El calvario de Brown
El primer ministro intenta tomar la iniciativa anunciando la reforma del sistema electoral
Gordon Brown est¨¢ intentando recuperar la iniciativa despu¨¦s de haber sobrevivido en precario a la que, sin duda, ha sido su semana m¨¢s dif¨ªcil desde que llegara a Downing Street. Los planes para desplazarlo, encabezados por diputados laboristas rebeldes, fracasaron en el ¨²ltimo momento no porque Brown contase con el firme apoyo del resto del partido, sino por las dificultades de sus cr¨ªticos para encontrar un l¨ªder de recambio que propiciase lo que hoy por hoy parece una tarea tit¨¢nica: situar al laborismo en condiciones de disputar con alguna garant¨ªa las pr¨®ximas elecciones legislativas. Con Brown parece imposible, pero nada indica que, prescindiendo de ¨¦l, los laboristas puedan recuperar el terreno perdido.
Los Gobiernos de izquierda fueron castigados en las elecciones europeas del pasado domingo, pero en Reino Unido el descalabro result¨® de tales proporciones que m¨¢s apunta a una crisis profunda del sistema que a un simple problema de liderazgo en un partido. No son s¨®lo los errores de Brown los que explicar¨ªan que el laborismo haya quedado como tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs, por detr¨¢s de conservadores y liberales. Ni tampoco el hecho de que haya servido de chivo expiatorio en el esc¨¢ndalo de los gastos privados de los parlamentarios da cuenta exacta del estado de ¨¢nimo de los electores. Los brit¨¢nicos han empezado a interrogarse de manera cr¨ªtica sobre el funcionamiento de sus instituciones, y ¨¦se es el hecho nuevo.
Brown lo traslad¨® ayer a la agenda pol¨ªtica como v¨ªa para escapar de la tormenta pol¨ªtica que amenaza a su Gobierno, anunciando una reforma del sistema electoral y el establecimiento de una autoridad independiente en el Parlamento para prevenir esc¨¢ndalos. Con estas y otras propuestas destinadas a aumentar la transparencia, Brown trata de dar respuesta a una preocupaci¨®n que, en efecto, existe y que es mayoritaria. Sin embargo, carece de la autoridad pol¨ªtica necesaria para llevar adelante sus anuncios. Los conservadores le han reprochado que emprenda ahora una reforma que los laboristas pod¨ªan haber llevado a cabo hace m¨¢s de una d¨¦cada. Y los liberales le han exigido, en cambio, que el sistema proporcional se establezca cuanto antes. Estas cr¨ªticas cruzadas hacen suponer que el calvario de Brown no ha concluido, y que sus intentos por recuperar la iniciativa pol¨ªtica no podr¨¢n garantizarle m¨¢s que un breve plazo de sosiego.
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