cuando los padres denuncian es porque han llegado a una situaci¨®n l¨ªmite. Se sienten doblemente avergonzados por tener que pedir que se act¨²e contra sus hijos y porque la denuncia misma les parece la constataci¨®n de un fracaso", indica Consuelo Madrigal, fiscal de Menores del Tribunal Supremo. Las estad¨ªsticas constatan, asimismo, un espectacular incremento de chicas que pegan a sus madres y tambi¨¦n chicas que pegan a otras chicas. "En el maltrato a los padres, los g¨¦neros est¨¢n ya casi a la par, cuando hace pocos a?os ¨¦se era un delito abrumadoramente masculino", se inquieta la fiscal.
Otro dato de preocupaci¨®n a?adida es que los maltratadores adolescentes reproducen fatalmente el modelo machista, por mucho que hayan estudiado en colegios mixtos y se les suponga aleccionados en los valores de la libertad y la igualdad. La gran mayor¨ªa de estos chavales, de edades entre los 14 y los 18 a?os -en la legislaci¨®n espa?ola, los menores de 14 a?os no pueden ser imputados, cometan el delito que cometan-, pasan por j¨®venes normales y poco conflictivos. De hecho, por lo general, no cometen m¨¢s delitos que sojuzgar, vejar y pegar a sus padres... y a sus novias.
Como ocurre con la violencia de g¨¦nero, el maltrato a los padres atraviesa todas las estructuras sociales, aunque, en este caso, se concentre, especialmente, en los hogares de las clases medias. Se equivocan, pues, quienes piensan en ni?os surgidos de la marginaci¨®n social, pero aciertan quienes ven en las familias desestructuradas un factor de riesgo. "Algunos de estos chicos han sido testigos de malos tratos conyugales o han padecido directamente las agresiones paternas. Cuando llegan al 1,75 o al 1,80 de altura y pueden palparse los m¨²sculos, sienten en la sangre la tentaci¨®n de la venganza", apunta el director de Justicia Juvenil de Catalu?a, Jordi Sans¨®.
Pero, la pregunta del porqu¨¦ de este estallido sigue en pie, admitida la transmisi¨®n intergeneracional de traumas y conductas y establecido que la familia es, a veces, la primera patolog¨ªa a tratar. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando para que ni?os y adolescentes que antes se fugaban del hogar opten por quedarse en casa a tiranizar a sus progenitores? ?Y para que los padres que antes expulsaban del hogar a sus hijos d¨ªscolos o depravados ocupen hoy el papel de v¨ªctimas? La respuesta pr¨¢cticamente un¨¢nime de los encargados de encauzar la violencia de los menores es que hemos sustituido el modelo autoritario del "ordeno y mando" por una pr¨¢ctica permisiva y sin l¨ªmites, igualmente nefasta a efectos educativos.
"El principio de autoridad se ha debilitado y ni la sociedad ni la familia han sabido establecer otros valores y l¨ªmites. Las agresiones a los padres y la violencia de g¨¦nero aumentan porque nos estamos equivocando gravemente en la educaci¨®n", advierte Jos¨¦ Vidal, m¨¦dico y director de la c¨¢rcel de Mor¨®n de la Frontera. "La mayor¨ªa de los menores delincuentes surgen en un modelo permisivo e indulgente que genera ni?os individualistas y hedonistas, incapaces de aceptar la frustraci¨®n", explica Ana Rodr¨ªguez, pedagoga del Centro Reina Sof¨ªa para el Estudio de la Violencia. "Como el modelo autoritario de familia no ha sido sustituido por un modelo alternativo verdaderamente educativo, muchos padres no saben qu¨¦ deben hacer con sus hijos, m¨¢s all¨¢ de transmitirles los afectos. Detectamos con frecuencia un problema de ausencia de la figura paterna, bien porque la pareja se haya separado, porque se trata de una familia monoparental o porque el padre o la madre se inhiben o est¨¢n muy ocupados en el trabajo", afirma la fiscal Consuelo Madrigal.
