Las trampas de la fe
?Son compatibles la ciencia y la religi¨®n? ?Es compatible la poes¨ªa amorosa y la ginecolog¨ªa? La respuesta es la misma: claro que s¨ª, mientras cada una no pretenda enmendarle la plana a la otra. No es prudente acometer una ces¨¢rea tras documentarse en Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o Rilke, ni recordarle a quien cree que un beso apasionado lleva al ¨¦xtasis que despu¨¦s de todo se trata de un simple intercambio de microbios por v¨ªa oral. Las leyendas y mitos religiosos nos ayudan a buscar un significado simb¨®lico al mundo y a la vida, mientras que la ciencia nos aclara su funcionamiento natural. Por mucho que conozcamos el mecanismo de los hechos, siempre nos queda la pregunta por su sentido para nosotros, que va m¨¢s all¨¢. Cuando Camoens llama al mar "inexplicable" no se refiere s¨®lo al ritmo de las mareas...
A quien no crea que la verdad es una construcci¨®n recomiendo el ensayo 'El miedo al conocimiento'
Lo malo es que ciertos cl¨¦rigos se empe?an en corregir los datos cient¨ªficos con dogmas y tradiciones piadosas. El creacionismo no se conforma con ser un mito del origen, m¨¢s o menos respetable como tantos otros, sino que intenta disfrazarse de ciencia como "dise?o inteligente" para colarse en las escuelas americanas -que excluyen con buen criterio la ense?anza de doctrinas religiosas- y hasta en las universidades espa?olas, a poco que nos descuidemos. Ya se escuchan truenos episcopales contra la asignatura de Ciencias del mundo contempor¨¢neo y no s¨®lo contra Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Denuncian que se pretenda imponer una "concepci¨®n del mundo", como si el conocimiento cient¨ªfico no surgiese de la observaci¨®n experimental de la realidad sino del capricho pol¨ªtico. Con el pretexto de que la ciencia no resuelve todos los enigmas de la naturaleza, aconsejan recurrir a la religi¨®n aunque no resuelva ninguno. Trampas de la fe, que tambi¨¦n se dan en otros campos: como el capitalismo tiene muchos defectos, apliquemos el comunismo que s¨®lo tiene defectos, etc¨¦tera.
Los que quieran conocer la opini¨®n de un creyente ilustrado que no confunde religi¨®n y ciencia, pueden leer La voluntad de creer, el cl¨¢sico de William James que acaba de editar Marbot. Debo advertirles, empero, que la obra desazona por igual a fieles e infieles desde finales del siglo XIX... A quienes por otra parte se nieguen a aceptar que la verdad es una construcci¨®n pol¨ªtica o cultural, lo que iguala a Darwin con Rouco Varela, les aconsejo El miedo al conocimiento, de Paul Boghossian (Alianza), donde aprender¨¢n a distinguirla del capricho epist¨¦mico o teol¨®gico.
El laicismo es imprescindible para la democracia, entre otras cosas, porque los pol¨ªticos no entienden ya la parte sublime de los s¨ªmbolos religiosos. Aludiendo a la vieja f¨®rmula de juramento de los lehendakaris ("Ante Dios humillado...") a la que con buen juicio renunci¨® Patxi L¨®pez, proclama muy ufano ZP: "?Patxi, eres lehendakari sin humillarte ante nadie!". Pero yo dir¨ªa que el "humillado" no se refiere a quien asume el cargo -que bastantes inquietudes tiene ya- sino al Cristo que le mira desde el degradante tormento de la cruz. Un detalle tan solo aunque, si acierto, cambia un poco la cosa... En cuanto a la pol¨ªtica teol¨®gica, basta recordar la escalofriante leyenda que campea seg¨²n Dante sobre la puerta del infierno: "Son la primera sabidur¨ªa y el primer amor quienes me crearon". De esa proclama monote¨ªsta nacieron todos los totalitarismos.
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