Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, ayer y hoy
Todo ha cambiado. Hace aproximadamente un a?o y medio, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner (CFK) llegaba al Gobierno de la Argentina con una econom¨ªa en fuerte crecimiento, la autoridad presidencial recompuesta, una plataforma pol¨ªtica plural y con tir¨®n, y un gran dominio del Partido Justicialista (peronista). Hoy, sin embargo, la econom¨ªa est¨¢ en fase de desaceleraci¨®n, las fuentes del super¨¢vit fiscal han desaparecido, la popularidad de la presidenta ha ca¨ªdo en picado y el peronismo vuelve a fragmentarse. ?C¨®mo se explica?
Todo comenz¨® en marzo de 2008, con la decepcionante actuaci¨®n del Gobierno de CFK en el conflicto con el campo. CFK alcanz¨® la presidencia con un discurso de cambio: hab¨ªa llegado la hora de institucionalizar la pol¨ªtica argentina. En su paso por Madrid, la entonces candidata subray¨® la importancia de contar en el futuro con "instrumentos econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos que permitan canalizar democr¨¢ticamente el conflicto social", para "elevar la calidad institucional y c¨ªvica de la Argentina". Sus recurrentes referencias a los Pactos de la Moncloa en la campa?a electoral, y su particular admiraci¨®n por el socialismo espa?ol, hac¨ªan pensar que su Gobierno estar¨ªa dispuesto a actuar con perspectiva de largo plazo. La inclusi¨®n de un l¨ªder provincial proveniente de la opositora Uni¨®n C¨ªvica Radical (UCR), el actual vicepresidente Julio Cobos, procuraba mostrar una inclinaci¨®n por la construcci¨®n de un espacio pol¨ªtico plural y transversal.
El empeoramiento de la situaci¨®n en Argentina, clave en las pr¨®ximas elecciones legislativas
Pasados apenas tres meses desde que asumi¨® la presidencia, CFK decidi¨® -leg¨ªtimamente- romper la situaci¨®n de equilibrio que manten¨ªa el Estado con el sector agro-exportador desde 2002. El Gobierno manten¨ªa devaluada la moneda local, aumentando los m¨¢rgenes de rentabilidad de los exportadores a la vez que reten¨ªa una parte de sus ganancias. Esta ecuaci¨®n le permiti¨® al Gobierno recomponer las cuentas fiscales, destinar recursos a subsidios, llevar a cabo programas de inversi¨®n p¨²blica, as¨ª como controlar el precio de los alimentos locales. Pero el conflicto estall¨® cuando el Gobierno de Fern¨¢ndez intent¨® modificar los par¨¢metros de esta ecuaci¨®n. La huelga del campo, aunque irresponsable y al borde de la ilegalidad, encontr¨® apoyo en parte de las clases medias urbanas, hu¨¦rfanas de representaci¨®n pol¨ªtica y sensibles a la aceleraci¨®n de la inflaci¨®n.
En un error de c¨¢lculo, el Gobierno se resisti¨® a abrir una v¨ªa de negociaci¨®n. Su preferencia no fue encauzar el conflicto dentro del marco institucional, sino recrear los antagonismos del viejo peronismo. El vicepresidente Cobos fue el encargado de echar por tierra la iniciativa del Gobierno en el Parlamento, propiciando su primera derrota pol¨ªtica y mostrando los l¨ªmites que la propia coalici¨®n electoral pod¨ªan poner al ejercicio de un gobierno unilateral.
El resultado de este conflicto ha sido la p¨¦rdida de poder pol¨ªtico del Gobierno de Fern¨¢ndez. Esto se reflej¨® en, al menos, tres cuestiones. Primero, la propia imagen de CFK: los ¨ªndices de popularidad y confianza han ca¨ªdo abruptamente, pasando de un 70% de aprobaci¨®n al 35%. Segundo, la fractura de la coalici¨®n electoral: el vicepresidente Cobos ya no responde al Gobierno y el proyecto transversal ha perdido toda credibilidad. Por ¨²ltimo, el fuerte debilitamiento del apoyo partidario: varios gobernadores y legisladores peronistas ofrecen hoy s¨®lo un apoyo condicional al Gobierno, negociando ley por ley.
Pero el Gobierno ha perdido m¨¢s recursos. El prolongado conflicto con el campo, el impacto de la crisis financiera durante el ¨²ltimo trimestre de 2008 y la baja del precio de los bienes exportables han frenado la econom¨ªa argentina y reducido las capacidades fiscales de la presidencia. Para recomponer estas ¨²ltimas y evitar una nueva suspensi¨®n de pagos de la deuda p¨²blica, el Gobierno aceler¨® estrat¨¦gicamente la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones de capitalizaci¨®n privada que, aunque generaba serias dudas sobre sus garant¨ªas a largo plazo, demandaba un debate de mayor calado. La nacionalizaci¨®n se contamin¨® de oportunismo.
Todo indica que la tarea de la presidenta para gobernar y competir en las legislativas de 2009 se ha vuelto cuesta arriba. La p¨¦rdida de popularidad y capacidades fiscales han aumentado el precio de la colaboraci¨®n de legisladores y gobernadores a las iniciativas del Gobierno, de modo que precisar¨¢ m¨¢s recursos fiscales para conseguir apoyo en el momento en que estos comienzan a contraerse. Los l¨ªderes provinciales han recuperado la capacidad de designar ellos a los candidatos a legisladores nacionales, de modo que ha disminuido la de la presidencia para organizar la coalici¨®n electoral. Finalmente, el debilitamiento de las capacidades del kirchnerismo para designar un sucesor a la presidencia tambi¨¦n modera su influencia.
En suma, las condiciones que hab¨ªan posibilitado la emergencia y el desarrollo del kirchnerismo parecen haber desaparecido. Sobrevivir a las nuevas condiciones pol¨ªticas y econ¨®micas requerir¨¢ del Gobierno una f¨®rmula de gobernabilidad alternativa a la ejercida hasta el momento. La colaboraci¨®n de actores cuyo concurso ha dejado de ser prescindible exige a CFK ejercer en la presidencia el discurso institucional e integrador que pase¨® por el mundo en su campa?a electoral.
Adem¨¢s de Sebasti¨¢n Lavezzolo, polit¨®logo e investigador en la Universidad de Nueva York, firma este art¨ªculo Nicol¨¢s Cherny, polit¨®logo e investigador en la Complutense de Madrid.
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