Seg¨²n los psic¨®logos sociales, a eso habr¨ªa que a?adir el declive de la figura del padre que, a menudo, no encuentra su lugar en un cuadro de relaciones familiares m¨¢s desdibujadas y horizontales. Jos¨¦ Chamizo, Defensor del Menor de Andaluc¨ªa, cree que hay "un creciente desquiciamiento colectivo" reflejado en la crueldad mostrada por los menores implicados en casos como los de Sandra Palo, Marta del Castillo o el de la indigente quemada en Barcelona. Contra las opiniones de tantas voces que testimonian en sentido contrario: "Yo tambi¨¦n me entretengo con los videojuegos y no por eso...", y restan consecuencia a las im¨¢genes violentas, ¨¦l est¨¢ convencido de que la "violencia de contexto", la omnipresencia de la agresividad en los medios de comunicaci¨®n y entretenimiento y en los mensajes publicitarios, tiene una incidencia clara. No es el ¨²nico. Tambi¨¦n su colega, Arturo Canalda, Defensor del Menor de Madrid, sostiene que la violencia ambiental influye, "aunque no sea el detonante del problema". A su juicio, hay que prestar particular atenci¨®n a esos chicos que "pasan muchas horas solos en casa, delante de la televisi¨®n, viendo c¨®mo las situaciones m¨¢s terribles se presentan como si formaran parte de la normalidad. Todo influye en los comportamientos", subraya, "tambi¨¦n esa cosa aparentemente tan tonta de la serie de tarde en la que gente se insulta como si nada".
El jefe del Servicio de Psiquiatr¨ªa del Hospital Universitario de Guadalajara, David Huertas, asegura que estos juicios tienen un fundamento cient¨ªfico. "Se ha demostrado que las im¨¢genes violentas activan el ¨¢rea del cerebro que fomenta la agresi¨®n. La sobreexposici¨®n a estas se?ales hacen bajar las defensas frente a la violencia, de forma que su utilizaci¨®n tiende a considerarse normal". Autor del libro Violencia: la gran amenaza, el profesor Huertas habla de una sociedad hipotecada a un modelo econ¨®mico y social agresivo que habr¨ªa acabado por pervertir los sistemas de valores y que amenaza con devolvernos al "todos contra todos" descrito por Hobbes en su Leviat¨¢n.
El cibersadismo, la filmaci¨®n y difusi¨®n de las agresiones gratuitas, el incremento del maltrato dom¨¦stico y escolar practicado por menores ser¨ªan "la piedra de toque" de esta evoluci¨®n general que, por lo visto, encuentra tierra abonada en nuestro pa¨ªs. Tras recordar que la OMS declar¨® en 2002 que la violencia en el mundo se ha convertido en un problema de salud p¨²blica, el psiquiatra subraya que las sociedades modernas no cuentan con protocolos para detener esta pandemia. "Tenemos que volver a la educaci¨®n en valores, a socializar en la convivencia y el respeto", resume.
Con todo, el diagn¨®stico del problema en Espa?a est¨¢ lejos de la situaci¨®n apocal¨ªptica que retratan las voces que piden rebajar la edad penal, situada actualmente en los 14 a?os. "La estad¨ªstica provisional de 2008 desmiente que haya aumentado la participaci¨®n de los menores en homicidios y asesinatos y muestra que el incremento de sus conductas delictivas se circunscribe ¨²nicamente al maltrato dom¨¦stico y a los delitos contra la libertad sexual", destaca Consuelo Madrigal. "Eso de que est¨¢n aumentando los delitos graves cometidos por menores es un mito. No hay correspondencia entre los datos disponibles y la percepci¨®n que tiene la opini¨®n p¨²blica", confirma Jaime Tapia, magistrado de la Audiencia Provincial de ?lava, y ratifica Manuel Garramiola, director del Centro de Reforma de Menores de Medina Zahara.
