Un serio aviso
Con una participaci¨®n tan baja como en 2004, el PSOE recibe un castigo por la crisis econ¨®mica
Con una participaci¨®n por debajo del 50%, nadie puede cantar victoria ni, mucho menos, considerar los resultados de ayer un adelanto de futuros triunfos o derrotas en elecciones nacionales, en las que la abstenci¨®n es siempre mucho menor. Con todo, se ha verificado el principio de que las europeas son una ocasi¨®n para castigar al partido del Gobierno: el PP ha obtenido 2 esca?os y 3,75 puntos m¨¢s que el PSOE, lo que apuntala a Rajoy como aspirante y constituye una seria advertencia para Zapatero.
Ese desenlace guarda relaci¨®n con la irritaci¨®n que los efectos de la crisis, especialmente el paro, provocan en la poblaci¨®n y que se manifiesta tanto en el voto a otras candidaturas como en la abstenci¨®n. Es significativo que la participaci¨®n fuera sensiblemente m¨¢s alta en los caladeros principales de voto del PP, con la Comunidad Valenciana y Madrid a la cabeza.
El electorado conservador ten¨ªa m¨¢s incentivos para movilizarse que el de centro-izquierda. Era una ocasi¨®n para adelantar a Zapatero en unas elecciones celebradas simult¨¢neamente en toda Espa?a. Ello, unido a la debilidad parlamentaria del Gobierno, alimentaba los c¨¢lculos de los estrategas de G¨¦nova sobre la posibilidad de forzar el fin de la legislatura. Del "v¨¢yase se?or Gonz¨¢lez" del periodo 1993-1996 al "kataklok" con que ilustr¨® Rajoy al final de esta campa?a su estrategia de ganar por derrumbamiento del rival, la pol¨ªtica espa?ola lleva a?os movi¨¦ndose en ese terreno de imaginar el cambio de mayor¨ªa ligado al hundimiento del Gobierno, bien por esc¨¢ndalos, bien por abandono de los aliados.
Curiosamente, la campa?a ha revelado que esa mentalidad est¨¢ vigente tambi¨¦n en el interior del PP: m¨¢s que por ganar un congreso, los cr¨ªticos con Rajoy esperaban poder sustituirle explotando su eventual estrellamiento en las elecciones de ayer. C¨¢lculos en este caso algo contradictorios, porque una derrota del PP en las europeas lo habr¨ªa sido a la vez del candidato Mayor Oreja, uno de los s¨ªmbolos de la vuelta al aznarismo que preconizan esos cr¨ªticos.
El electorado potencial del PSOE estaba menos movilizado (menos dispuesto a repetir el voto) seg¨²n adelantaban los sondeos. Cuando no se juega el signo del Gobierno y s¨®lo indirectamente los asuntos que diferencian a la derecha de la izquierda (pensiones, seguro de paro, despidos), disminuye el incentivo de ese electorado para acudir a votar. Para contrarrestar ese efecto, los socialistas han dramatizado la campa?a exagerando el peligro para la democracia y el Estado del bienestar de una victoria de la derecha, de nuevo presentada como la m¨¢s extremista de la UE.
La intensidad de la campa?a, y el hecho de que haya estado centrada en temas de pol¨ªtica interior, con especial incidencia en la denuncia de la corrupci¨®n, no ha conseguido reducir la abstenci¨®n, con lo que ¨¦sta no puede atribuirse simplemente a desinter¨¦s por los temas europeos: seguramente ha influido el hartazgo que esa bronca permanente produce en sectores no incondicionales de los electorados respectivos; y perjudica proporcionalmente m¨¢s al PSOE como parte menos movilizada por la expectativa del cambio.
Se trata de estrategia, pero tambi¨¦n de inercia: Zapatero se encuentra m¨¢s a gusto en ese discurso, y lo saca cada vez que los sondeos le son desfavorables. Con el agravante de que esa confusi¨®n favorece a la extrema derecha real, populista, xen¨®foba y antieurope¨ªsta que asoma en varios pa¨ªses al calor de los efectos de la crisis. Lo cual no justifica la c¨ªnica pretensi¨®n por parte de la plana mayor del PP durante la campa?a de absolver a sus dirigentes imputados en casos de corrupci¨®n con el argumento de que no afectaban a sus expectativas de voto.
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