Berlusconi y Camps
No habr¨¢ dos personas m¨¢s distintas en su forma de entender la vida que Silvio Berlusconi y Francisco Camps. Ambos, sin embargo, comparten una pasi¨®n: el f¨²tbol. A Camps le gustar¨ªa hacer del Valencia CF el Mil¨¢n y presidirlo como Berlusconi. No es en lo ¨²nico en que coinciden. Los dos tienen una misma manera de practicar la pol¨ªtica. Si la "berlusconizaci¨®n" consiste, b¨¢sicamente, en un proceso de degradaci¨®n de la pol¨ªtica por la v¨ªa de confundir lo p¨²blico y lo privado, el control de los medios de comunicaci¨®n, y el dominio absoluto de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, comprobaremos que el campismo no es m¨¢s que una versi¨®n provinciana de la ideolog¨ªa del presidente italiano. Y si la demagogia es la degeneraci¨®n de la democracia, ambos se comportan con id¨¦ntico desparpajo.
La relaci¨®n personal entre Francisco Camps y ?lvaro P¨¦rez no basta para explicar los 8 millones de euros que el Orange Market ha contratado con el Consell, pero es suficientemente ilustrativa de la confusi¨®n entre lo p¨²blico y lo privado, hasta el extremo de que resulta imposible saber d¨®nde terminan los v¨ªnculos personales y comienzan los profesionales.
El control de los medios de comunicaci¨®n en la Comunidad Valenciana por parte del campismo no se limita solo a los canales p¨²blicos. Las competencias para conceder frecuencias de radio y canales de televisi¨®n digital terrestre se han ejercido de forma arbitraria para tejer una red de emisoras afines al poder actual. El presupuesto de la Generalitat es desde hace tiempo un arma de disuasi¨®n para evitar la cr¨ªtica del poder. S¨®lo los sumisos y amables con el poder resultan favorecidos con las inserciones publicitarias correspondientes. Y, dados los tiempos de crisis que corren, resulta muy dif¨ªcil resistirse a las presiones ejercidas desde los despachos oficiales. El resultado: Una sociedad adormecida y el consenso con que sue?a todo pol¨ªtico para llevar adelante sus proyectos sin resistencia. ?Por qu¨¦? Porque la democracia debe perder toda su fuerza. Actuar sin complejos es una de las muletillas m¨¢s utilizadas por el PP para justificar sus decisiones.
El control sobre los diferentes poderes es meridiano cuando se constata una y otra vez, hasta lo escandaloso, el servilismo de las Cortes Valencianas ante la presidencia del Consell y el desprecio a las iniciativas de la oposici¨®n. Este control sin ning¨²n contrapeso favorece el oscurantismo y la corrupci¨®n. Transparencia Internacional de Espa?a ha se?alado hace poco que la medida m¨¢s eficaz para solucionar la corrupci¨®n es aumentar la transparencia. La administraci¨®n auton¨®mica valenciana no sabe lo que eso significa. Y respecto del poder judicial, basta con recordar las andanzas del vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial, Fernando de Rosa, por las estancias del Palau de la Generalitat o los requiebros amistosos del presidente Camps al m¨¢ximo responsable del TSJ valenciano, Juan Luis de la R¨²a. Por no hablar de los persistentes rumores de indecentes presiones sobre un magistrado que, pr¨¢cticamente, ha tenido que enclaustrarse para evitarlas.
La pol¨ªtica campista es, en buena parte, berlusconiana. No ha llegado al punto cambiar las leyes para asegurarse inmunidades; pero s¨ª que ataca los cimientos de la credibilidad del sistema. Qu¨¦ otra cosa hace si no la alcaldesa de Valencia cuando, tremendista, asegura que se pudre el Estado de derecho. Un estado que se fortalecer¨ªa si las autoridades, Rita Barber¨¢, por ejemplo, cumpliera con la Ley de Costas en lugar de hacer demagogia o el consejero de Educaci¨®n, Alejandro Font de Mora, acatara de una vez las sentencias que le obligan a homologar los t¨ªtulos de filolog¨ªa valenciana y catalana. Por ah¨ª s¨ª se pudre el Estado de derecho.
El periodista marroqu¨ª Zouhir Louassini, en un art¨ªculo publicado en EL PA?S, en agosto del a?o pasado, explicaba que la berlusconizaci¨®n se est¨¢ extendiendo en Europa y citaba el "contrato de integraci¨®n" del presidente franc¨¦s Nicol¨¢s Sarkozy como "la apoteosis de la demagogia". Louassini afirmaba que dicho contrato era "una muestra de berlusconismo de alto nivel. La idea de que alguien pueda integrarse solo por haber firmado un contrato es producto de una imaginaci¨®n que no comprende ni qu¨¦ es la inmigraci¨®n ni qu¨¦ significa la pobreza".
Uno de los ejes centrales del discurso berlusconiano es que las urnas "absuelven" a los pol¨ªticos de los posibles delitos por los que est¨¢n imputados. El PP se ha esforzado durante toda la campa?a electoral para movilizar a su electorado con el ¨²nico objetivo de absolver a Camps. Otra muestra de berlusconismo a la valenciana. El resultado ha colmado sus expectativas; pero el presidente de la Generalitat, hoy, sigue en la misma situaci¨®n judicial que el pasado s¨¢bado; Imputado por un supuesto delito de cohecho pasivo impropio. Nada, pues, ha cambiado.
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, el eurodiputado m¨¢s valenciano del PP, escribe en su ¨²ltimo libro Cartas desde tres parlamentos: "No hay espacios inmunes, zonas exentas para un Gobierno elegido democr¨¢ticamente (...) Existen unos l¨ªmites que la mayor¨ªa democr¨¢tica no puede traspasar. El poder pol¨ªtico no puede desconocer los derechos humanos, atropellar las libertades p¨²blicas o pisotear el derecho de las personas por muchos votos que tenga". Margallo est¨¢ en las ant¨ªpodas de Berlusconi, Camps, no. No, en lo que se refiere a su praxis pol¨ªtica. En lo otro, s¨ª.
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