Pol¨ªticas de izquierda, gobiernos de derecha
Es parad¨®jico que la derecha gane las elecciones europeas tras naufragar el neoliberalismo. Y que gobierne tantos pa¨ªses aplicando pol¨ªticas socialdem¨®cratas. El centro-izquierda debe retomar la bandera del cambio
A nadie le ha pasado desapercibido: la derecha ha ganado las elecciones al Parlamento Europeo y, sin embargo, se ha producido el derrumbamiento del programa que la sustentaba, el neoliberalismo. Adem¨¢s, en la mayor parte de las capitales europeas gobiernan partidos de derechas (las excepciones ser¨ªan Espa?a, Portugal, Austria, Bulgaria, Hungr¨ªa, Eslovaquia y Eslovenia, m¨¢s el moribundo Gobierno laborista de Reino Unido), pero todos ellos est¨¢n aplicando para salir de la crisis recetas m¨¢s propias de la socialdemocracia (del neo-keynesianismo). O sea, la derecha domina en Europa la pol¨ªtica, pero la izquierda domina las pol¨ªticas.
?Qu¨¦ es lo que explica esta aparente paradoja? ?C¨®mo es posible que estemos en una situaci¨®n en la que, a pesar de que el paradigma ideol¨®gico y program¨¢tico que empieza a dominar sea m¨¢s cercano a la socialdemocracia, la derecha est¨¦ en el poder? ?Conf¨ªa la gente m¨¢s en la derecha para aplicar recetas socialdem¨®cratas?
En Europa es dif¨ªcil encontrar partidos socialdem¨®cratas con una agenda de cambio propia
La izquierda reformista no debe esperar a que alguien asuma sus ideas y haga el trabajo por ella
Indudablemente, las coyunturas espec¨ªficas en las que se encuentran determinados partidos socialdem¨®cratas pueden tener que ver en la explicaci¨®n de esta situaci¨®n. As¨ª ocurrir¨ªa con el caso franc¨¦s y con el caso italiano, por ejemplo. El Partido Socialista Franc¨¦s se encuentra inmerso en una lucha fratricida desde que Lionel Jospin fue descabalgado de su direcci¨®n. Por su parte, la izquierda italiana, a pesar de la relativa mejora que ha experimentado en estas elecciones europeas, sigue fuera de juego, incapaz de unirse y de encontrar un l¨ªder que no sea fagocitado por el concurso de egos que todav¨ªa se practica en ese lado del espectro ideol¨®gico italiano. De todas, la situaci¨®n en Italia es la m¨¢s preocupante: puede que la Primera Rep¨²blica haya muerto, pero desde luego la Segunda Rep¨²blica no ha nacido todav¨ªa.
La coyuntura importa, desde luego, pero no lo explica todo. En otros pa¨ªses la izquierda tiene los deberes aproximadamente hechos: est¨¢ unida, y con l¨ªderes relativamente solventes, a pesar de lo cual la gente sigue prefiriendo a la derecha, no consciente (o quiz¨¢ s¨ª) de la disonancia que implica votar por partidos conservadores al tiempo que les exige la aplicaci¨®n de recetas m¨¢s propias del centro-izquierda. Alemania ser¨ªa el m¨¢s claro exponente de esta situaci¨®n.
Existen, por tanto, corrientes m¨¢s de fondo, explicaciones m¨¢s estructurales sobre lo que est¨¢ pasando. Explorar¨¦ las dos que me parecen m¨¢s sugerentes. Primero, la idea de que, a pesar de lo que podamos pensar, existe en realidad una gran dosis de convergencia pol¨ªtica entre partidos, lo que da pie a la emergencia de los llamados policy regimes. Y segundo, y en ese contexto, la facilidad con la que algunos partidos de izquierda han asumido programas de corte neoliberal.
En un estudio seminal de capital importancia para la comprensi¨®n de la evoluci¨®n de la socialdemocracia en Europa, Adam Przeworski sostuvo en 2001 lo siguiente: "Todo el mundo asume que los objetivos y las pol¨ªticas de un Gobierno difieren necesariamente de los que perseguir¨ªa el partido de la oposici¨®n si ¨¦ste llegara al poder. Sin embargo, lo que se observa que ocurre en la pr¨¢ctica es que Gobiernos de derechas contin¨²an implementando las pol¨ªticas de sus predecesores de izquierdas, y viceversa". Dos son los ejemplos que da Przeworski. As¨ª, el Gobierno dan¨¦s de centro-derecha se embarc¨® entre 1968 y 1971 en un programa de subidas de impuestos y del gasto p¨²blico de tal calibre que incluso hizo palidecer las pol¨ªticas que en este terreno desarrollaron sus predecesores de izquierda. De la misma manera, los Gobiernos de Blair adoptaron muchas pol¨ªticas neoliberales que hab¨ªan probado los Gobiernos conservadores de Thatcher.
