El voto de los europeos
Europa no ha votado, pero sus ciudadanos s¨ª. Y para juzgar las elecciones al Parlamento Europeo, se asume, como ocurre desde su debut en 1979, una serie de verdades reveladas que pueden no serlo tanto.
1. Que las elecciones son europeas, cuando en realidad son nacionales. Los votantes, y muy notablemente en los cinco pa¨ªses mayores de Europa occidental (Alemania, Francia, Gran Breta?a, Italia y Espa?a), votan por razones de pol¨ªtica interior, castigando o no al Gobierno en ejercicio, con un desconocimiento jur¨¢sico de lo que signifique su sufragio para la gobernaci¨®n continental. Son, por ello, elecciones que viven en la esquizofrenia de elegir en ese marco nacional, valorando ejecutorias nacionales, a unos diputados que entender¨¢n de cuestiones b¨¢sicamente supranacionales. La desconexi¨®n es inevitable: se elige a unos enviados por las razones equivocadas; por lo que han hecho, ellos o su partido, en el pa¨ªs, y no por lo que hayan hecho o est¨¦n llamados a hacer en Europa. El caso de Gran Breta?a es definitivo, el ¨²nico partido brit¨¢nico que sent¨ªa en los pasados comicios aut¨¦ntico inter¨¦s por Europa, el de la Independencia de Reino Unido, quiere sacar al pa¨ªs de la UE.
Se asume una serie de verdades reveladas sobre las elecciones que pueden no serlo tanto
2. Que la abstenci¨®n ha sido muy alta, cuando en realidad la afluencia a las urnas -m¨¢s de un 43%- es muy estimable. Es cierto que cae a cada periodo electoral, y que ser¨ªa mejor que los europeos votaran con entusiasmo, pero que cuando se registran tan elevados ¨ªndices de desprestigio de la clase pol¨ªtica; cuando la mayor¨ªa de sus gobernantes apenas se han esforzado por explicar de qu¨¦ va Europa; cuando la gravedad de la crisis hace que el ciudadano tenga otras preocupaciones; y cuando los Gobiernos no reservan para los cargos europeos ni a valores de m¨¢xima actualidad ni a especialistas, que un 43%, cuatro y pico de cada 10 ciudadanos -y algo m¨¢s de 160 millones- se hayan molestado en votar s¨®lo puede deberse a un fort¨ªsimo y at¨¢vico europe¨ªsmo, que ni las peores campa?as pueden desarraigar.
3. Que la Prensa no hace pedagog¨ªa de lo que se juega en Europa. La pedagog¨ªa se hace en las escuelas y no con el cultivo del lino, ni las cuotas pesqueras, porque a todos los que esto afecta, bien que se enteran, y con los que no se sienten afectados, todo es in¨²til. Es un caso t¨ªpico de destrucci¨®n del mensajero cuando lo que ocurre es que el mensaje no es apto para la digesti¨®n humana. La ¨²nica pedagog¨ªa que interesa masivamente a la opini¨®n es la de qu¨¦ hac¨ªa Silvio Berlusconi con Noemi Letizia en las fiestas de guardar.
4. Que entre la burocracia bruselense no hay democracia interna y por eso el ciudadano no se interesa por el brontosaurio europeo. ?Y por qu¨¦ tendr¨ªa que haberla? ?La hay en los laboratorios de los que surgen los mayores avances de la ciencia? Cuando el continente parec¨ªa tener verdadera prisa por dotarse de una armadura pol¨ªtica, en los a?os cincuenta de Adenauer, Schumann y De Gasperi, y m¨¢s modernamente con Delors, esos amanuenses de Europa, como dijo Pierre Bourdieu, eran los benedictinos del siglo XX, un trasunto de los monjes de Cluny y afiliados que levantaron piedra a piedra el Renacimiento.
5. Que la ampliaci¨®n de la UE al Este constitu¨ªa la necesaria reunificaci¨®n de Europa. Con la posible excepci¨®n de Polonia, Europa del Este, comunista o capitalista, sin duda ni m¨¢s ni menos europea que la del Oeste, es, sin embargo, otra Europa. Y con su Drang nach Osten la UE ni reunificaba, ni deglut¨ªa, sino que a lo sumo amalgamaba. El aumento del n¨²mero de miembros a 27 ten¨ªa, b¨¢sicamente, un contenido geogr¨¢fico o aritm¨¦tico, porque la forma de mirar la construcci¨®n europea del Este, con Estados Unidos tan lejos y Rusia tan cerca, es muy distinta a la del Oeste. La ampliaci¨®n era inevitable, pero la concepci¨®n franco-germana de Europa, que puede ser tambi¨¦n espa?ola y del Benelux, sal¨ªa gravemente perdiendo, mientras beneficiaba a los que De Gaulle llamaba les anglosaxons.
S¨®lo se podr¨¢ culpar a votantes, Prensa y eurocracia cuando las elecciones sean europeas, con partidos europeos transversales, no s¨®lo con un Parlamento, sino con un Gobierno de todos, realidad de la que es cierto que se est¨¢ muy lejos. Pero no se culpe a las cosas por su tozudez, y mientras la comunidad se halle a medio construir, tampoco hay que pretender que las elecciones sean europeas.
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