Omar Bongo, presidente de Gab¨®n cuatro d¨¦cadas
Aprovech¨® el petr¨®leo de su pa¨ªs para enriquecerse
La principal tarea que aguarda a la jefa del Estado interina de la Rep¨²blica de Gab¨®n, la hasta ahora presidenta del Senado, Rose Francine Rogomb¨¦, ser¨¢ convocar elecciones en el plazo de 30 a 45 d¨ªas. Ser¨¢n los primeros comicios en mucho tiempo que no apuntalen algo m¨¢s en el poder a Omar Bongo, muerto el 8 de junio en Barcelona, a los 73 a?os, tras cuatro d¨¦cadas como presidente del peque?o (1,4 millones de habitantes) pa¨ªs centroafricano. Tras la muerte en 1993 de Felix Houphouet-Boigny, mandatario de Costa de Marfil, Bongo era el decano de los jefes de Estado del continente negro.
Nacido en 1935 como Albert-Bernard en una familia de agricultores de la tribu bateke y renombrado Omar tras convertirse al islam en 1973, su muerte marca un punto y aparte en el ?frica poscolonial. En su trayectoria pol¨ªtica pueden rastrearse todos los pasos que el continente ha dado desde las independencias nacionales, en los a?os sesenta, hasta el te¨®rico arraigo de la democracia, tan desigual como azaroso en la pr¨¢ctica.
Gab¨®n es buen ejemplo de ese recorrido. Bongo lleg¨® a la presidencia en 1967 tras una fulgurante carrera como funcionario junto al primer presidente independiente, Leon Mba, a quien sucedi¨® a su muerte. En 1968 fund¨® el Partido Democr¨¢tico Gabon¨¦s (PDG), el ¨²nico autorizado hasta que, en 1990 y tras graves revueltas sociales, el propio Bongo dio luz verde al sistema pluripartidista.
Pero, parafraseando a Giuseppe Tomasi de Lampedusa, autor de El gatopardo, Gab¨®n cambi¨® para que todo siguiera igual, pues las elecciones han sido en la pr¨¢ctica una pregunta ret¨®rica: aquella cuya respuesta se conoce de antemano. De la primera consulta, en 1990, a la ¨²ltima, en 2006, todas, incluidas dos elecciones presidenciales, han dado como claro ganador al PDG entre acusaciones de fraude y compra de votos por parte de la oposici¨®n. ?tem m¨¢s, se asegur¨® su permanencia en el poder en 2003 con una revisi¨®n constitucional que suprim¨ªa el l¨ªmite de mandatos.
Vasallaje y prebendas
Con su terno de funcionario aplicado, su bigote y sus gafas negras, su figura, cuya sucesi¨®n se prev¨¦ complicada -el candidato mejor situado es su hijo Ali-, representaba tambi¨¦n un viejo modo de hacer pol¨ªtica, el del vasallaje agraciado con prebendas. Una engrasada diplomacia, la diplomacia del petr¨®leo -el pa¨ªs producir¨¢ este a?o 12,5 millones de toneladas- con la empresa francesa Elf, le report¨® ping¨¹es beneficios mientras la metr¨®poli disfrutaba de una base de operaciones en el centro de ?frica. Mientras el r¨¦gimen de Gab¨®n hac¨ªa caja -y el 70% de sus habitantes malviv¨ªa con menos de dos d¨®lares al d¨ªa-, la familia Bongo amasaba una fortuna, cuyo origen investiga la justicia francesa tras una denuncia interpuesta contra ¨¦l y los presidentes de Congo y Guinea Ecuatorial por varias ONG. Seg¨²n su texto, Bongo ten¨ªa 39 propiedades en Francia, como un palacete en Par¨ªs de 19 millones de euros, 70 cuentas bancarias y nueve coches de lujo.
La luna de miel entre Gab¨®n y Francia ya es historia. Par¨ªs, que tiene all¨ª una de sus cuatro bases militares permanentes en ?frica, comienza a recular. Libreville decidi¨® en marzo reexaminar los acuerdos bilaterales por "orquestar una vasta campa?a de desestabilizaci¨®n contra Gab¨®n". Las l¨ªneas de fuerza geoestrat¨¦gicas en el continente son hoy muy distintas, y a la reveladora visita del presidente chino, Hu Jintao, a Libreville en 2004, se suman las reticencias que ha expresado Nicolas Sarkozy. Bongo, cuya muerte se debi¨® a un c¨¢ncer nunca admitido por su r¨¦gimen, fue a la cl¨ªnica Quir¨®n de Barcelona para no pisar suelo franc¨¦s.
Los secretos de Estado, no obstante, se los llev¨® a la tumba. "Fue el guardi¨¢n de medio siglo de secretos de la presencia francesa en ?frica", resumi¨® Antoine Glaser en la revista Lettre du continent. "Aprovisionamiento energ¨¦tico, mercenarios, operaciones secretas... De los a?os sesenta a los noventa, sirvi¨® a la influencia de Francia en ?frica". Aunque nadie mejor que ¨¦l mismo para definir la relaci¨®n: "Gab¨®n sin Francia es un coche sin conductor.
Francia sin Gab¨®n es un coche sin gasolina".
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