Por tanto, la historia de c¨®mo se conforma el desarrollo de las pol¨ªticas adquiere el siguiente aspecto. Un partido llega al gobierno con un determinado programa. Lo aplica. Algunas partes de ese programa no son muy exitosas, pero otras s¨ª. Con el tiempo, ese partido es descabalgado del poder por la oposici¨®n. Aunque el partido de la oposici¨®n gana las elecciones con un programa diferente al que estaba aplicando el Gobierno, una vez en el poder, sigue desarrollando las pol¨ªticas con las que el otro partido ten¨ªa ¨¦xito. Y no s¨®lo las gestiona, sino que, como en el caso dan¨¦s, puede incluso darles una vuelta de tuerca m¨¢s, llevarlas hacia un estadio de evoluci¨®n superior. La moraleja es clara: si quieres seguir manteni¨¦ndote en el poder, haz lo que tu competidor hac¨ªa de manera exitosa y, si puedes, mej¨®ralo.
La conclusi¨®n que arroja esta moraleja en parte es triste para la socialdemocracia y en parte no. Lo es en el sentido de que invita a dejar de lado el programa m¨¢ximo, cualquiera que ¨¦ste sea, de la socialdemocracia. Y no lo es en el sentido de que establece de manera muy clara las condiciones a partir de las cuales la socialdemocracia puede dejar de ser ant¨ªlope y convertirse en pantera.
En efecto, lo que el recuento anterior viene a decir es que la democracia es una constricci¨®n fundamental con la que debe jugar la socialdemocracia. Una vez que aceptas la democracia, s¨®lo puedes pretender desarrollar pol¨ªticas que gocen del apoyo mayoritario. Intentar desarrollar tu programa m¨¢ximo ser¨¢ por tanto suicida si ¨¦ste no recibe el respaldo de la mayor parte de la gente. M¨¢s que la revoluci¨®n, la socialdemocracia tiene que tender hacia el reformismo. ?ste es el camino m¨¢s sabio si quiere sobrevivir. Y eso explica, en parte, que en muchos pa¨ªses haya asumido con tanta facilidad el neoliberalismo. Como en Reino Unido.
Pero que el margen para la innovaci¨®n pol¨ªtica sea muy reducido no significa que sea inexistente. Existen momentos en que los pol¨ªticos, todos ellos, pero tambi¨¦n los socialdem¨®cratas, pueden dejar de ser ant¨ªlopes, y dejar de estar simplemente atentos a los cambios en la mayor¨ªa, y convertirse en panteras, intentando conformar dichas mayor¨ªas, al convencerlas de que un cambio es necesario y de que son ellos precisamente los que est¨¢n en mejores condiciones para liderarlo.
Esas condiciones son fundamentalmente tres: primero, que se den las circunstancias que permitan abrir una ventana de oportunidad para proponer una nueva pol¨ªtica; segundo, que la gente acepte esa innovaci¨®n, y tercero, que el que propone la innovaci¨®n tenga buena suerte.
La intuici¨®n que hay detr¨¢s de esta idea es que cuando los votantes no saben qu¨¦ pensar de una nueva pol¨ªtica, se fijar¨¢n en la innovaci¨®n en tanto en cuanto piensen que el partido que la propone es un partido responsable y que el statu quo no es positivo. Adem¨¢s, pensar¨¢n que el partido que propone el cambio es responsable si ese partido est¨¢ convencido de que es necesario un cambio y aparece ante los ojos de la gente como m¨¢s preocupado por el bienestar general que por la supervivencia pol¨ªtica. Parad¨®jicamente, el hecho de que haya desarrollado pol¨ªticas m¨¢s propias del otro bando en el pasado le ayudar¨¢ a ganar reputaci¨®n ante el electorado. Existe un l¨ªmite, sin embargo: el partido socialdem¨®crata en cuesti¨®n tendr¨¢ muy dif¨ªcil convencer a la gente de que no ha hecho electoralismo si en el pasado compr¨® por completo la agenda de su competidor. El ejemplo brit¨¢nico re-emerge aqu¨ª de nuevo.
Por tanto, los partidos socialdem¨®cratas que se han mantenido fieles a sus se?as de identidad y que tienen una agenda espec¨ªfica de cambio tendr¨¢n muchas mejores perspectivas para que en el futuro la gente vuelva a acudir a ellos para la implementaci¨®n de pol¨ªticas socialdem¨®cratas. En Europa es posible encontrar muchos partidos socialdem¨®cratas que han sido aproximadamente fieles a sus se?as de identidad. Es m¨¢s dif¨ªcil, sin embargo, encontrar partidos socialdem¨®cratas que de verdad tengan una agenda de cambio propia, est¨¦n ¨ªntimamente convencidos de ella, y dispuestos, teniendo en cuenta las constricciones existentes, a desarrollarla.
Por tanto, para eliminar la disonancia que supone que sea la derecha y no la izquierda la que aplique en medio de las crisis pol¨ªticas socialdem¨®cratas, la izquierda tiene que preguntarse cu¨¢les son sus objetivos y su plan para llevarlos a cabo, y no esperar a que alguien haga el trabajo por ella. En otras palabras, lo realmente importante en este ¨¢mbito de estrecho margen para la innovaci¨®n pol¨ªtica ser¨¢ establecer el tono: es decir, qui¨¦n innova y qui¨¦n copia al que innova.
Antonio Estella es profesor de Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
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