La victoria de la abstenci¨®n
La gran vencedora de las elecciones europeas del 7 de junio ha sido la abstenci¨®n. Pero si se tiene en cuenta el sistema electoral europeo, ¨¦sta es en realidad una victoria p¨ªrrica, ya que el voto nulo no se ha tomado en consideraci¨®n. Es una victoria que sirve no tanto para orientar la pol¨ªtica europea sino m¨¢s bien para manifestar el enfado o el desinter¨¦s de estratos cada vez m¨¢s importantes de la poblaci¨®n. Tanto los expertos electorales como los pol¨ªticos saben lo dif¨ªcil que es interpretar ajustadamente la abstenci¨®n, pero tambi¨¦n saben que cuando alcanza proporciones tan considerables como en este caso, eso es un 57% de media europea, reviste entonces un profundo sentido pol¨ªtico, y ello a pesar de la politizaci¨®n nacional de la confrontaci¨®n cuyo objetivo era evitar una tasa de abstenci¨®n excesiva. Debemos reflexionar sobre este punto si queremos realmente tomar la medida de esta victoria del voto nulo. Varias paradojas deben ser subrayadas.
La abstenci¨®n demuestra que la izquierda y la derecha han perdido buena parte de su credibilidad
En primer lugar, la derecha europea ha obtenido poco m¨¢s de un tercio de los sufragios dentro del 43% de votantes, y ello con el trasfondo de una crisis en la cual las responsabilidades son enormes. La pol¨ªtica de la Comisi¨®n de Bruselas, encarnada por Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, es la del mercado rey, de la desregularizaci¨®n estatal, de la privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos, de la deflaci¨®n salarial. Es lo que en l¨ªneas generales quieren los c¨ªrculos financieros europeos. Es tambi¨¦n lo que propone, envuelto en una ret¨®rica esencialmente de seguridad, el programa del Partido Popular Europeo (PPE). Sin embargo, esta pol¨ªtica ha sido radicalmente puesta en duda por la crisis. No podr¨¢ mantenerse sin que provoque violentas reacciones sociales.
La primera consecuencia de la abstenci¨®n masiva deber¨ªa pues obligar a la derecha europea a suavizar sus propuestas. Si tenemos claro que a partir de ahora la salida de la crisis pasa porque el Estado adopte un papel m¨¢s destacado, el PPE y el Banco Central Europeo deber¨¢n aceptar pol¨ªticas de facto neokeynesianas, incompatibles con la ideolog¨ªa que defienden. Por otra parte, si Barroso vuelve a encabezar la Comisi¨®n de Bruselas, como todo parece indicar, ser¨¢ un presidente d¨¦bil ante el Consejo Europeo (es por ello probablemente por lo que los grandes Estados lo apoyan). Pero esto significa, en cambio, una reducci¨®n del margen de maniobra de los parlamentarios europeos.
Pero, en segundo lugar, la abstenci¨®n ha sancionado ampliamente a la izquierda socialista. Los votantes no se han tomado en serio las propuestas del manifiesto adoptado en Madrid. La abstenci¨®n no es desde luego un voto en contra, pero tampoco un voto a favor. Es, en cualquier caso, un duro golpe para los socialistas europeos, sea cual sea su tendencia. Tanto m¨¢s duro que, aprovechando la crisis, ¨¦stos en realidad se pod¨ªan haber mostrado m¨¢s cre¨ªbles para poner en marcha pol¨ªticas centradas en reactivar el consumo y en la intervenci¨®n del Estado. Pero han sido incapaces de transmitir un mensaje de esperanza. Y, como respuesta, los ciudadanos europeos les han notificado que no representaban a sus ojos una verdadera alternativa.
Es en todo caso una paradoja y una lecci¨®n sobre la que la izquierda europea debe reflexionar. Ahora est¨¢ conminada a proponer realmente otro proyecto europeo, porque si insiste en ser s¨®lo una fuerza de apoyo del liberalismo europeo los votantes preferir¨¢n antes el original que la copia. La cuesti¨®n es, pues, saber si las ¨¦lites dirigentes de la izquierda de hoy tendr¨¢n la legitimidad y el talento necesarios para iniciar las tareas de ese gran proyecto de renovaci¨®n cultural europea. Tendr¨¢n que inventar propuestas para un nuevo contrato europeo basadas en ejes identitarios fuertes y distintos de los de la derecha. Tendr¨¢n que sostener propuestas originales para el siglo XXI sobre la cuesti¨®n de la igualdad dentro del v¨ªnculo social, sobre un modelo de desarrollo opuesto al economicismo de la globalizaci¨®n liberal, y sobre todo lo que afecta a la articulaci¨®n necesaria entre seguridad y solidaridad (en ausencia de la cual proliferar¨¢n ineludiblemente los extremismos excluyentes en Europa).
Los votantes han sido siempre m¨¢s exigentes con la izquierda que con la derecha. Y eso es tanto m¨¢s verdadero en cuanto la derecha ha sabido estos ¨²ltimos a?os imponer con originalidad su agenda cultural y econ¨®mica al conjunto de la sociedad. La abstenci¨®n masiva en las elecciones europeas demuestra sin embargo que tanto la izquierda como la derecha han perdido buena parte de su credibilidad. ?Minimizar¨¢n los grandes partidos, como ya es costumbre, el sentido de esta abstenci¨®n? Ser¨ªa otro error m¨¢s dentro de un balance general ya de por s¨ª bastante decepcionante.
Traducci¨®n M. Sampons
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