De acuerdo con los informes fiscales, durante el pasado a?o, los delitos dolosos con lesiones cometidos por menores se redujeron a 16.400, los robos violentos y con fuerza cayeron hasta los 8.700 y 8.200, respectivamente, al tiempo que disminuyeron, igualmente las sustracciones de veh¨ªculos de motor y el tr¨¢fico de drogas. Si la suma global de delitos protagonizados por menores super¨® los 55.000 anuales es porque la estad¨ªstica de 2008 incorpor¨® 4.400 expedientes abiertos por conducir sin carn¨¦, conducta no considerada hasta entonces delictiva.
A la sensaci¨®n de peligrosidad de los menores contribuyen las bandas de ladrones formadas por ni?os de edades inferiores a los 14 a?os dirigidas y explotadas por el crimen organizado. "Los reclutan en las poblaciones marginales. En Rumania, pagan a los padres 2.000 euros a cambio de que les cedan el ni?o por unos meses. Los traen a Espa?a y los ponen a delinquir, desde la seguridad de que no pueden ser imputados penalmente. Tenemos peque?os que han sido detenidos y puestos en libertad ciento y pico veces", explican en la Fiscal¨ªa de Menores. En Catalu?a, los menores delincuentes que se inician en el delito antes de los 14 a?os vienen a suponer el 9%.
La pregunta que pol¨ªticos, columnistas, fiscales y jueces formulan ¨²ltimamente con particular insistencia es de si habr¨ªa que rebajar nuevamente la edad penal (antes estuvo en 16 a?os) y la respuesta general de los especialistas es que no, de ninguna manera. "Lo que tenemos que hacer, y ya estamos haciendo, no es detener y castigar a Oliver Twist (personaje infantil de la novela de Dickens), sino a los criminales mafiosos que los explotan y les destrozan la vida", subraya Jordi Sans¨®. "No es razonable cambiar la ley del Menor por cuatro casos que pueda haber. Un chico de 16 o 17 a?os puede ser condenado a pasar 10 a?os en un centro de internamiento y un adulto autor de un delito de homicidio a 12 a?os de c¨¢rcel", afirma el Fiscal Coordinador de Menores de Barcelona, Juan Jos¨¦ M¨¢rquez. "Subjetivamente, la pena es m¨¢s dura para el menor porque, a esas edades, un a?o de vida es una enormidad. Adem¨¢s", a?ade, "hay que tener en cuenta que la infracci¨®n es casi consustancial a la maduraci¨®n de las personas. El 90% de los menores cometen alg¨²n hurto, un chantaje, una amenaza... M¨¢s que nada, eso forma parte del proceso de socializaci¨®n urbano", indica.
Quienes tratan directamente el problema aseguran que el sistema de justicia juvenil funciona. Seg¨²n ellos, la reinserci¨®n, objetivo expl¨ªcito de la Ley del Menor, se cumple en m¨¢s del 80% de los casos. "Hay psic¨®patas que tienden a reincidir y chicos que parecen incurables, pero son poqu¨ªsimos. Si esto fuera una empresa, alardear¨ªamos de los resultados", apunta Juan Jos¨¦ M¨¢rquez con una chispa de iron¨ªa. Fiados a su experiencia, todos piensan que el encierro de los menores debe ser la alternativa ¨²ltima, que lo que conviene es aplicar tratamientos individualizados y, en lo posible, evitar las "prisiones de ni?os".
No parece, pues, que la consigna de "m¨¢s Estado penal", aplicada a los menores, pueda ejercer de ant¨ªdoto contra el desafecto, el abandono, la permisividad extrema, el hedonismo, el consumismo y la anom¨ªa del "prohibido prohibir", ni que pueda impedir, por tanto, la gestaci¨®n dentro del hogar de personalidades explosivas de efectos retardados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.