"Navegando por Internet hay m¨¢s riesgo de adulterio"
Sangra a¨²n por la herida de un reciente desamor, de un desenga?o que trata de curar con la "locura maravillosa", dice, de "ir de aqu¨ª para all¨¢" con su tratado sobre "el juego de seducci¨®n excitante" que alimenta su libro El arte de perder, ganador del ¨²ltimo Premio Azor¨ªn de novela.
Delante del mantel no pierde la sonrisa ni tampoco el apetito, posiblemente en homenaje a Enzo, el gastr¨®nomo del que Sara est¨¢ "rendidamente enamorada", seg¨²n reflejan los miles de mensajes electr¨®nicos que ambos -especialmente, ella- se cruzaron para obsequiar ahora al lector con "una lecci¨®n de amor virtual", como admite Beccaria.
Esta escritora gallega (Ferrol, 1963), doctora en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, finalista del Nadal en 2001, trabaja como lexic¨®grafa en la Real Academia Espa?ola. Un curr¨ªculo que, sin duda, le acerca mucho m¨¢s al papel que a la Red. Sin embargo, hace apenas tres a?os, cuando trataba de sacudirse de la melancol¨ªa por la muerte de su madre, en aquel restaurante de Madrid donde ya hab¨ªa compartido cenas tambi¨¦n ilusionantes, sinti¨® enganchado su coraz¨®n al de un empresario hedonista. Fue el principio de su desaz¨®n vital, pero tambi¨¦n el comienzo de "un tratado sobre c¨®mo llegar a emocionar a los hombres" a quien la autora, sin dudar, considera "pudorosos, vulnerables y delicados".
La ganadora del Premio Azor¨ªn ve su obra como "un juego de seducci¨®n"
Sin despegarse de su correo electr¨®nico, entregada a Enzo sin ser correspondida, fue enhebrando sus emociones y desdichas. Y es que Lola Beccaria asume que Internet le ha permitido mantener "una aventura amorosa" aunque, personalmente, lamenta "que al final no ha habido banquete, que es lo bueno". Desde entonces no deja de navegar. Ha descubierto que es el camino m¨¢s corto para una tentaci¨®n. "Necesitamos de las aventuras, tambi¨¦n de las amorosas, y en Internet hay un riesgo claro de adulterio, donde no das la cara, pero no pasa nada porque en esta vida hay muchas otras traiciones", reconoce sin perder de vista ese canutillo con crema de queso de Idiaz¨¢bal. Como no pod¨ªa ser de otra manera, mientras degusta el postre, llega a preguntarse "si al gastr¨®nomo le gustar¨ªa esto que sabe tan bueno". Y es que aunque exhibe sin recato sus esfuerzos por olvidarle, Enzo acaba apareciendo entre los platos.
Con el paso del tiempo, desde que recibi¨® el premio, Lola Beccaria sabe que su historia no es ¨²nica; vaya, no se siente extra?a. Hace unos d¨ªas, en Barcelona, un hombre de mediana edad se le acerc¨® para que le firmara un ejemplar de El arte de perder y le susurr¨® al o¨ªdo: "Yo soy Sara y mi Enzo, con el que contacto por Internet y no conozco, me ha mandado un SMS para que compre tu novela". A Beccaria, que se siente "escritora de raza", confesiones as¨ª le "reconfortan" porque avalan su prop¨®sito de "contar cosas, entrar en el conflicto del ser humano, llegar a las personas, no hacer literatura f¨¢cil".
Con todo, se siente ganadora, quiz¨¢ hasta un punto vengativa con Enzo, a cuyos mensajes ya no responde, harta de un "juego amoroso delirante que no entiende". Pero el gastr¨®nomo le acompa?a sin propon¨¦rselo. A ¨¦l le dedica la paternidad de este libro, aunque Beccaria luchar¨¢ por encontrar "nuevos padres para mis futuros hijos de papel".
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